Ushuaia, al fondo de la Bahía, en lengua yagán
En Tierra del Fuego se escuchan los susurros del fin del mundo
Sergio Vázquez
Nuestras emociones se habían teñido de blanco, recién llegábamos a la ciudad más austral del mundo y el cielo no negaba arrojarnos trocitos de hielo como si fueran flores de bienvenida.
¿Fríoooo? ¡Para nada! La nieve cubría autos, casas, árboles y hasta nuestras gorras, y se fusionaba con las sonrisas inevitables. Los 3°C bajo cero solo tenían el poder de la estadística pero ningún dominio práctico sobre nuestros cuerpos, blindados por la ansiedad de dejar las maletas y salir a vivir el universo blanco que se ufanaba ante nuestros ojos, con susurros de invitación.
Ushuaia, que se pronuncia “Usuaia” y no como cualquier hispanohablante la pronunciaría, y que significa “al fondo de la bahía” en la lengua yagán, es un pueblo amerindio nómada que dejó sus huellas en el sur del archipiélago de Tierra del Fuego, compartido por Argentina y Chile.
En la parte argentina de la Isla Grande de Tierra del Fuego, Ushuaia hoy es una hermosa ciudad de 80.000 habitantes que ofrece una cubeta de opciones turísticas que se derriten a la hoguera de instantes inolvidables y fotos inigualables.
Luego de una ducha a la velocidad de la ansiedad de vivir la nevada, salimos a retratar en decenas de flashes las calles blancas de la ciudad y, para nuestra sorpresa, a las 4:00 de la tarde ¡ya era de noche! Indagamos y supimos que a estos extremos del Cono Sur el invierno puede brindar por día hasta siete horas de luz solar y que, al contrario, en el verano, la noche es súper corta.
Hay que confesar que el shock de enfrentarnos con la prematura noche desapareció de inmediato cuando comenzamos a arrojarnos bolas de nieve entre las miradas casi indiferentes de los ya acostumbrados ushuaienses.
Esta ciudad y su entorno natural, donde podemos encontrar al Parque Nacional Tierra del Fuego, son uno de los destinos turísticos más apreciados de Argentina y del mundo. Nosotros, ante la negativa viajera de dormir temprano, terminamos en un pequeño y admirable barcito desbordante de turistas nacionales y extranjeros llamado Dublín, @dublinushuaia.
Al día siguiente, y los demás días, decidimos estar con un pie afuera de la puerta del hostal justo a las 9:20 am, cuando el poder del sol comenzaba a hacer de día el nuevo día, para visitar los puntos más destacados de la ciudad y elegir conocer algunos de los tantos destinos naturales antes de que se avecine la noche.
Tren del Fin del Mundo
En 1902 el gobierno argentino mandó a construir el Presidio de Ushuaia, una cárcel para convictos reincidentes a los que se les asignaban trabajos forzosos. Entre esos trabajos estuvo la construcción de una línea de ferrocarril de 25 km que llevara a los presidiarios al corazón del bosque andino-patagónico en busca de leña para calefacción y madera para la construcción. La cárcel estuvo en funcionamiento por medio siglo hasta que se ordenó su cierre.
Hoy por hoy, tanto la cárcel convertida en museo como el ferrocarril modernizado a tren turístico, son dos imperdibles de la ciudad más austral del mundo. Algo que nunca hubiese imaginado el “Petiso Orejudo”, el primer y más famoso asesino en serie de la historia argentina, quien dio su último respiro entre las paredes de esta fría cárcel y dejó escapar su último aliento hacia el bosque nevado que atravesaba el trencito de los presos.
Naturaleza desbordante
Bahía Lapataia fue uno de los sitios más bellos e inolvidables de este viaje de ensueño. Es en realidad un fiordo que escapó del Canal de Beagle y está protegido por bosques y acantilados milenarios con vistas maravillosas. Es uno de los puntos obligados de visita en el Parque Nacional Tierra del Fuego.
Se puede llegar desde Ushuaia por carretera a través de los últimos 12 km de la Ruta Nacional N°3 (que recorre 3.079 km desde su inicio en Buenos Aires), a través del Tren del Fin del Mundo o por catamarán
El Glaciar Martial es una inmensa lengua de hielo en retroceso ubicada a más de 1.000 m de altura y que saborea día a día una preciosa vista de la ciudad de Ushuaia y del Canal de Beagle. A este mirador se puede subir en aerosilla o a pie (durante una caminata de poco más de una hora que parece que no llegaras nunca pero que cuando llegas te hace sentir como Messi levantando la Copa).
En la temporada otoño-invierno, además del hielo normal de un glaciar, está cubierto de nieve, por lo que puedes hacer esquí, snowboard y descenso en trineo o simplemente arrojarte y dar vueltas en la nieve como hicimos nosotros.
La Isla de los Pájaros y la Isla de los Lobos fueron parte de una navegación en catamarán que hicimos desde el puerto a través del Canal de Beagle.
Mientras nos alejábamos, el agua dibujó una pintura impresionante de Ushuaia que apenas se torsionaba con las suaves olas y que se robó toda mi atención hasta que la pintura se transformó en un pedazo de tierra lejano en la costa. Los cormoranes y los lobos marinos y focas posaron por un buen rato a la espera de que los turistas los publiquen y hacerse viral en las redes, después de todo, los pingüinos de Madagascar gozan de grandes privilegios desde que saltaron a la fama.
La Laguna Esmeralda fue un cuento de hadas. Fuimos buscando una laguna de color esmeralda y, para eso nos adentramos en bosques y turbales, atravesamos represas formadas por castores e hicimos un sendero de nueve km de nivel medio con señales también en los árboles para cuando a la nieve se le ocurre tapar las huellas del sendero. Al llegar nos encontramos con una inmensa pista de patinaje, con la laguna color hielo, con sus aguas ¡congeladas! ¿La reacción? Admiración y un poquito de miedo porque ya estaba predestinado que teníamos que caminar sobre ella.
¿Cuándo volveríamos a tener otra oportunidad de esas en la vida? Minutos después por allí caminamos y retrocedimos más de dos décadas hasta sentirnos niños.
Y así como la nieve tiñó nuestras emociones de blanco al llegar, uno de los atardeceres más extensos de nuestras vidas (algo normal en esta zona cercana al polo) tiñó de magia y de intensos colores nuestra nostalgia al decir adiós.
@argentinoenvzla
@relindavenezuela
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