Nueva York, EEUU.- “Village Halloween Parade”, la fiesta de calle más famosa de Nueva York, en la que Hollywood y los carnavales se funden, acaba de cumplir medio siglo.
Quizás no hay nada más delirantemente neoyorquino que asistir al desfile de Halloween en el Greenwich Village, donde no hay reglas y todo es posible, cada quien a su propio riesgo y límite y sin pedir permiso.
Cada año la diversidad y el desparpajo alcanzan nuevos límites en la noche de brujas, o Halloween, de Nueva York, cuando sin importar la edad, muchos optan por ser niños traviesos y honrar a vivos y muertos en las calles y el Metro de la ciudad.
La locura urbana se concentra antes, durante y después del 31 de octubre, incluso si esa fecha cae entre semana, como este año. Los organizadores lo definen como “el evento participativo público más salvajemente creativo de la nación en la ciudad más grande del mundo”. También es considerado el desfile nocturno más importante en Estados Unidos.
Las inspiraciones para disfrazarse son infinitas, pero normalmente tienen a Hollywood y los carnavales como las principales fuentes. Muchos apelan a la “moda” y otros a los clásicos, entre brujas y fantasmas atemporales hasta el Thriller de Michael Jackson (1982) que ya supera las cuatro décadas. Unos improvisan y otros toman horas y días en preparar sus atuendos -maquillaje, máscaras, pelucas, ropa-, individuales o en comparsas.
Burlando conceptos y etiquetas, el desfile del Greenwich Village es un clásico que se extiende más allá de la 6ta Avenida e incluso de ese iconográfico vecindario liberal y bohemio. Es una fiesta que está "en el aire", que arranca en las calles y el transporte público con gente disfrazada, unos honrando la estética y otros todo lo contrario, procurando el horror.
Este año el tema fue “Upside/Down: Inside/out”, porque “en los últimos años hemos visto nuestro mundo girar arriba/abajo y todos estuvimos dentro, no solo dentro de nuestros apartamentos y casas, sino dentro de nosotros mismos”, explicaron los organizadores.
Una procesión de creatividad
"El Desfile de Halloween, en su año 50, es una celebración única de espíritu, creatividad y unidad", declaró el mes pasado al canal de televisión Pix11 Jeanne Fleming, directora artística y de producción del desfile, una iniciativa privada que se financia con donaciones y patrocinios.
“El desfile continúa inspirando a jóvenes creativos de Nueva York, uniéndolos en una procesión de imaginación y transformación. Abraza la verdadera esencia de Halloween, donde la frontera entre los vivos y los muertos es muy delgada, permitiendo a los espíritus caminar brevemente sobre la Tierra”, dijo.
En escuelas, bares y vecindarios muchos comienzan a celebrar Halloween días antes y siempre procuran abarcar un fin de semana. Pero la meca del color, la música, los gritos, el derrape, la extravagancia y el destape adulto es West Village, con multitudes desfilando y observando la última noche de octubre.
En teoría cualquiera puede desfilar, siempre que tenga un disfraz. Los entusiastas solo deben alinearse desde las 6:30 pm en la 6ta Avenida de Manhattan, en la frontera con Chinatown, y estar preparados para largas esperas y caminatas.
El desfile comenzó a las 7:00 de la noche subiendo por la 6ta Avenida, de Spring St a la calle 16, y duró unas tres horas. Luego toda la zona se mantuvo con espíritu fiestero hasta la madrugada, con largas colas frente a bares, clubes y restaurantes. Sumando los locales y turistas que desfilan o se asoman, en algunos años se ha llegado a dos millones de participantes, según la policía de Nueva York (NYPD).
“Está en mi torrente sanguíneo. Estoy comprometida con este desfile, porque lo veo como un acto espiritual para el alma de la ciudad de Nueva York”, dijo Fleming en 2021 al New York Post.
Medio siglo celebrando
La tradición comenzó espontáneamente en el otoño de 1974 con el titiritero Ralph Lee -fallecido en mayo de este año- marchando con su familia. Desde entonces fue creciendo, para delicia de neoyorquinos y turistas. En estos años se ha desfilado bajo todo tipo de condiciones climáticas y solo fue suspendido en 2012 por el huracán Sandy y en 2020 por la pandemia del Covid-19.
La policía de Nueva York vigiló toda la zona con extremo sigilo y muchos pasos peatonales fueron bloqueados para facilitar el acceso de ambulancias y evitar disturbios, atentados, robos y aglomeraciones, lo cual siempre es un gran reto en la histérica Nueva York. Durante el desfile no se permite el consumo de alcohol en la calle.
Luego del desfile público abundan las fiestas privadas alrededor de la ciudad, algunas con premios en dinero a los mejores disfraces, lo cual es siempre relativo en una urbe que todo lo ha visto y se jacta de ser la capital universal de la diversidad y el libertinaje. Para muchos, es siempre Halloween en Nueva York.
Quizás no hay nada más delirantemente neoyorquino que asistir al desfile de Halloween en el Greenwich Village, donde no hay reglas y todo es posible, cada quien a su propio riesgo y límite y sin pedir permiso.
Cada año la diversidad y el desparpajo alcanzan nuevos límites en la noche de brujas, o Halloween, de Nueva York, cuando sin importar la edad, muchos optan por ser niños traviesos y honrar a vivos y muertos en las calles y el Metro de la ciudad.
La locura urbana se concentra antes, durante y después del 31 de octubre, incluso si esa fecha cae entre semana, como este año. Los organizadores lo definen como “el evento participativo público más salvajemente creativo de la nación en la ciudad más grande del mundo”. También es considerado el desfile nocturno más importante en Estados Unidos.
Las inspiraciones para disfrazarse son infinitas, pero normalmente tienen a Hollywood y los carnavales como las principales fuentes. Muchos apelan a la “moda” y otros a los clásicos, entre brujas y fantasmas atemporales hasta el Thriller de Michael Jackson (1982) que ya supera las cuatro décadas. Unos improvisan y otros toman horas y días en preparar sus atuendos -maquillaje, máscaras, pelucas, ropa-, individuales o en comparsas.
Burlando conceptos y etiquetas, el desfile del Greenwich Village es un clásico que se extiende más allá de la 6ta Avenida e incluso de ese iconográfico vecindario liberal y bohemio. Es una fiesta que está "en el aire", que arranca en las calles y el transporte público con gente disfrazada, unos honrando la estética y otros todo lo contrario, procurando el horror.
Este año el tema fue “Upside/Down: Inside/out”, porque “en los últimos años hemos visto nuestro mundo girar arriba/abajo y todos estuvimos dentro, no solo dentro de nuestros apartamentos y casas, sino dentro de nosotros mismos”, explicaron los organizadores.
Una procesión de creatividad
"El Desfile de Halloween, en su año 50, es una celebración única de espíritu, creatividad y unidad", declaró el mes pasado al canal de televisión Pix11 Jeanne Fleming, directora artística y de producción del desfile, una iniciativa privada que se financia con donaciones y patrocinios.
“El desfile continúa inspirando a jóvenes creativos de Nueva York, uniéndolos en una procesión de imaginación y transformación. Abraza la verdadera esencia de Halloween, donde la frontera entre los vivos y los muertos es muy delgada, permitiendo a los espíritus caminar brevemente sobre la Tierra”, dijo.
En escuelas, bares y vecindarios muchos comienzan a celebrar Halloween días antes y siempre procuran abarcar un fin de semana. Pero la meca del color, la música, los gritos, el derrape, la extravagancia y el destape adulto es West Village, con multitudes desfilando y observando la última noche de octubre.
En teoría cualquiera puede desfilar, siempre que tenga un disfraz. Los entusiastas solo deben alinearse desde las 6:30 pm en la 6ta Avenida de Manhattan, en la frontera con Chinatown, y estar preparados para largas esperas y caminatas.
El desfile comenzó a las 7:00 de la noche subiendo por la 6ta Avenida, de Spring St a la calle 16, y duró unas tres horas. Luego toda la zona se mantuvo con espíritu fiestero hasta la madrugada, con largas colas frente a bares, clubes y restaurantes. Sumando los locales y turistas que desfilan o se asoman, en algunos años se ha llegado a dos millones de participantes, según la policía de Nueva York (NYPD).
“Está en mi torrente sanguíneo. Estoy comprometida con este desfile, porque lo veo como un acto espiritual para el alma de la ciudad de Nueva York”, dijo Fleming en 2021 al New York Post.
Medio siglo celebrando
La tradición comenzó espontáneamente en el otoño de 1974 con el titiritero Ralph Lee -fallecido en mayo de este año- marchando con su familia. Desde entonces fue creciendo, para delicia de neoyorquinos y turistas. En estos años se ha desfilado bajo todo tipo de condiciones climáticas y solo fue suspendido en 2012 por el huracán Sandy y en 2020 por la pandemia del Covid-19.
La policía de Nueva York vigiló toda la zona con extremo sigilo y muchos pasos peatonales fueron bloqueados para facilitar el acceso de ambulancias y evitar disturbios, atentados, robos y aglomeraciones, lo cual siempre es un gran reto en la histérica Nueva York. Durante el desfile no se permite el consumo de alcohol en la calle.
Luego del desfile público abundan las fiestas privadas alrededor de la ciudad, algunas con premios en dinero a los mejores disfraces, lo cual es siempre relativo en una urbe que todo lo ha visto y se jacta de ser la capital universal de la diversidad y el libertinaje. Para muchos, es siempre Halloween en Nueva York.
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