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ENTRESIJOS DE UN PREMIO LITERARIO (Y II)

Hablan los autores, de una orilla y de la otra

Gustavo Faverón Patriau (Perú), María Teresa Andruetto (Argentina), Raúl Vallejo (Ecuador), Mauricio Carrera (México), Alejandro Zenteno Chávez y Noel Ornelas Balboa (ambos de México) toman la palabra

  • DULCE MARÍA RAMOS

06/08/2020 01:00 am

En la anterior entrega sobre el Premio Internacional de Novela "Rómulo Gallegos", se hizo un recorrido histórico por los últimos veinte años del galardón; es decir, un panorama con el régimen chavista al mando de las políticas culturales en el país. Allí se registraron las circunstancias que, de acuerdo a personalidades del medio literario venezolano y extranjero, han menoscabado el prestigio que tuvo el premio en sus años iniciales. Cabe recordar las declaraciones que el año pasado dio el escritor argentino Mempo Giardinelli, ganador en el año 1993, a este diario: “Me parece una tremenda pena, porque va a ser muy difícil recuperar ese prestigio. Pero no es una causa perdida y yo creo que la literatura venezolana, cuando amainen los vientos que sacuden a esa sociedad tan querida, será capaz de recuperar el que fue el premio más prestigioso de nuestra lengua”.

Los autores venezolanos Ana Teresa Torres, Alberto Barrera Tyszka y Mario Morenza reflexionan sobre el caso. Además, el escritor peruano Gustavo Faverón Patriau hace declaraciones sobre su renuncia y varios escritores manifiestan su postura ante su participación en la edición de este año. Nuevamente, la idea es que sea el lector quien llegue a sus propias conclusiones ante los hechos y testimonios aquí mostrados.

¿Qué opinan nuestros autores?
Los escritores venezolanos han vivido y seguido de cerca todo lo que ha ocurrido con el "Rómulo Gallegos", un premio en el que hoy escasean las plumas más relevante de la literatura local. Sobre el tema, la escritora venezolana Ana Teresa Torres dice: “Fue uno de los premios más importantes en lengua española y hoy tristemente ha perdido gran parte de su prestigio. Igual ha ocurrido con nuestra red museística, la más importante de América Latina, o las publicaciones de las editoriales del Estado, y con tantas manifestaciones brillantes de la cultura venezolana. Es muy lamentable que los depositarios de ese legado no lo hayan sabido valorar, y en muchos casos lo han abandonado y malogrado, por considerarlo 'cultura burguesa'”.

Lo que destaca en esta nueva edición es el cuestionamiento que algunos escritores venezolanos hacen a sus colegas en las redes sociales por su participación. Ante esta diatriba, el escritor Alberto Barrera Tyszka dejó muy clara su posición al respecto: “Yo no me siento llamado a exigirle a alguien que participe o no en algún premio. En lo personal, pienso que participar en el 'Rómulo Gallegos' apoya el espejismo de una pluralidad que en Venezuela no existe. Creo que legitima a un Estado que persigue, encarcela, tortura y que en los últimos años es responsable de más de 8.000 ejecuciones extrajudiciales. Pero pensar esto no me da derecho a juzgar a quienes lo ven de otra manera. Hay escritores valiosos, muy respetables, que están concursando en el 'Rómulo Gallegos'. Preferiría no ver sus libros ahí. Pero eso no los convierte en fascistas. También podríamos hacer una lista de la cantidad de novelas extraordinarias que no están participando en el premio. Las redes sociales también tienen sus propios espejismos. Quizás este 'escándalo' es uno de ellos”.

Ante lo aludido por Barrera Tyszka, acerca de la ausencia de novelas extraordinarias en la lista de candidatos al galardón, agrega el escritor Mario Morenza: “Apenas revisé la lista y, desde luego, extrañé no encontrarme con autores que sigo desde hace tiempo y que publicaron en el dilatado lapso que se precisa en la convocatoria; por ejemplo, Samanta Schweblin, Manuel Vilas o Guillermo Arriaga, por solo mencionar tres, porque antes prácticamente te encontrabas en los listados toda la novelística publicada por las editoriales más representativas en español. Eso nos revela mucho al respecto. En este caso, ya puedo especular un poco, en los registros de nuestra historiografía literaria, aparecerá la XX edición del Premio Rómulo Gallegos, aquel que se convocó en el año de la pandemia, con un asterisco: en esta convocatoria novelistas representativos de Venezuela como Alberto Barrera Tyzska, Juan Carlos Méndez Guédez o Rodrigo Blanco Calderón, o autores hispanoamericanos como Mariana Enríquez, Jorge Volpi o Santiago Roncagliolo, no participaron debido a estas y tales circunstancias políticas”.

De los escritores que decidieron, legítimamente, participantes en el premio, Ana Teresa Torres es muy aguda y certera en su posición: “No creo que los escritores participantes deban ser atacados por el hecho de concursar. Si no les importa recibir un premio de un país que apenas sobrevive y en el que las condiciones democráticas se han deteriorado absolutamente, es su decisión personal, pero cuando dan opiniones políticas sobre Venezuela, y sobre los escritores venezolanos, cualquiera está en el derecho de contestar y discutir sus declaraciones a través de las redes sociales o de artículos de opinión o cualquier otro medio a su alcance”.

Finalmente, Morenza duda, que en estas circunstancias políticas, el premio tenga hoy legitimidad: “¿Quién va a querer recibir un premio de manos de un Estado que repudias? Quizás hallemos un antecedente, aunque si se quiere tímido si lo comparamos con esta situación, en el retiro de las novelas Miedo, pudor y deleite y El acecho de Dios de Federico Vegas y Edilio Peña, respectivamente, en 2009. Pero once años después no se trata de dos novelas, sino de doscientas novelas que no figuran en la lista que quizás hubieran estado entre las finalistas, o acaso ganado el premio. Esto, incluso, nos lleva a pensar que debería anularse toda legitimidad posible a este certamen que honra la memoria de un prócer venezolano, independientemente de si es en noviembre o cuando sea que se falle un veredicto”.

El matiz político
¿Se puede desligar la literatura, y en este caso un premio literario, de la política? Se consultó al sociólogo Tulio Hernández, quien señaló que el problema no es que el premio tenga ribetes políticos, sino en su degradación paulatina: “Todo comenzó con el desprecio de Hugo Chávez cuando se negó a asistir, en agosto de 1999, a la entrega del premio a Roberto Bolaño por su novela Los detectives salvajes, rompiendo así la tradición de que todos los presidentes -sin importar a qué partido pertenecieran- entregaban el 'Rómulo Gallegos'  en nombre de la República. Siguieron los anuncios de Adán Chávez informando que no había dinero para el premio, pero sí había para los que ellos habían creado nuevos: el 'Víctor Valera Mora' de poesía y el 'Ludovico Silva' de ensayo. También empezó el desorden administrativo y vinieron los seis meses que hicieron esperar a Pablo Montoya para recibir el premio en metálico”.

Para Hernández, hoy el "Rómulo Gallegos" es visto como parte del aparato propagandístico gubernamental y por eso algunos autores retiran sus obras. En relación al artículo publicado en estos días en el periódico cubano Granma, afirmó: “Ante la actitud defensiva del Granma, el periódico del Partido Comunista cubano, que considera que quienes denuncian la crisis del 'Rómulo Gallegos' son derechistas, pro imperialistas y casi agentes de la CIA, es legítimo que el premio ya no signifique lo mismo. Que viva del recuerdo, de lo que fue en la era democrática”.

La renuncia
El escritor peruano Gustavo Faverón Patriau es el primero en hacer pública su renuncia al galardón, en el que participaba con la novela Vivir abajo, publicada por la editorial independiente española Candaya y que fue finalista del III Premio Bienal de Novela "Mario Vargas Llosa".

Hicimos contacto con el autor el lunes 3 de agosto y nos notificó que estaba pensado en dimitir, al día siguiente, martes 4 de agosto, en sus redes sociales publicó su postura: Ante ello, el autor declaró para El Universal: “Casi desde el mismo minuto en que acepté que la novela fuera postulada por la editorial Candaya, comencé a pensar que podía ser una mala idea. Yo tengo muchos años de llevar una postura opuesta y muy crítica al chavismo y a sus ramificaciones en América Latina. Precisamente porque yo soy de izquierda, lamento que la torpeza abusiva de Chávez y Maduro, la oscuridad del régimen, la masiva corrupción, la verticalidad militarista, sirvan hoy a muchos como argumento contra las ideas de izquierda. Creo que fue un error aceptar la participación, entre otras cosas, porque pudo interpretarse como si yo estuviera dándole un voto de confianza a toda esa cosa nefasta que domina Venezuela hoy, y eso no es verdad”, expresó.

Por otra parte, Faverón Patriau quiso dejar en claro el por qué de su participación y aclaró que no recibió ningún tipo de presión para dimitir: “Mis editores, como cualquier editor del mundo hispano, ven en el 'Rómulo Gallegos' lo que ha sido por décadas: un reconocimiento valioso de enorme significado para escritores y editores, y ese entusiasmo genuino me contagió. Pero hoy pienso que el 'Rómulo Gallegos' necesita que el tiempo pase y que las cosas se enderecen antes de que sea nuevamente lo que fue por tanto tiempo. Sobre las supuestas presiones, no ha habido tal cosa. He hablado con escritores venezolanos en estos días, amigos personales, que me han dicho lo que piensan del tema, pero ni ellos ni ninguna institución me ha presionado a renunciar”.

Cabe destacar que en las redes sociales el escritor peruano ha sido felicitado por sus colegas venezolanos por la decisión que tomó; entre ellos, están Rodrigo Blanco Calderón y Leonardo Padrón.

Hablan los participantes
El Universal contactó a veinticinco escritores participantes; algunos no respondieron a nuestra solicitud; otros manifestaron su postura, pero solicitaron no publicar sus declaraciones. De ese grupo, cinco autores quisieron expresar libremente su posición; es decir, sin ser presionados para ello; además, hicieron énfasis en que la participación de sus obras en el Premio "Rómulo Gallegos" respondió a una decisión propia. A continuación las declaraciones de María Teresa Andruetto (Argentina), Raúl Vallejo (Ecuador), Mauricio Carrera (México), Alejandro Zenteno Chávez (México) y Noel Ornelas Balboa (México).

María Teresa Andruetto, escritora argentina, participa con la novela Los manchados, publicada por Random House. Fue finalista del premio en 2011 con la obra Lengua madre en la edición donde resultó ganador Ricardo Piglia: “Me parece absurdo considerar de ese modo un premio que tiene tantos años y que lo han ganado escritores de todas las ideologías desde Vargas Llosa, pasando por Mempo Giardinelli o Piglia; además, quien elige la novela es el jurado, no el gobierno. Si usamos ese criterio tampoco un escritor podría presentarse al premio Clarín diciendo que son macristas. Finalmente, lo que desea cada autor es que su obra alcance un mayor reconocimiento con las herramientas que la sociedad le ofrece, y el 'Rómulo Gallegos' es un premio para novela editada, que no hay tantos en lengua castellana. No se puede negar la figura de Rómulo Gallegos y lo que significó para la literatura y la novela latinoamericana”.

Raúl Vallejo, escritor ecuatoriano, participa con las obras Gabriel(A) y El perpetuo exiliado, ambas publicadas por Random House: “Su pregunta parte de un prejuicio político: el premio 'Rómulo Gallegos' estaría desprestigiado porque gobierna el chavismo. Es decir que, según su formulación, cuando lo recibió Roberto Bolaño, en 1999, de manos de José Vicente Rangel, en representación de Hugo Chávez, recibió un premio desprestigiado. Y así también habría sido para Enrique Vila-Matas, Fernando Vallejo o Elena Poniatowska, entre otros. No lo creo, de ninguna manera. Veamos las cosas desde una perspectiva diferente: ¿El que García Márquez recibiera el premio 'Rómulo Gallegos', en 1972, quiere decir que él apoyaba al gobierno de Rafael Caldera? ¿Cuándo lo recibió Carlos Fuentes, apoyaba al gobierno de Carlos Andrés Pérez? ¿El que un autor reciba el Premio Cervantes, que concede el Ministerio de Cultura y Deportes de España, significa que respalda al gobierno que está en funciones al momento de la premiación? ¿Aceptar el premio Nobel de Literatura de manos del rey es apoyar la monarquía como forma de gobierno? El premio 'Rómulo Gallegos' y los premios de la Casa de las Américas, de Cuba, son los mayores reconocimientos literarios que puedan recibir una escritora o un escritor de nuestra América; quienes los han ganado, siempre han prestigiado su obra, y lo que digo es fácil de comprobar al recorrer la lista de las personas premiadas”.

Mauricio Carrera, escritor mexicano, participa con la novela La vida endeble, publicada por Ediciones del Lirio: “Es una pena que un premio de esta importancia se pretenda minimizar bajo el argumento de su vinculación con el régimen de Nicolás Maduro. Es como creer que Rómulo Gallegos pertenece a un determinado gobierno y no a la literatura y a la cultura venezolana y universal. ¿Qué sigue? ¿Considerar que si uno come arepas o baila Caballo viejo o contempla Caracas desde las alturas del monte Ávila, está a favor o en contra de ciertos gobernantes? No es así. Habría que celebrar, más que condenar, la reinstauración de este premio, que honra no a intereses políticos de izquierda o derecha, sino a un enorme escritor, al que he leído siempre con interés y admiración. Ahora tal vez valdría la pena releer La brizna de paja en el viento, que pocos conocen. En particular, siento una singular predilección por Canaima, de la que puedo citar de memoria algunas de sus frases. 'Se es o no se es', pregunta Marcos Vargas. La respuesta es, por supuesto, 'se es'. Y yo soy escritor. Tengo mis convicciones políticas. Estoy a favor de las causas nobles de la humanidad y no confío en ningún político, sea de la tendencia que sea. Como escritor, sin embargo, me inclino a escribir literatura, no a hacer política. La vida endeble, la novela con la que participo en este premio, es eso: literatura. En tiempos donde se cortan los presupuestos dedicados a la cultura, por no considerarla una actividad primordial, son bienvenidos los esfuerzos por seguir fomentando la creación artística. Así, qué bueno que haya certámenes tan importantes y significativos como el Premio 'Rómulo Gallegos'. La novela que resulte ganadora seguramente honrará al poder creativo de la imaginación mediante la palabra, no a ningún régimen de antes, de ahora o del futuro en Venezuela”.

Alejandro Zenteno Chávez, escritor mexicano, participa con la novela Mariana y el General, publicada por Vozabisal: “Respecto a la 'condena' de los opositores venezolanos, me tiene sin cuidado. Quiero expresarles que el enemigo número uno de la humanidad no es Nicolás Maduro, como la propaganda de Trump y sus antecesores lo han querido calificar, sino el imperialismo yanqui. Sólo quiero recordarles que el comandante Hugo Chávez, en su entrevista con Obama, le entregó un libro que espero que el entonces presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, haya leído: Las venas abiertas, de Eduardo Galeano. En éste se hace una profunda revisión sobre la historia de nuestro continente y se describen todas las atrocidades cometidas por españoles, portugueses, franceses, holandeses, ingleses y norteamericanos en la llamada 'Nuestra América', por José Martí. Para entender lo que pasa en Venezuela y lo que acontece en todo nuestro continente, les sugiero a los opositores lean este libro. Por su parte, Mariana y el General es una novela histórica, versa sobre la lucha de un general del Ejército Libertador del Sur, Benigno Zenteno, de quien orgullosamente declaro ser su nieto. Emiliano Zapara y Benigno Zenteno se hermanan con Bolívar y el comandante Chávez en la lucha por la liberación del continente”.

Noel Ornelas Balboa, escritor mexicano, participa con la novela MamaLita entre cucayos, chuchos y ronrones, publicada por Tisigua Editorial: “Yo, como escritor, participo por la figura histórica de Rómulo Gallegos, quien caló profundo en mi país, su obra es respetadísima, baste decir que María Félix, icono de mi cine nacional es “la Doña” gracias a él. Y por el prestigio del premio; Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Ángeles Mastreta y Elena Poniatowska, quienes lo han ganado, son mexicanos de los que me siento orgulloso y deseo emularlos. Estoy seguro que la mayoría de los auténticos escritores, los que escribimos porque no podemos dejar de hacerlo, aspiramos a la 'gloria' del 'Rómulo Gallegos', no al dinero. Eso es un accesorio secundario. Lamento de veras que se den estas 'implicaciones políticas', creo que la literatura, en lo general, debería estar al margen de ellas, y los escritores, en lo personal, pueden y deben, si quieren, tomar posición en la arena política. Pero yo no puedo tomar posición, soy un mexicano de pensamiento juarista, kantiano, creo en la autodeterminación de los pueblos y en que “el respeto al derecho ajeno, es la paz”, y puesto que ni soy venezolano ni vivo en Venezuela, sino a cuatro mil kilómetros de distancia, no creo tener información suficiente que me dé autoridad para posicionarme sobre el tema”.

@DulceMRamosR
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