Pearl Jam estiliza el grunge con su nuevo disco
"Gigaton" es el undécimo y mejor álbum de la banda en las últimas dos décadas, llevando rabia y sensatez equilibrada
Han pasado casi siete años desde que Pearl Jam editara su décima placa Lightning Bolt (2013), un trabajo cuestionado por sus fanáticos, pero que despachó algunos de los temas más representativos de su gira.
Si tuviésemos que hacer un símil entre Gigaton y las tres décadas de Pearl Jam, éste se reflejaría en la manera de mostrar el orden de los discos. Su comienzo es enérgico y fuerte, con un track como Who Ever Said, que nos recuerda esa manera de iniciar un álbum desde la época de Vitalogy (1994). Esta pieza bien podría insinuar una mueca a (I Can't Get No) Satisfaction, de The Rolling Stone, cuando Vedder canta: “Quien dijo que todo se ha dicho/ Renunciar a la satisfacción”… Un llamado esperanzador de estos tiempos.
A mitad del disco las piezas se suavizan, la tranquilidad toma su rumbo, aparece un Gossard con Buckle Up, recuperando su liderazgo compositivo de los primeros años de la banda, y por ahí McCredy hace lo suyo en Retrograde. Todos componen, se intercambian instrumentos y dignifican el concepto de banda, con la solidez que merece.
Expertos en lidiar con situaciones adversas, una gira cancelada y un ambicioso lanzamiento, Pearl Jam tuvo que conformarse con lanzar videos en su canal de YouTube para presentar el día de hoy su onceavo disco de estudio, Gigaton (2020), en plena pandemia viral. Disponible en plataformas streaming hasta que pase la cuarentena y sea distribuido en vinil en discotiendas. El álbum fue producido por la banda junto con Josh Evans, lo que le da una perspectiva diferente de lo que venían haciendo con Brendan O'Brien.
A pocos meses de cumplir 30 años de carrera, la banda liderada por Eddie Vedder (voz y guitarra), Mike McCready (Guitarra), Stone Gossard (Guitarra), Jeff Ament (Bajo) y Matt Cameron (Batería), muestra una docena de canciones que conectan con sus raíces, recurren a la rabia, se apegan al sosiego musical, hablan de la esperanza, política, medio ambiente y ceden ante alguna experimentación sutil. Sin dudas, el mejor disco de Pearl Jam desde el aplaudido Yield (1998).
Dicen que con el tiempo los pasos que damos se vuelven pausados pero firmes. Así se podría resumir Gigaton, un disco que se presentó con Dance Of Clairvoyants, como primer sencillo, y fue un golpe en la mesa para sus fanáticos. Ese guiño a Talking Heads, con la ira desmedida de Vedder sobre un post-punk de base funk, emocionó a detractores y asustó al seguidor radical. ¡La banda ha cambiado! Cuando presentaron Superblood Wolfmoon, con una aplicación especial donde había que buscar la luna par oír el avance, el sonido garage, hacia el punk, incentivó la expectativa y calmó a otros.
Un nuevo sencillo, acompañado de un videojuego que simula el recordado Space Invaders, mostraba a Quick Escape, un tema más solido, además el más poderoso y político del disco, con el que marcaban su declaración rock. “¿Hasta dónde tenemos que ir entonces para encontrar un lugar donde Trump no haya jodido todavía?”, canta eufórido Vedder. Ese bajo de Jeff con reminiscencia de Led Zeppelin y un saludo simbólico al U2 del clásico Bullet the Blue Sky, es emancipado al final por un solo de guitarra, casi heavy metal, cortesía de Mike.
Gigaton estiliza el sonido grunge del que los integrantes de Pearl Jam son los únicos sobrevivientes y con la facultad de seguir escribiendo la historia de ese sonido, dándole capas de longevidad a su antojo. Take the Long Way, por ejemplo, tiene un aire a Soundgarden, evidentemente porque fue compuesta por Matt Cameron, quien se sigue abriendo paso dentro de los aportes en la banda. Never Destination inyecta velocidad y energía, justamente como lo que supone esta placa, una revisión del trademark histórico del grupo.
Hay espacio para los mid-tempos como la inspiradora Seven O'Clock, otra de las canciones destacadas en el álbum; encontramos minimalismo como en la acústica Comes Then Goes que parece escrita para Chris Cornell (“¿Dónde has estado? ¿Puedo encontrar donde echarle vistazo a mi amigo? No sé dónde o cuándo se fue uno de nosotros”), y la ya conocida River Cross, que cierra los 57 minutos del disco. ¡Es cierto! Eddie cada vez más se asemeja a su ídolo Bruce Springsteen, parece envejecer como su mentor.
Si tuviésemos que hacer un símil entre Gigaton y las tres décadas de Pearl Jam, éste se reflejaría en la manera de mostrar el orden de los discos. Su comienzo es enérgico y fuerte, con un track como Who Ever Said, que nos recuerda esa manera de iniciar un álbum desde la época de Vitalogy (1994). Esta pieza bien podría insinuar una mueca a (I Can't Get No) Satisfaction, de The Rolling Stone, cuando Vedder canta: “Quien dijo que todo se ha dicho/ Renunciar a la satisfacción”… Un llamado esperanzador de estos tiempos.
A mitad del disco las piezas se suavizan, la tranquilidad toma su rumbo, aparece un Gossard con Buckle Up, recuperando su liderazgo compositivo de los primeros años de la banda, y por ahí McCredy hace lo suyo en Retrograde. Todos componen, se intercambian instrumentos y dignifican el concepto de banda, con la solidez que merece.
Pearl Jam no tiene nada que demostrar, experimenta según vaya digiriendo las melodías y sus circunstancias. Después de 30 años sería inútil pedirle que hagan ¿ska?, ¿reggae? Lo suyo es preservar el legado del rock alternativo, el que amoldaron; entregar himnos en directo y hacer de sus shows una comunión en la que sus fans se sientan como en casa, cantando sus temas, en conciertos que superan las tres horas.
En tiempos de streaming, Pearl Jam es una máquina de canciones que volvió a encontrar una brújula dentro del concepto de disco, enalteciendo sus influencias desde la base de su trademark dentro del rock alternativo. Gigaton trae equilibrio a su fórmula sonora, se adentra en las emociones, apela a la sensatez y muestra la naturalidad de una banda destinada a construir su espacio en la atemporalidad.
@WilliamPadron
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