Por estos días Carora está de vendimia, porque en sus tierras se cosecha dos veces al año la fruta con la que se producen los que se consideran los mejores vinos del país. Las bodegas de Pomar están allí desde 1985, las tierras han sido fértiles por más de 30 años, los turistas llegan para ver cómo se siembra, se recoge y se elaboran los licores, pero también vienen para probar los sabores de este suelo y conectarse de alguna forma con la tradición.
El movimiento que produce la visita hace que buena parte de todo cuanto aquí se realiza se active, las posadas confían en lo productivo de la jornada y por eso año a año los habitantes de la zona fueron abriendo las puertas de sus hogares hasta consolidarse muchos de ellos como simpáticos lugares de alojamiento. Ya no se presenta como única opción el icónico hotel Madre Vieja, que alguna vez ostentó uno de los restaurantes más visitados de la comunidad. Los viajeros pueden escoger pasar sus noches en espacios como la señorial Posada Los Granados, la exclusiva vivienda de El Cují, o la familiar casa de Los Olivos. Cada una con su estilo particular, todas apuntando a que más personas vengan a caminar pausadas las calles adoquinadas de su casco.
Ese casco que está tan bien conservado y que presenta casas que relatan en sus paredes de adobe, techos de caña y tejas rojas pequeños episodios de su pasado desde que este fue fundada en 1569.
Por eso quienes vienen a aprender de vinos, también amplían sus conocimientos de cultura general visitando la iglesia San Juan Bautista, templo ubicado frente a la Plaza Bolívar, que nació con la ciudad en el siglo XVII, la Capilla del Calvario, verdadera joya arquitectónica de 1787, el Club Torres, del que se dice es el más antiguo de Venezuela o el Balcón de los Álvarez, una de las viviendas más conocidas de Carora, lugar donde Simón Bolívar se alojó durante tres días en 1821, pasillos en los que se celebrara una fiesta en para celebrar sus victorias. Si se corre con suerte el Doctor Álvarez, descendiente de los habitantes originales del inmueble, abrirá las puertas a los curiosos, les permitirá pasar a los salones principales, llenos de reliquias de familia, les dejará sentarse a reposar en el patio interno bajo la sombra de los árboles que allí han visto pasar a generaciones de sus antepasados y les contará que en las noches se escuchan pasos en la segunda planta de la residencia, todos asumen que son los del Libertador que aun danza sobre esos pisos de madera.
La visita a las tierras de Altagracia, pueblo donde se encuentran los viñedos, sirve también para contagiarse con los ritmos musicales del Estado Lara, que en Carora tienen parte de sus orígenes, pero además sus más grandes exponentes. Talentosos luthier han sido durante mucho tiempo y aún son, los encargados de dar vida exclusivos instrumentos, los grandes músicos nacidos en este territorio los han ejecutado. Rodrigo Riera y Alirio Díaz son los nombres más escuchados si de música se habla, el último caminó las calles de su pueblo hasta hace unos pocos años, y tuvo la dicha de ver nacer una fundación con su nombre cuya función es apoyar a los nuevos talentos nacidos en esta tierra y un teatro en el que cada año se le rinde homenaje con un festival que trata de seguir sus pasos.
La comida no se queda atrás durante estos días, porque principalmente de esto se trata la invitación de la empresa vitivinícola, de catar buen vino y combinarlos con buenos sabores. La de Carora, tierra contradictoriamente árida, es una de las despensas más surtidas que se puedan encontrar en el Estado y probablemente una de las que contenga mayor cantidad de ingredientes autóctonos.
Probablemente en otra entidad de Venezuela no se escuche hablar de mamonada, o tal vez no sea posible comerse un buen dulce de paleta. Aquí se produce un ganado que lleva orgulloso el nombre del poblado, y los quesos de cabra encontraron la perfección en las manos de Sonia Meléndez y su quesera las Cumbres.
Las recetas en esta región datan de épocas coloniales, que con el tiempo los nuevos cocineros han sabido fortalecer con su aprendizaje. Uno de los que mejor comprendió la lección fue Ramón Fernández, su familia por años ha preservado una de las tradiciones culinarias del municipio Torres, la cría de cochino. Él que creció junto a su madre en el matadero, aprendió a conocer el animal tan bien como para poder incluirlo en muchos de los platos que ofrece en la carta de su restaurante Ajilao, una propuesta moderna pero llena de todo aquello que identifica a los nacidos en este suelo: bicuyes (capullo de la flor de la planta del cocuy), pan pura (tostadas a base de harina de maíz) y por supuesto, el vino, aquel que en este mes se celebra con rituales como el pisado de uvas, que se recolecta para ser llevado a la planta de procesado, que se degusta en las bodegas para entender que el mismo se volvió parte de la cultura de un pueblo que entiende que preservando puede construir futuro.
DETALLES CAROREÑOS PARA TENER EN CUENTA EN LA VISITA
Dormir Sabroso:
- Posada Los Granados: Una bella casa colonial ubicada en el casco histórico. Los pueden contactar a través del 0252-4220288. Instagram @p_losgranados
- Posada Los Olivos: Casona cómoda y familiar atendida por sus dueños que si los llaman al 0252-4213122 les atienden rapidito. Instagram: @posadaelolivo
- Posada El Cují: Exclusiva y elegante como su dueño Edgar Ramíre. No duden en contactarlo a través del 0414 – 3606705
Comer Rico:
- Ajilao: es la mejor opción de la ciudad, comida típica con el particular toque de su chef Ramón Fernández. Lo ubican en el C.C. La Trinidad
- Kokoro: queda en la calle 4 Oropeza y su propuesta presneta sushi y hamburguesas con un toque especial.
- El Caserón de Ambrosia:al aire libre, con hamacas guindadas a las matas de mango para reposar. Lo encuentran en la vía de que va de Carora a Maracaibo.
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