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“Fire Saga” busca capturar el espíritu de Eurovisión

Este año, a falta del festival como consecuencia de la pandemia, Netflix trae una propuesta que engloba la excentricidad y diversidad de los participantes del evento que tiene millones de fans

  • LUCÍA ROJAS OLIVIER

07/07/2020 01:00 am

Este año el festival que llena de música por una noche entera a toda Europa no podrá celebrarse debido a la pandemia del coronavirus. En lugar de trasladarnos a Rotterdam, Holanda, donde este mes se celebraría la edición 65 de Eurovisión, Netflix trae una propuesta que engloba la excentricidad y diversidad de los participantes que cada año representan a sus países en ese concurso, para contar la historia de Fire Saga.

La cinta, de dos horas de duración, tiene como protagonistas a Will Ferrell y Rachel McAdams, quienes se encargan de dar forma a esta especie de parodia y tributo al Festival de la Canción Europea que, por momentos, asoma tintes de comedia romántica, pues la apuesta de la producción es llevar la esencia de esa competición a quienes no están tan familiarizados con ella, o nunca la han visto, pese a que ha servido de plataforma a figuras de la música mundial como la agrupación Abba, Olivia Newton-John y Céline Dion.

La dirección está a cargo de David Dobkin y el guión es del propio Wil Ferrell, en colaboración con Andrew Steele.

Eurovision Song Contest: The story of Fire Saga comienza con Ferrel interpretando a un niño (Lars), cuyo sueño más anhelado es poder representar algún día a su país en el espectáculo europeo, y que además éste gane por primera vez la competición. Con el tiempo esos sueños se ven pisoteados por sus compatriotas y su propia familia que ve con incredulidad el talento musical del chico.

Años más tarde, desesperado y sin esperanza, el islandés forma un dúo con su compañera sentimental (Sigrit): Fire Saga, con el que posteriormente, de manera atropellada y contra todo pronóstico, llegan a ser los elegidos para ir como la federación de Islandia a un hipotético Eurovisión 2020.

A partir de allí, comienza un recorrido por toda clase de espectáculos musicales, algunos muy estrafalarios, como es usual ver cada año en el festival, con rivalidades y mucho humor -al mejor estilo de Ferrell-, que zambullen al espectador en lo que es el espíritu de este concurso.

La trama, sin embargo, pretende ser un transmisor de los sueños, del intercambio cultural y de las emociones que viven sus participantes, y no una especie de falso documental que muestre el tras cámaras y la realización de la noche final de la competencia, por lo que a lo largo de dos horas, se verán aspectos que desentonan con la realidad de Eurovisión; a saber, el recuento definitivo de la puntuación; cómo los países llegan a la final, y el proceso de elección. Para los más exigentes “Eurofans”, esto desvía el objetivo de la producción.

No obstante, los cameos son un punto importante en la cinta, mostrando a varios de los más destacados participantes de los últimos años: la famosa Conchita Wurst, primera ganadora transgénero; la cantante israelí Netta, que se hizo con la victoria en 2018; Alexander Rybak, quien representó a Noruega y ganó en 2009, y el presentador irlandés Graham Norton, quien en la vida real ha sido comentarista del show durante la última década.

Una de las actuaciones más aplaudidas por la crítica es la del británico Dan Stevens, quien cuenta con su propio arco narrativo en la historia y que, al principio, se muestra como el villano de la misma, aunque conforme se va desarrollando su participación, su personaje se convierte en uno de los más carismáticos dentro y fuera de los escenarios.

Por otra parte, “las voces” de Rachel McAdams y Dan Stevens han sorprendido a más de uno, aunque la producción haya confirmado en varias oportunidades que no son las voces reales de los actores, y que para hacer sus presentaciones trajeron al cantante Erik Mjönes, quien presta su voz a Stevens, mientras que en la de McAdams participa Molly Sandén, también cantante sueca que pasó por el festival en la versión junior de 2006 y que ahora trabaja para la organización como especialista en vocalización.

Aunque la imitación de las canciones y la excentricidad de las puestas en escena de Eurovision Song Contest: The story of Fire Saga parezcan por momentos una burla a la tradición del festival, esta propuesta fílmica no deja de ser una invitación a los espectadores a que se unan a esta fiesta que celebra cada año el viejo continente, y que aunque sea europea en esencia, su seguimiento va en ascenso en otros rincones del mundo.

@LuRoj
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