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Turismo del paladar

Una historia de chocolate

El proceso de fabricación se realiza de manera orgánica sin agroquímicos

  • RAYMAR VELASQUEZ

16/07/2018 02:19 pm

Le he escuchado decir a muchos chocolateros que el cacao y su derivado, el chocolate, hacen a la gente más feliz. Eso me explicó Alida Quintero el día que visité por primera vez la siembra que hace más de 23 años cuida con recelo. Esta merideña se fue hasta Sucre para darle una vida más tranquila a sus dos hijos, adicionalmente, ella encontró paz. 

Decidió,  no solo crear este alimento de dioses en esa fábrica que construyó en la Península de Paria, sino que pretende que la gente se involucre con el proceso de siembra y cosecha. Por eso la visita a Chocolates Paria comienza donde se encuentra el oro en grano custodiado por grandes árboles que le dan sombra. Esta es una planta de tamaño mediano que necesita un resguardo que no la agobie, allí está la respuesta a la compañía que hacen troncos centenarios al lado de las delgadas plantas de cacao. Por allí caminan los grupos que van aprendiendo de voz de la anfitriona o cualquiera de sus trabajadores que este fue el sustento del país en una época y que este es el momento de retomar su ruta. En Paria la cosecha se vive entre los meses de noviembre y marzo pero comenta Alida que la zona de Cahacaracual [donde se ubica la hacienda] es tan generosa que en los últimos tiempos han recogido maracas todo el año. Se hace cuando está amarilla, se lleva al degolladero y las almendras que se sacan de ella se extienden sobre una alfombra de hojas de banano para que se fermenten. 

Solo el 1% de la producción de Chocolates Paria utiliza el cacao que siembran en sus predios, el resto lo compran a los productores de este valle. Por aquí se realiza el proceso de fermentación de manera orgánica, sin agroquímicos y por eso tiene mejor sabor. Salvo algunas pequeñas empresas artesanales, el de Alida es el emprendimiento más grande de la zona, uno que produce cinco toneladas mensuales pero que a pesar de su crecimiento tiene una demanda de veinte. Sus productos se ven en varias tiendas en la capital, pero se aprecian en todo su esplendor en el local que abrió en uno de los centros comerciales caraqueños. En él están las tabletas que produce, los bombones delicados y además tortas y otros productos que involucran al cacao en su preparación. La empresa en la península se compone además, de una tienda de venta de productos y una fábrica donde quince trabajadores reciben diariamente sacos de cacao que van a distintas máquinas para que se tuesten, sequen, descascarillen y muelan. En esta empresa no se le extrae la grasa natural a la almendra ni se le echa lecitina de soya. El nibs se calienta con su propia manteca durante diez horas y de este sale el licor que luego se tempera, “con las condiciones correctas se cristaliza y así es como se produce un chocolate negro, brillante y que se parte con precisión”.

Insiste Alida en la alegría que le produce el caco, y lo fundamenta para que no haya dudas “el cacao tiene teobromina, un alcaloide que hace que los neurotransmisores se estimulen y genera esa emoción en la gente”. El chocolate, dice, cambió su vida, “cuando llegué aquí no era chocolatera, aun no me considero una, pero sé que he avanzado un camino muy importante”.  

@menucallejero
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