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Keyla Ermecheo: "Formar bailarines es mi vocación"

Nació como Keyla Alfonzo Soteldo (Caracas, 1942), en el seno de una familia musical. Su padre, Luis Alfonzo Larrain, dirigía una de las orquestas más prestigiosas de la época. "La orquesta del bueno tono", la llamaron

  • Diario El Universal

25/02/2018 11:32 am

MARITZA JIMÉNEZ

"La escuela está suspendida, pero Keyla como artista no va a cerrar sus puertas", declaró en 2015, cuando las consecuencias de la crisis del país la obligaron a cerrar.  

"Siempre quise tener una escuela de ballet en Venezuela. Me gustaba enseñar desde niña. Montaba coreografías desde los 10 años y poco después comencé a enseñar en mi casa. Mi mamá me acompañaba al piano", declara desde Miami, donde se encuentra actualmente instalada, y sigue realizando lo que más le gusta.  

Tenía cinco años cuando fue a ver bailar a Alicia Alonso. Se le salían las lágrimas sin explicación, y su mamá la llevó al camerino de la estrella, donde coincidieron con la Nena Coronil, quien, mirándola de las piernas hacia arriba, le dijo a su madre: "llévamela a mi escuela". 

Primer acto

Nació como Keyla Alfonzo Soteldo (Caracas, 1942), en el seno de una familia musical. Su padre, Luis Alfonzo Larrain, dirigía una de las orquestas más prestigiosas de la época. "La orquesta del bueno tono", la llamaron. 

Por el lado materno, Elisa Soteldo, antes de ser la famosa creadora de las inolvidables Voces Blancas de Venezuela, desarrolló una aplaudida carrera como cantante. No en balde había nacido en Barquisimeto, capital musical de Venezuela, en una familia cuyo padre, Rafael Soteldo, inculcó a sus cinco hijos la importancia de la educación musical. 

Pero Keyla tendría que luchar contra la voluntad de Luis Alfonzo para convertirse en bailarina. "Mi mamá me apoyaba, pero papá no quería que fuera artista. De hecho lo hice a escondidas de él. Ellos se divorciaron estando yo muy pequeña. En esa etapa era muy inestable para mí bailar. Me sentí libre cuando nos fuimos a New York, en 1962". 

Se formó como agente de viajes con Viasa, firma que la envía a prestigiosas líneas aéreas norteamericanas, pero nunca dejó de prepararse como bailarina con estrellas del momento en ese país, como Muriel Stuart, de la escuela de Balanchine, y Valentina Pereyeslavec , del American Ballet Theater, para, al regreso, hacer realidad el sueño de su escuela: 

"Traía una preparación de mente abierta, informada e inspirada en la plataforma de George Balanchine, escuela donde estudié y aprendí que primero se hacía la escuela y después la compañía. Así lo hice en Venezuela".  

Era el año de 1968, y comienza sus actividades en su casa del Marqués, con diez niñas. Al siguiente año, se presenta con 20 en el Círculo Militar, y para 1970 ya contaba con cien estudiantes.  

"En esa época había preferencia por la danza contemporánea. Creo que todo coincidió perfectamente para desarrollar e integrar el ballet. La integración fue mi fuerte. Hacía foros en el Ateneo de Caracas, programas didácticos de danza y diálogo. Eso no se acostumbraba entonces". 

En ese mismo año, se convierte en coreógrafa fundadora e invitada permanente de Las Voces Blancas de Venezuela, escuela de teatro musical creada y dirigida por Elisa Soteldo. 

En 1976 funda el Ballet Juvenil Keyla Ermecheo, plataforma para la posterior creación del cuerpo de ballet estable de la compañía Ballet Metropolitano de Caracas. Un año más tarde establece el primer convenio con la URSS, para la contratación de especialistas de ballet clásico del teatro  Bolshoi y el Ballet Kirov de Leningrado.

Segundo acto

Empezaba la década de los ochenta, la Fundación Ballet Metropolitano de Caracas debuta en los escenarios del Teatro Municipal, con la Orquesta Filarmónica de Caracas, dirigida por el maestro Carlos Piantini. Al año siguiente presentan por primera vez su versión del Cascanueces en Caracas.  

Fue en 1984, cuando Elías Pérez Borjas, entonces director del Teatro Teresa Carreño, los invita a mostrar esta coreografía en la reapertura de la sala Ríos Reyna, donde se presentó todos los años, hasta 1995, instaurando una tradición que continúa en los teatros Municipal y Nacional, Poliedro de Caracas, y cierra en el Centro Cultural Chacao, en 2014. 

"Los primeros invitados del Ballet fueron Yanis Pikieris y Marielena Mencia, primeros bailarines del Ballet de Múnich. Siempre teníamos figuras del Bolshoi y el Kirov, porque mi prioridad era que estuviéramos muy bien entrenados. Eric Volodin fue nuestro primer asesor. Roumen Rachev, primer bailarín por 10 años, y Héctor Zaraspe y Luke De Layress, coreógrafos. 

Más de 40 coreografías, en géneros clásico, neoclásico, divertimento y folklore venezolano estilizado, 20 de ellas para el Ballet Metropolitano, y musicales para las Voces Blancas, ha realizado Keyla Ermecheo a lo largo de su carrera, reseñadas por revistas como el Dance Magazine, o el New York Times, cuando presentaron el divertimento de Bella Durmiente en New York. 

Premio Único de Danza Mención Ballet por su trayectoria artística, Mejor Directora Artistica de Ballet y Mujer Distinguida del año 1999 de la Fundación Solidaridad Internacional, se suman a los reconocimientos obtenidos en estas cinco décadas de vida artística.

Cierre

La crisis del país y la osteoartritis, la movieron a residenciarse en Miami, después de varios años de viajes profesionales, actividades docentes, presentaciones. Hoy vive en esa capital con su esposo, Nicolás Ermecheo, su hijo único y su nieta, donde lleva una vida más tranquila y continúa su actividad docente, con Venezuela siempre en su corazón. 

"Me siento joven siempre", afirma. "Hoy he superado mis lesiones, que aparecieron cuando dejé de bailar". 

-¿Qué ha sido el ballet para ti?

-¡Todo! Es mi herramienta para sentirme viva, ese lenguaje que une mente, cuerpo y alma. 

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