Los acontecimientos del año en curso siguen sorprendiendo a todos por la rapidez de los hechos que, pareciera, llegaron para cambiar el mundo en que vivimos, justo cuando el medio digital toma tanta relevancia a la hora de informar y relacionarse, el grupo de hackers sin nombres Anonymous, ha lanzado a las redes supuestos documentos gubernamentales que comprobarían varios de los negocios sucios que hasta el momento permanecían como teorías de los “conspiranoicos”. Entre las bombas arrojadas en Twitter se encontraría una muy oscura: la que vincula a varios políticos y personajes influyentes de las ultimas décadas a una red de pedofilia internacional promovida y fundada por el fallecido multimillonario Jeffrey Epstein.

Aunque el juicio fue reciente y de conocimiento público, Epstein fue procesado en julio de 2019 con pruebas contundentes que incluían denuncias hechas desde 1996 y que lo señalaron de construir una red piramidal de prostitución y tráfico de mujeres. Ahora, Netflix pone más leña al fuego en medio de la conmoción por las supuestas revelaciones que hiciese el grupo de estos anónimos, y pocos días después estrena el documental Jeffrey Epstein: asquerosamente rico que en este momento se posiciona en el puesto #1 de tendencias en Venezuela.

La miniserie toca temas sensibles como pedofilia, violaciones y el abuso de poder de un hombre que a los ojos de sus victimas llegó a convertirse en inmune a la justicia.

Jeffrey Epstein fue un financista estadounidense, nacido en Nueva York, que aparentemente se suicidó dos días después de ser condenado a por lo menos 40 años en el Centro Correccional Metropolitano de Manhattan. El sujeto llegó a convertirse en una personalidad muy influyente que estelarizaba principales artículos de revistas elististas en la década de los 90. Fue reconocido en su momento por la inmensa fortuna acumulada, que hoy se estima en casi 600 millones de dólares, e incluye mansiones en Nueva York, Miami Palm Beach, Nuevo México, un departamento en París, aviones y una isla privada en las Islas Vírgenes del Caribe.

Su historia comienza cuando lograr obtener un trabajo como profesor de matemáticas y física, puesto para el que no tenía la titulación necesaria pues nunca llegó a culminar la universidad; cuando fue descubierto logró zafarse de la situación utilizando su ya refinado encanto para luego impulsarse como financiero en el banco de inversiones Bear Stearns; tiempo después formaría su propia firma, J. Epstein & Co. Su nombre, quizás, se volvió viral por primera vez a nivel internacional en 2008 cuando fue acusado por delitos sexuales de los que se declaró culpable, pero logró salir intacto a los tres meses por un acuerdo al que llegó con el Secretario fiscal del Distrito Sur de Florida, para ese entonces Alexander Acosta, a pesar de haber sido denunciado por al menos 40 mujeres.

La policía de Palm Beach se mantuvo en investigaciones desde 2005, cuando los rumores que rondaban su mansión se hacían cada vez más difíciles de ocultar, y aunque de ese primer intento de condena Epstein salió ileso, más tarde, en 2017, su nombre volvió a la palestra cuando el movimiento #MeToo tomó la palabra. Nacido en principio contra el también conocido acosador sexual de Hollywood, Harvey Weinstein, aquel alzamiento que tuvo su origen en los pasillos de los grandes estudios de cine, arrastró también al multimillonario, promoviendo la reapertura de su caso.

La serie desenmascara la estructura manipuladora que repetía Epstein, una y otra vez, para abusar de sus victimas, que en muchos de los casos no pasaban de los 15 años. Y también, cómo el patrón de estás se repetía; chicas de barrios humildes, vulnerables y con problemas económicos a las que él acobijaba cual hada madrina, pero escondiendo el lobo feroz que realmente era. Al momento de sentirse expuesto, utilizaba su influencia y dinero para encubrir cualquier “inconveniente” que pudiese destapar las perversiones que en sus propiedades tenían lugar.

Aun cuando en los cuatro capítulos que la conforman, la serie de Nerflix no añade otras pruebas que las ya reveladas en el caso, no dejan de conmover las emociones, los testimonios y la cantidad (que sigue extendiéndose) de mujeres que sufrieron en manos de este depredador, cuando aún eran muy jóvenes. Y eso, precisamente, ha sido el foco que han dado al documental sus creadores Lisa Bryant, James Patterson y John Connolly: darle voz a aquellas que por años fueron silenciadas a causa de la pirámide alterna de Epstein, la de los contactos importantes que lo hacían intocable. En la producción se mencionan, entre otros, a Bill Clinton y el Príncipe Andrés de Inglaterra.

En ese sentido, Asquerosamente rico manifiesta cómo muchos de los colaboradores -abogados, políticos, fiscales- de Epstein curiosamente aparecían en una lista de contactos de gente a la que el ex magnate facilitaba los servicios sexuales de estas chicas y que se presume luego podría chantajear y manipular si no le retribuían estos favores. El encubrimiento de varias de estas personas por las que aún se clama un juicio, es un sabor amargo que deja la producción de Netflix.

A pesar que los capítulos de la miniserie cuentan únicamente la historia de las victimas, y el lamentable vínculo que las unía, sus episodios no se explayan en investigar a profundidad lo que todavía inquieta a muchos y que vuelve a ocupar las primeras páginas de la prensa: ¿Quién fue realmente Jeffrey Epstein?, ¿qué pasado había detrás del hombre que pudo burlar tantas veces la justicia y armar un esqueleto de perversiones a tal escala?, ¿por qué el documental no llega, con la ayuda de especialistas, a elaborar el perfil psicológico de este connotado depredador sexual?