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Camilo Pino: “El único compromiso que debe tener un escritor es con su trabajo”

El periodista y narrador venezolano presenta su tercera novela "Crema Paraíso", publicada por la editorial española Alianza

  • DULCE MARÍA RAMOS

08/08/2020 01:00 am

“Esta historia empieza y termina frente a un espejo. Un espejo pequeño con un marco de plástico gastado. Un pobre espejo, clavado encima de un lavamanos viejo. La primera imagen es la cara de un hombre de mediana edad a punto de romper en llanto. El hombre soy yo hace cuarenta años. En cuestión de minutos voy a vomitar media botella de ron, enjuagarme la cara y tumbarme a dormir la borrachera, pero de momento me veo a mí mismo como si fuera otra persona: los ojos desorbitados, la nariz pequeña como labrada con navaja, las cejas despeinadas, los dos dientes delanteros ligeramente separados, la barba crespa con las primeras canas, y me digo al espejo en voz baja para no despertar a Emiliano: «Poeta menor»”.

Crema Paraíso nos lleva a la historia del poeta Dubuc, un hombre que descubrirá si su verdadero oficio es la escritura, enfrentado a sus inseguridades, desilusionado de la revolución cubana y que, tras su fracaso matrimonial, tratará de educar a un hijo adolescente, Emiliano, en la Venezuela de los años ochenta. A través del género de la comedia, Camilo Pino muestra los entresijos del medio literario local y de la relación entre un padre y un hijo que busca una posible reconciliación muchos años después, cuando son invitados a un reality show en Alemania.

Pino se fue de Venezuela en 1995, primero a Inglaterra y después a Miami, ciudad donde vive desde hace veinte años: “Yo soy un escritor venezolano por los temas, por el lenguaje y mi tradición, pero toda mi obra la he escrito fuera del país. Soy un venezolano que ha vivido en el extranjero la mitad de su vida”. Confiesa que sus primeras lecturas se alimentaron de los autores del boom latinoamericano y que la figura de su padre, Elías Pino Iturrieta, nunca fue una sombra cuando decidió ser escritor; al contrario, lo ha apoyado muchísimo.

-Su novela Crema Paraíso toca muchos temas, entre ellos el dilema de la ética.
-Algo que me interesa es cómo la ética cambia con el tiempo, algo que nos parece normal hoy, en diez año es distinto o la cosa más escandalosa. Uno nació para un mundo y te cambiaron todas las reglas en el camino. Yo nací para un mundo machista, con ciertos privilegios y de repente me encuentro criando a tres niños, cambiando pañales y lavando platos; es decir, lo que me parecía malo en una época, me parece bueno ahora. Yo no tengo respuesta a las preguntas que planteo en mis novelas. Me interesa cómo nuestras posturas cambian con el tiempo, cómo la miopía del presente nos termina tragando y no nos permite ver más allá de eso y especialmente cómo nos cuesta la empatía, que me parece una virtud fundamental. El artista tiene que saber ponerse en el sitio del otro, por eso el tipo de literatura que hago consiste en eso; para poder reírte del otro tienes que quererlo un poco, para poder burlarte del otro tienes que admirarlo. Si no le das profundidad a tus personajes y a las situaciones, resultarán falsas y vacías.

-Emiliano, a pesar de ser hijo de un poeta, odia los libros y todo lo que está alrededor de ese mundo. En algún momento se cuestiona esa falsa creencia de que alguien que escribe o lee libros es una buena persona.
-Y es absolutamente falso. Es como la idea de que un futbolista es un modelo para la sociedad. Cuando hablamos de los artistas se supone que tienen una conexión especial con las cosas; sencillamente, la sociedad les da estos atributos a ciertas personas que ocupan posiciones simbólicas o de poder; es decir, la sociedad se empeña en poner ciertas virtudes a ciertas profesiones. Fíjate, ahora me viene a la mente Hitler, quien era un buen lector y tenía tremenda biblioteca. Por eso el epígrafe que coloqué de César Aira: “Yo respeto a Maradona como drogadicto. Lo que haga dentro de una cancha no me interesa”. Hoy confundimos la vida del personaje con su obra o su carrera.

-Cuando el poeta Dubuc viaja a Cuba empieza a desilusionarse del socialismo.
-El poeta hubiera sido un poeta de izquierda si lo hubieran aceptado y si le hubiera ido bien. En esa época era una persona muy débil y quizás no hubiera escrito lo que escribió. Esa desilusión empieza en los años setenta con el caso Padilla; en el año 1982, cuando ocurre este congreso de intelectuales en La Habana, en la que se inspira la novela, ya hay una cantidad enorme de escritores que están en contra del proceso como Vargas Llosa, pero esa ilusión cae en realidad en el año 1989 con el muro de Berlín y se cae la imagen de Rusia y del socialismo.

-En su caso, usted tiene muchos años viviendo en Miami, ¿cómo ha sido su interacción con los cubanos?
-Muy interesante. Tengo muchos amigos cubanos y se parecen a nosotros; claro, ellos tienen más años de diáspora y de aprendizaje. Lo irónico es que nos vinieron a juntar en Miami, en el extranjero. También tenemos en común contradicciones muy parecidas de negación y de resentimiento.

-Esta novela se conecta con su ópera prima Valle Zamuro.
-Se conectan en varias cosas: hablan de un tiempo pasado, no lo suficientemente lejano para que yo no lo haya vivido; los personajes son muy venezolanos, y hay un elemento político que se siente, especialmente en el cambio de la sociedad. Son novelas nacionales que hablan de un país. Philip Roth hacía eso en sus novelas, habla de una época que él vivió, un pasado que le permite tener distancia, pero también le permite tener más familiaridad.

"No puedes sacrificar la calidad artística por un mensaje político", asegura Pino (FOTO ANDRÉS MANNER)

-De alguna manera, usted ha construido en sus obras su Caracas literaria.
-Quizás esto no vaya a gustar, pero soy un escritor caraqueño y siempre estoy escribiendo sobre mi ciudad. En Valle Zamuro es el encuentro del este con el oeste de la ciudad. En Crema Paraíso es Bello Monte. Es la misma ciudad con otro punto de vista y otras épocas. Sencillamente, escribo de la Caracas que conozco.

-Otro de los temas que atraviesa Crema Paraíso es la relación padre-hijo.
-Es esencial esa relación en la obra y la estructura es muy tradicional porque hay un momento casi de inmersión. El poeta tiene una reacción fuerte con el arte, pero el hijo tiene una relación poética con el Candy Crush; en eso irónicamente se parecen. A pesar de tener una relación en conflicto, es el hijo que guía a su padre en la vejez. La novela es una comedia y por eso hay una posibilidad de reconciliación en estos personajes. Trabajar una comedia te permite ser más irreverente, más exagerado y más provocador.

-De hecho, el humor es algo que caracteriza su escritura.
-Sí, la diferencia es que en esta novela lo asumo del todo, eso se siente en la lectura cuando dudamos de la sanidad del poeta y donde me permití usar las licencias de la comedia y un narrador dudoso que provoca inquietudes en los lectores. Lo que quería es que el lector conversara con la novela desde la desconfianza o desde la entrega. Si ocurre ese dialogo en la cabeza del lector, logré lo que quería.

-Si bien usted dice que sus novelas son muy nacionales, con Crema Paraíso un lector extranjero tiene muchas referencias de la literatura venezolana.
-Yo quisiera que sucediera eso, cuando lean mi libro que se queden con ganas de conocer sobre la literatura venezolana y que investiguen el trabajo de esos autores que menciono.

-Cuando el poeta Dubuc está en el congreso en La Habana, habla de la literatura comprometida, ¿hasta dónde llega su compromiso con la literatura?
-Se puede hacer literatura muy política, muy comprometida y muy buena. Lo que no puedes hacer es sacrificar la calidad artística por un mensaje político. El único compromiso que debe tener un escritor es con su trabajo y con el arte. Hay casos muy interesantes como el de García Márquez: nunca dejó que su literatura se ensuciara con la política; sin embargo, siempre criticaba al poder, al capitalismo y a las oligarquías, pero nunca dejó que eso se comiera sus tramas. Pero hay autores, como Cortázar, que si pasaron la línea roja y que empezaron a escribir panfletos que no son buenos literariamente.

-De hecho, en una parte en su novela hace referencia a unos poetas chavistas que pasaron esa línea roja.
-El caso del chavismo, en el presente ya es algo entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. Si alguien es cómplice del chavismo, es más que pasarse una línea roja.

-En algún momento de la conversación mencionó que algo que tiene en común con el poeta Dubuc es que empezó a escribir tarde, ¿se arrepiente de ello?
-Un poco porque siento que hay algo de tiempo perdido. Si yo hubiera tomado una serie de decisiones más tempranas, me hubiera dedicado más a la literatura. Pero, por otro lado, la experiencia que he tenido me ha servido para escribir los libros que he escrito. Pessoa decía: “Todo la pena si el alma no es pequeña”. Lo sentí al principio, pero no estaba listo, no estaba preparado.

-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Camilo Pino?
-Son dos ventanas que solían estar muy separadas. Una es la ventana literaria y artística; la otra, la ventana de mi vida. Con los años estas ventanas se han acercado poco a poco. Dentro de diez años espero que sean una sola. 

@DulceMRamosR
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