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Viticultores ingleses disfrutan del cambio climático

Gracias a esta situación los vinos y espumosos de este país se encuentra compitiendo con el champán francés

  • AFP

06/12/2018 10:41 am

"Cuantos más años pasemos así, más estilo tendremos", dice con una gran sonrisa James Bowerman, uno de los viticultores ingleses cuyos vinos espumosos empiezan a competir con el champán francés gracias al aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático.

"El pinot meunier se ha desarrollado mucho este año", explica mientras pasea por los viñedos de Pinglestone, en el sur de Inglaterra, bajo un pálido sol otoñal.

Las temperaturas de este año sorprendieron a los productores: "Tuvimos que regar las viñas en junio, lo que es bastante increíble; dada la reputación del clima inglés, no nos lo esperábamos", dice Clément Pierlot, gerente de viñedos en la firma francesa de champán Vranken-Pommery. 

Intrigada por el rápido desarrollo de la viticultura en Inglaterra, esta empresa francesa probó la aventura inglesa tras quedar prendada de esta colina de suelo calizo situada en la región inglesa de Hampshire. El año pasado plantaron 15 hectáreas de chardonnay, pinot noir y pinot meunier, las tres variedades típicas del champán, según AFP.

En los próximos dos años se añadirán 25 hectáreas más. Mientras espera a poder cosechar, Vranken-Pommery produjo un primer vino espumoso con uvas compradas, llamado Louis Pommery England, una primera prueba que considera todo un éxito.

"Podemos tener vinos que sean a la vez finos, expresivos y con un buen cuerpo y una buena frescura", dice Pierlot. El ministro británico de Medio Ambiente, Michael Gove, pronosticó que el vino espumoso inglés "pronto ofrecerá aún más placer a los amantes británicos que los champanes franceses", atreviéndose incluso a calificar el cambio climático de "oportunidad".

Aunque la producción de vino espumoso no es nueva en Inglaterra, el número de hectáreas plantadas aumentó un 150% en los últimos diez años y se triplicó desde el año 2000. Con cuatro millones de botellas, representa el 68% de los vinos producidos en Reino Unido en 2017, una cuota que debería aumentar en los próximos años.

Pinot noir, pinot meunier y chardonnay constituyen el 71,2% de las variedades de uva plantadas. "Hemos pasado de ser una industria artesanal a una industria floreciente", asegura Cherie Spriggs, enóloga jefa de la firma británica Nyetimber, cuyas primeras viñas se plantaron hace 30 años. Este año, ganó el título de Productora de Vino Espumoso del Año en el International Wine Challenge.

Inglaterra ha encontrado su "nicho" con las burbujas, dice Chris Foss, experto del Plumpton College, una institución educativa especializada en la ciencia de la vid. "Hace treinta años era imposible madurar el chardonnay, los vinos quedaban verdes, duros, muy ácidos, no funcionaban. Pero ahora, no hay problema", dice.

"Tenemos casi el mismo clima que el champán hace cien años", agrega. Además de Vranken-Pommery, otra renombrada casa de champán francés, Taittinger, se trasladó al otro lado del Canal de la Mancha, en Kent, para producir un vino efervescente cuyas primeras botellas deberían venderse en 2023, tras tres años de envejecimiento.

Los productores británicos tampoco se quedan atrás: a pioneros como Ridgeview o Chapel Down, proveedores oficiales de Downing Street, se sumaron otros más recientes como Rathfinny o Gusbourne. La mayoría de los viñedos están situados en el sureste del país (Surrey, Sussex y Kent) y en Hampshire, pero el calentamiento global abrió nuevas oportunidades.

Un estudio científico reciente identificó 34.800 hectáreas de tierras en Inglaterra y Gales consideradas aptas para el cultivo de la vid debido a las "estaciones más cálidas" que antes, como Essex, al norte del Támesis, o partes de Suffolk, en el este de Inglaterra.

Los productores ingleses pretenden ganar de mercado, pero son aún pequeños frente a los gigantes del champán. Y si a los británicos les gustan las burbujas, los vinos ingleses son caros comparados con el prosecco italiano que hace furor en Reino Unido a precios bajos, porque los costos de la tierra y la mano de obra en Inglaterra son altos.

El Brexit también preocupa a los viticultores, que emplean a trabajadores de la UE, como en Pinglestone, donde trabajan rumanos. Si tras la salida de Reino Unido de la UE, prevista para el próximo 29 de marzo, "ya no pueden venir, será difícil encontrar suficiente personal cualificados", dice Bowerman. Estos trabajadores europeos "se han tomado muy en serio esta industria y esto contribuye a la calidad de nuestros vinos".   
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