Claudia Hernández
El pasado 21 de abril se celebró en este puerto turístico del estado Nueva Esparta la bajada de la imagen del Santo Cristo del Buen Viaje, el patrón de Maneiro, para celebrar sus fiestas. Una noticia que me hizo recordar la población que me recibió con los brazos abiertos cuando me mudé a la Isla de Margarita.
Cariñosamente lo llaman “El Viejo de Pampatar”. Es una imagen milagrosa que, según la leyenda, llegó a las costas de la bahía a bordo de un buque español, en medio de una tormenta, y no se quiso volver a ir tras ponerse muy pesada.
Recorrer en Pampatar las estrechas calles de adoquines con casas de estilo colonial en el casco histórico, escuchar misa en la iglesia del Cristo del Buen Viaje y visitar el castillo de San Carlos Borromeo es solo parte de la aventura que les invito a vivir durante las vacaciones.
Bañarse en sus cálidas y tranquilas aguas es la primera actividad que hay que hacer. Actualmente hay varios clubes de playa que ofrecen el confort que los visitantes merecen, con restaurantes, toldos y tumbonas. Entre los más conocidos están Velero Beach Club y Downtown Beach Club, del hotel Tibisay.
La segunda parada sería el Castillo San Carlos Borromeo. En la puerta conseguirán guías que narran la historia. Según sus relatos este fuerte fue construido por los españoles para proteger el puerto de los piratas, y en uno de sus calabozos permaneció encarcelada la heroína de la independencia Luisa Cáceres de Arismendi, antes de ser llevada a España.
Cruzando la calle se encuentra una iglesia pequeña y muy acogedora, es el hogar de la venerada imagen del Santo Cristo del Buen Viaje.
Siguiendo por el malecón, desde donde hay una vista panorámica de la Bahía, les recomiendo una parada para degustar unas exquisitas empanadas.
Si se movilizan en vehículo pueden subir hasta el Fortín de la Caranta; otra vista maravillosa los estará esperando desde una especie de plazoleta donde todavía se encuentra una batería de cañones.
Otro lugar para visitar es el Faro de Pampatar, que queda con dirección a las Cuevas del Bufón. Les recomiendo subir hasta el último piso para nutrir la visión con las diferentes tonalidades de azules.
Desde ahí se ven las salinas que cambian de color según la hora del día. Para visitarlas pueden caminar por un sendero hasta llegar al nivel del mar, como lo hice yo, pero también se pueden visitar a través de una pequeña población con carro.
Este recorrido es muy divertido hacerlo en bicicleta. Operadores turísticos se pueden hacer cargo de esta ruta.
@soyclaudiahernandez
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