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Hablar de sexo con los niños no es cosa de juego

Qué decir, cómo decirlo y cuándo es crucial para que la sexualidad del infante y adolescente sea un asumida como algo natural, con un desarrollo sano y seguro

  • YAMILETH ANGARITA

15/05/2018 05:53 pm

Con la irrupción de las nuevas tecnologías en el quehacer cotidiano, y la creación de numerosas redes sociales que posibilitan la interconexión inmediata de usuarios de todas las edades, géneros, culturas y, sobre todo, con diferentes razones e intencionalidades para usarlas, los niños están expuestos a una cantidad de información que mal manejada les puede hacer daño.

Lo referido al sexo es una de ellas, de las más trascendentales por cierto.

Cada etapa de la vida de un ser humano en formación requiere manejo de la información y explicaciones acorde a lo que su desarrollo cognitivo, psico-emocional y biológico les precisa. Los adultos, padres o no, son quienes deben proveerlo de la manera más clara, sencilla y honesta posible, siempre procurando que la confianza sea la base de la relación con el niño o adolescente ya que eso influye en la validación que haga de lo que escuche.

“Hay que hablar de sexo cuando el niño pregunte, algo que generalmente comienza a ocurrir a los tres años de edad. Hay que hacerlo con la verdad, pero teniendo muy en cuenta la edad cronológica del niño”, dice María de los Ángeles Rondón (@sabeunpsicologo), psicóloga con 22 años de práctica clínica, escritora y especialista en dinámica de grupos.

“Si usted no sabe qué responder pídale a su hijo que le dé un par de minutos porque quiere buscar las palabras correctas, y piense. Lo que usted responda puede marcar la vida sexual de su hijo en la adultez”, advierte la autora del libro “Padres, esto es un 911”.

No es igual a los cinco que a los quince

En cada etapa de vida se despierta una inquietud diferente en el infante, y como tal debe ser asumida y atendida por el adulto.

Rondón explica que durante los primeros tres años de vida el ser humano es asexuado, no tiene conciencia de la diferencia genital o funcional que hacen las hembras y los varones. Todavía no tienen desarrollo del esquema corporal, eso se irá generando poco a poco, cognitivamente, en el cerebro.

Por eso aclara que no hay nada de malo en este momento de la vida con el hecho de que un niño juegue con muñecas o una niña con carritos, ya que ellos no están haciendo énfasis en el rol. “El problema no son las condiciones en sí mismas como a qué edad está tomando las decisiones ese ser”, considera.

Será a partir de esta edad y en adelante cuando efectivamente el niño comenzará a hacer una diferenciación morfológica con el género opuesto. Es cuando “llega a la casa a preguntar por qué papá tiene pene y mamá vagina”, por ejemplo, ya que lo que le llama la atención es la morfología que hace diferente a un hombre de una mujer, más nada.

Entre los tres y seis años de edad, cuando pregunte sobre cómo nacen los bebés, Rondón aconseja decirle que “papá coloca una semilla dentro de mamá” y luego llevar su atención hacia el embarazo.

A los siete años la madurez cognitiva del niño da para ir un paso más adelante: “¿Cómo papá coloca la semilla dentro de mamá?”, le preguntará, lo cual la experta en el tema resalta que debe ser respondido de la manera correcta, sin tergiversaciones. “El pene de papi entra a la vagina de mami, ahí suelta la semillita, se fecunda y se produce el embarazo. Entonces concéntrese en lo bonito del embarazo”, orienta, ya que el niño no tiene la madurez cognitiva para entender más allá de eso.

Acercándose a los diez años el niño tiene curiosidad y hay que darle información “de acuerdo a lo que tenga ya pre-imaginado, pre-supuesto y pre-grabado”, dice.

De los adolescentes, es decir, de los 12 años de edad en adelante, la especialista advierte que actualmente saben mucho más de lo que los adultos creen o imaginan. “Tienen demasiada información. En nuestra época sobre sexo el adolescente se manejaba solo con supuestos, pero ahora ellos tienen más que supuestos: lo han visto, analizado, estudiado. Porque nosotros dejamos a nuestros hijos en manos de internet”, deplora.

Resalta el hecho de que los adolescentes son capaces de caer en la presión grupal y hacer cosas que individualmente no se atreverían. “Se graban en los baños del colegio”, alarma la psicóloga con el aval que le dan numerosos casos que llegaron a su consulta por este motivo.

“Hay que hablarles y hablarles”, aconseja, como modo para prevenir casos como estos.

“Si lo descubren viendo pornografía hay que explicarle que la vida sexual de la gente normal no funciona como lo hace ver la pornografía. Y tienen que ver qué tipo de pornografía está viendo”, vuelve a aconsejar a los padres.

Hay que alejar a los niños de internet y a los adolescentes hablarles sobre su sexualidad. “Hay que explicarles que el sexo hay que posponerlo, que tienen derecho a una vida sexual sana pero cuando puedan hacer un ejercicio responsable de ella, así como de la tecnología”, señala.

Padres alertas

Partiendo de la aclaratoria de que “dependiendo de la cultura donde nos encontremos la sexualidad tendrá una connotación diferente”, la especialista aconseja seguir los patrones comunes del sistema donde se está y no asumir otros, ajenos.

“Si usted es de los papás que besa a sus hijos en la boca, cuidado con eso, porque no pertenece a nuestra cultura, y como no es universal entre nosotros los niños pueden comenzar a pensar que esa es una manera de manifestar cariño con otras personas”, dice, advirtiendo que las personas que quieren abusar de los menores de edad “están pendientes” de posibles nuevas víctimas.

No hay que dudar que “los malos andan detrás de nuestros hijos a un nivel exponencial que no existía cuando nosotros éramos niños”, menciona. Por eso justifica que los adultos debemos estar alerta para comunicarnos de la manera más efectiva con los niños y adolescentes, tanto para hablar de lo bueno y conocido como para lo que es todo lo contrario.

Su preocupación se centra en que los papás pareciera que no quieren escuchar, y esperan que les exploten los problemas en la cara para tomar acciones.

Los padres deben…

Saber que entre los 3 y 6 años de edad el niño no tiene pudor, pero hay que comenzar a enseñárselo, sobre todo cuando ya alcanza los seis años de edad. “Hay que darle los nombres adecuados a los genitales. Cuando se le da el nombre natural, el niño lo comienza a manejar con naturalidad”.

A partir de los 7 años, cuando manifieste mayor curiosidad, es bueno indagar primero sobre la motivación original que surgió en él para conocerlo. “Lo primero que hay que preguntarle es ¿de dónde sacaste eso?, ¿dónde lo escuchaste?, ¿qué crees tú?”, aconseja, además, el preguntarle le ayudará a saber qué sabe y qué tanto sobre el tema.

Hay que conocer los amigos de los hijos. En todas las edades y con mayor razón durante la adolescencia.

Hablar de sexo desde temprano. Comenzar a introducir temas de sexualidad desde que son pequeños, siempre con respeto, claridad y acorde a lo que pueden manejar cognitivamente.

Hablar con confianza. Si bien describe que los adolescentes no quieren hablar de sexo con sus padres, lamenta que la mayoría de los progenitores tampoco establecieron años antes una comunicación efectiva, con confianza.

Supervisar los contenidos de los teléfonos celulares, ya que puede ser que muchos de ellos oculten videos o fotografías mostrando contenidos sexuales, sugeridos o explícitos. Y si no son los autores de los mismos están siendo copartícipes de difundirlos a otras personas.

“Desconecten a sus hijos de los aparatos, véanles la cara, hablen con ellos”, insistió.

No avalar la ingesta de alcohol en los adolescentes, por más que estén siendo supervisados por sus propios padres, otros adultos o estén en la casa propia. “No juegue a ser el papá ‘cool’”, sanciona. En los adolescentes, “el desarrollo hace que las hormonas estén francamente alborotadas, y los muchachos están francamente sobre excitados”.

Finalmente, aconsejó que a los adolescentes hay que enseñarlos a posponer la gratificación, “no se les puede dar todo antes de tiempo”.

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