Espacio publicitario

Israel Centeno: “Mi intención al narrar es disparar imágenes y acciones”

Con “El arreo de los vientos”, sobre el tema de la santería, el escritor venezolano, residenciado en Pittsburgh hace una década, se ubica en los primeros lugares del catálogo de Kálathos en España

  • MARITZA JIMÉNEZ

09/05/2021 01:00 am

La santería vinculada al poder es un secreto a voces en la Venezuela de los últimos veinte años. Este el tema de El arreo de los vientos, novela con la que el escritor Israel Centeno, instalado en Estados Unidos hace una década, se ubica en los primeros lugares del catálogo de la editorial Kálathos en España, en coedición con Lector Cómplice.

Se trata de la segunda obra de su trilogía gótica Morel, que comienza con Jinete a pie (Lector Cómplice, 2014), que ya va por dos ediciones, y continúa con esta novela en la que el narrador, que se define como “un escritor latinoamericano que escribe en inglés con acento”, se fundamentó en un trabajo realizado como investigador de la religiosidad afroamericana para una editorial comercial.

La novela, a la venta en plataformas digitales como Amazon y algunas librerías españolas, se inspira en la imagen de Oyá, diosa de las tempestades y del viento, y “uno de los orishas que dominan los Eggunes (espíritu de los muertos)”. En sus 155 páginas, el autor evidencia su habilidad para construir, desde la secuencia de las acciones, un relato que rompe toda lógica realista, y nos transporta a un universo de “brujas, vampiros, próceres independentistas y criaturas inmortales que deambulan por ciudades como Sevilla, Caracas, París, Moscú y Salvador de Bahía, a través de portales que los trasladan a diferentes épocas”.

“Evidentemente –dice– esto tiene relación profunda con una Venezuela en donde esta tradición se ha pervertido, o la han pervertido figuras del poder. La profanación de tumbas, el desentierro de los huesos de los próceres, pasear un tigre por Miraflores, hacer volar una vaca tasajeada desde un helicóptero sobre campos petroleros para que su sangre fertilizara la producción y destrancara los caminos, en medio de una de las grandes crisis que vivió la industria, ha sido algo, digámoslo así, natural para todos los que vivimos en Venezuela. Los sacrificios rituales, los conjuros en la carretera hacia La Mariposa, en las montañas de San Antonio, el encontrar calderos o ngangas en los ministerios, aunque parezca fantástico, era un asunto frecuente y realista”.


Israel Centeno salió del país hace diez años, ante las amenazas recibidas por su novela El complot, hoy reeditada en inglés. Exiliado en Pittsburgh, donde vive desde entonces y hoy puede leer en inglés a sus autores preferidos, como Joseph Conrad o Ralph Ellison, realizó las más disímiles tareas, desde chofer de Uber y ayudante en una sala de emergencias, hasta intérprete médico. “He luchado por encontrar un espacio para trabajar en lo que sé hacer”, dice.

Y lo que sabe hacer, indudablemente, es escribir. Desde la publicación de su primera novela en Venezuela, Calletania (Monte Ávila Editores 1992), su nombre destacó en la generación de escritores que se levanta en medio de las transformaciones políticas y sociales de la Venezuela de los 90.

Aunque sus reconocimientos empiezan con la poesía, a fines de los 80, cuando gana el concurso del Instituto Iberoamericano de Cooperación para el género, su trayectoria despunta como narrador una década más tarde, con títulos como Calletania o El rabo del diablo (Eclepsidra, 1993). Hilo de cometa y otras iniciaciones le abre las puertas de la prestigiosa Editorial Planeta en 1996.

Exilio en Bowery, publicada por Ediciones Nuevo Espacio en New Jersey, en 1999, señala el inicio del nuevo siglo con Criaturas de la noche (Alfaguara), seguido por una nueva edición de El complot (2002) y La casa del dragón (2004), ambas con Alfadil. En 2005, el Grupo Norma da a conocer su novela Bengala, y un año más tarde, con Periférica de España, ve la luz Iniciaciones. En 2010, Bajo las hojas, su última novela publicada en Caracas, preludia su trilogía.

-Mi intención al narrar –explica– es disparar imágenes y acciones, crear atmósferas dinámicas. Quizá por eso aparezcan las secuencias. Si es así, he logrado mi tono narrativo: hacer aparecer lo que cuento (o narro) a los ojos del lector.

Pero, al igual que en Borges o Cortázar, dos de sus referentes literarios latinoamericanos, la poesía, que todavía cultiva, tal vez tenga algo que ver con esto.

“Leer poesía y escribirla influencia algo mis manías con las imágenes. La unidad de acción de la poesía es la imagen y la del cuento, dicen que es el contenido. En todo caso escribirla, haber fracasado, volverla a escribir y sobre todo leerla, mantienen un tono en mi espíritu, un estado de ánimo, una manera de ver todo lo que deseo contar”.

La torre invertida, de próxima edición, sería el cierre de su trilogía Morel, aunque no lo tiene tan seguro. “La idea era que Morel no apareciera más en mis trabajos después de este libro. De hecho, no forma parte de una novela que acabo de cerrar. Sin embargo, ahora que me embarco en un nuevo proyecto literario, siento nostalgia por él y Rubén Tenorio, y dejo la puerta abierta para que ellos me sorprendan y fuercen su aparición”, afirma.

Algunos han presagiado para su obra el reconocimiento póstumo, y él mismo parece coincidir cuando afirma: “Soy optimista, porque creo que, pasado el tiempo, aun no estando nosotros acá, algunos libros que hayamos escrito reclamarán el espacio que les pertenece”.

Pero es evidente que ese reconocimiento empezó ya. Casi una veintena de libros publicados y una ligera navegación por las páginas de Internet, por el número de entradas y comentarios que esa obra suscita, bastan para confirmarlo.
@weykapu



Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario