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Consideraciones sobre el diálogo en Venezuela

Hoy lamentablemente en Venezuela la dinámica socio-política se ha sumergido en una lógica de antagonismo radical que elimina la posibilidad de construir un proyecto país común

  • DYLAN J. PEREIRA

03/07/2021 05:00 am

En Venezuela debemos comprender que la construcción de un diálogo franco y fraterno es urgente y necesaria como la única vía para producir resultados y soluciones sostenibles para la crisis multidimensional que atravesamos como nación y concientizarnos sobre la imperiosa necesidad de reconciliarnos y reencontrarnos. Es importante partir de la capacidad de cooperar trascendiendo líneas políticas partidarias y posiciones antagonistas que descalabran cualquier negociación política.

El profesor Hal Saunders, del Instituto Internacional para el Diálogo Sostenido y pieza clave en los célebres Acuerdos de Camp David, define el diálogo como un proceso de genuina interacción mediante el cual las personas cambian gracias al aprendizaje adquirido por su profunda disposición a escuchar. Cada una de ellas se esfuerza por incluir las inquietudes de los otros en su propia perspectiva, aun cuando el desacuerdo persista. Ninguno de los participantes renuncia a su identidad, pero cada uno reconoce suficientemente la validez de las reivindicaciones humanas de los demás, y en consecuencia actúa en forma diferente hacia los otros.

En esta definición encontramos diversos valores y factores claves para avanzar en esta compleja senda imprescindible dentro de la dinámica democrática, que no apunte hacia un acuerdo específico sino hacia la transformación de las relaciones humanas, sociales y políticas para sentar las bases en busca de respeto y colaboración mutuos que tenga como horizonte el bien común de todo el país bajo las máximas y principios de inclusividad, humanidad, empatía, respeto y fraternidad donde no triunfe el egoísmo, posiciones privilegiadas o concepciones cerradas y excluyentes sino la “fuerza del argumento” en el sentido de Habermas en base a realidades concretas que requieren soluciones efectivas y sostenibles hoy.

El apoyo y la cooperación por parte de todos los actores sociales es un elemento clave para el éxito de las negociaciones, donde destacamos el rol protagónico que deberíamos tener los jóvenes, pues realmente lo que se juega es la posibilidad de seguir construyendo la Venezuela posible que todos aspiramos, reforzando así un enfoque de la gobernabilidad mas “de abajo hacia arriba”.

Es imperante que comprendamos que los temas complejos demandan respuestas que tomen en cuenta la complejidad en su totalidad donde la concertación de los marcos conceptuales, el mandato constitucional de la transparencia y honorabilidad y especialmente la voluntad política serán cruciales en la amplificación de las perspectivas de lograr un acuerdo que se ajusten a un replanteamiento de las reglas del juego democrático donde además el rescate del voto como instrumento de participación, voluntad, y representación política vinculante y protagónico es una tarea prioritaria en la agenda que se debe moldear.

Se torna ineludible retomar el cultivo de una comunidad política amplia, incluyente, que incorpore la pluralidad social resultante del proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas orientada hacia una mayor democratización del país que defina unas reglas del juego claras donde pueda prosperar la definición propuesta por Linz de oposición leal, leal a la democracia, y apuntar hacia el retorno de lo político, en palabras de Chantal Mouffe, que presupone la proliferación de partidos políticos, hoy debilitados y degradados, lo que permitiría una reconducción de la sociedad hacia una suerte de imperativo categórico kantiano de democracia, a través del necesario, y hoy inexistente, proceso de socialización política.

Hoy lamentablemente en Venezuela la dinámica socio-política se ha sumergido en una lógica de antagonismo radical que elimina la posibilidad de construir un proyecto país común, remar hacia una misma dirección orientada al bien común. El reto es que este “antagonismo”, que ve en el otro un enemigo, se transforme en un “agonismo”, un adversario siguiendo la propuesta teórica de Mouffe que nos permita reconocer en el conflicto una vía para la perfectibilidad de la sociedad.

Vemos con buenos ojos la voluntad de diversos actores de la comunidad internacional como la Unión Europea y el Gobierno de Noruega de acompañar la construcción de este nuevo espacio de diálogo plural, inclusivo, que tenga como meta un gran pacto político como punto de inicio de una nueva era de reencuentro, reconciliación, paz, progreso y desarrollo para todos los venezolanos. La auctoritas que reposa en instituciones como la Iglesia Católica y las Universidades venezolanas puede sin dudas ser un catalizador del proceso.

Es importante advertir que un diálogo constructivo y sostenible en el tiempo debería partir de temas de interés nacional y estatal como la aceleración del proceso de vacunación masivo de la población, y la legítima defensa del territorio Esequibo, como puntos de convergencia que nos permitan avanzar. En Venezuela es nuestro deber retornar a la Política, como solución a un problema de naturaleza en esencia eminentemente político.

Dylanjpereira01@gmail.com
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