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José Antonio Parra: "La verdadera poesía es expresión de lo indecible"

Se trata de “Ultra-marina”, un libro en el que este poeta y crítico literario rompe límites entre los géneros para expresar en estética neopsicodélica una historia de amor de los 90

  • MARITZA JIMÉNEZ

16/09/2020 01:00 am

Bajo el título de Ultra-marina, el poeta y crítico literario José Antonio Parra da a conocer su tercer poemario, un libro que rompe las barreras de los géneros literarios para dar lenguaje a una historia de amor enmarcada en fragmentos de la realidad y la experiencia psicodélica.

“Un libro”, nos advierte su prologuista, Fedosy Santaella, “que nace de los lugares más profundos”, en el que “las palabras se encuentran y se abren a los símbolos como flores extrañas, como amantes que se saben extraños. Y allí se hacen luz que busca oscuridades iluminadas”.

José Antonio Parra (Caracas, 1969), trabajó durante más de diez años en la concreción de estos 85 textos divididos en tres estancias que, gracias a un riguroso trabajo de edición curatorial de Graciela Yáñez Vicentini, adquieren la forma de este inusual poemario publicado por el sello editorial Oscar Todtmann, disponible en todas las plataformas de Amazon en su versión Kindle o en impresión contra demanda.

Ingeniero eléctrico por la Universidad Metropolitana y licenciado en Letras en la UCV, José Antonio Parra (Caracas, 1969), es poeta, narrador y crítico literario. Tiene en su haber, además, los poemarios Grado superlativo (Cincuenta de Cincuenta, 2004), y Fragmentos naranja (OT, 2015), en los que aborda el tema de la experiencia psicodélica, y sus colaboraciones como columnista de El Nacional, El Estímulo y Sala de Espera, o director/editor de la revista digital La Casa Azulada, dejan ver su diversidad de intereses en temas que van desde el fitness al Zen.

-Ha vivido experiencias límite, que lo han llevado a tocar fondo. ¿Qué significaron esas vivencias en su vida y en su escritura, y cómo se relacionan con sus indagaciones en el zen, el fitness, la vida física y espiritual?
-En efecto, a través del devenir tuve situaciones límites, vinculadas a la adicción. Mi perspectiva ahora no es la misma que la que pude haber tenido antes de sumergirme en ese abismo. Afortunadamente, estoy vivo y este 6 de octubre cumpliré siete años de sobriedad. Incluso, mi mirada es distinta ahora a la que tenía justo al terminar mi tratamiento de rehabilitación, proceso que narré en mi libro Diarios de Rehab.

“Las vivencias límite –continúa- y el desarreglo de los sentidos, en el espíritu de Rimbaud, permiten —en algunos casos— acceder a otra realidad. Por tal razón, mi aproximación al hecho poético durante ese tipo de vivencias quizá buscaba justamente la expresión de un mundo distinto, ese otro mundo que se rige por reglas diferentes, más parecido a lo que el Don Juan de Castañeda nombraba como nagual. No obstante, al final me terminé haciéndome mucho daño. En definitiva, fue necesario este tiempo de sobriedad y una mirada sedimentada para poder dar coherencia estética y literaria a textos escritos durante los años noventa, como el caso de Ultra-marina.

Pero “más allá de la propia mirada decantada”, dice, su vivencia de estos años de sobriedad “apunta a una totalidad donde cuerpo y espíritu son uno. Por ello, es esencial el hecho corporal debido a que este es —asimismo— una manifestación del Ser. La plenitud es atender todos esos aspectos. No en balde, el modelo griego implicaba lo atlético y lo intelectual. De igual modo, ocurre con algunas disciplinas orientales. Ultimadamente, el cuerpo es lo real en esta experiencia efímera del tiempo.
 
En cuanto al zen, dice: “No hay en mí una aproximación deliberada, sino más bien a la vivencia en sí y a la representación de ésta en la forma de cuerpo poético. Para mí el zen es —más allá de unas pocas lecturas que he hecho al respecto— vivencia.

-¿Cómo fue la génesis Ultra-marina, y cómo se relaciona este libro con sus títulos anteriores? 
-Este libro está conformado por textos escritos a lo largo de los años noventa y hasta el 2002, aproximadamente. Fueron textos escritos en una década que estuvo impregnada —estéticamente— de lo neopsicodélico y lo alternativo. Yo mismo estuve inmerso en ello, tanto en la vivencia como en mi aproximación a distintos aspectos del fenómeno de la cultura en general. Esa fue una época en la que viví algún tiempo en Ann Arbor y también en la que estudié en la Escuela de Letras de la UCV. Luego, vino el período inmediato, después de graduarme, y el inicio de mi oficio como periodista cultural y editor.

“Una vez escritos –prosigue-, esos textos permanecieron largo tiempo guardados puesto que, por lo desgarradores que resultaban algunos de ellos, no me atrevía a encararlos. Muchos años después, justo por los días cuando fue publicado Fragmentos naranja, tuve al fin el valor de acercarme a ese material. Por ese entonces me encontraba escribiendo Diarios de Rehab y transitaba mis primeros tiempos de sobriedad".

Explica que la producción de su libro contó inicialmente con una “instancia curatorial”, y luego de una primera edición “cuyo propósito era dar coherencia a la historia de amor encuadrada en los años noventa y que subyacía en los escritos, representación de mis vivencias de esa década. Eventualmente encontré —casi por razones numerológicas o metafísicas— que un tríptico era lo ideal como formato definitivo”.

Por último, prosigue, vino el proceso de edición final “en el que pude contar tanto con el maravilloso apoyo de Oscar Todtmann Editores, en las personas de Luna Benítez y Carsten Todtmann, así como con el ojo quirúrgico de la mirada editorial de Graciela Yáñez Vicentini, una poeta y editora con quien yo quería transitar esa fase desde tiempo atrás.
Ultra-marina es un trabajo con una aproximación similar a la de Fragmentos naranja. Estos libros poseen una cercanía más refinada a la lírica psicodélica que la que pudo haber tenido mi libro Grado superlativo. No obstante, para atravesar tales vivencias límite tuve que contar con una gran suerte y luego vivir el duro proceso que relaté en Diarios de Rehab

-¿En qué medida la poesía ha sido el instrumento para expresar ese mundo? 
-Para mí, la palabra es una intermediación entre el mundo verdadero —la cosa en sí— y esta realidad que habitamos, una realidad en permanente metamorfosis. En este sentido, el lenguaje es un medio para expresar lo desconocido. Desde mi perspectiva, la palabra entonces sería un medio para tomar conciencia de Uno mismo, para ir más allá del mundo ordinario. La poesía es un canal sutil, sumamente depurado, mediante el cual se manifiestan estos aspectos esenciales de la totalidad. La verdadera poesía es expresión de lo indecible. Esa es mi manera de vincularme con el hecho poético, es a donde apunto.

-Oscar Wilde decía que en el fondo de todo poeta existía un crítico, ¿cómo ve esa relación entre crítica y poesía que usted mismo encarna?  
-Mi perspectiva en tanto crítico y esteta me permite tener una aproximación más consciente al hecho literario y poético. Claro, a veces la mirada naif tiene un encanto muy singular y pienso que mis textos de los noventa —cuando rondaba mis 20 años— poseían cierta ingenuidad, puesto que procuraba acercarme a la cosa misma de una manera salvaje e intuitiva, desde la propia corazonada.

“Sin embargo, cuando se posee la mirada del crítico, de algún modo hay un 'plus' a la hora de editar y de elaborar los acabados del cuerpo estético. Mi trabajo tiene entonces dos instancias; una desde la creación 'salvaje' —que no dudo que ya a estas alturas esté también teñida de la mirada crítica— y otra del trabajo con el texto a posteriori que sí conlleva una honda reflexión sustentada, con toda seguridad, en la intencionalidad estética y en la consciencia crítica", concluye.

@weykapu
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