José Gregorio Rodríguez (Chichiriviche de la Costa, 1984) trabajaba como redactor para agencias de Chile y Panamá, y community manager del restaurant Favola y la discoteca Fitz. Pero sus aspiraciones iban más lejos. Quería ser dramaturgo, y México, donde actualmente presenta el microteatro La rebelión del pene, le ofreció esa oportunidad.
Ya había ganado un premio de la Universidad Iberoamericana de Nuevo León, con ¿Quién eras tú? ¿Quién era yo?, sobre el alzheimer, pero llegó a ese país como guionista de telenovelas.
La realidad, sin embargo, lo llevó al teatro comercial, en el que se abre paso. Cincuenta obras escritas y 70 montajes en ocho países, en 2019, y una apretada agenda internacional para un año que apenas comienza, le permiten afirmar con satisfacción:
"Puedo decir que vivo de mi escritura. En Venezuela nadie me paraba como escritor, y ahora que estoy aquí, me buscan", declara orgulloso de sus montajes en Guatemala, Uruguay, México, Ecuador, República Dominicana, Perú, Estados Unidos (Miami, Tampa y Nueva York) y Venezuela.
Aunque afirma preferir el drama, "historias que toquen la fibra de las personas", se dio cuenta de que "la gente va al teatro a reírse. Tengo dramas e historias complejas, pero a los productores no les interesa, porque no venden. Y es lamentable", sostiene.
Con Dos viudas y un difunto, presentada en noviembre en el Festival de Mujeres en Escena de Nueva York, cerró el año, y ya tiene confirmados para febrero Solteros en San Valentín, Perfume de mujer, La última cena y Baño de mujeres, en República Dominicana, y Sesiones de parejas en Perú. En abril repite en Dominicana con Celosa yo, y en junio Solteras en guerra y Dos viudas y un difunto, en Uruguay.
Todo empezó en 2016, con una convocatoria de Televisa para una beca de "guionismo", en la que fue uno de los 20 seleccionados entre más de cuatro mil aspirantes. Hoy es guionista y escritor de la productora Cilantro Media, desde donde escribió dos capítulos para la serie Tu voz estéreo, de la colombiana Caracol,
"Siempre quise venir a México. En Venezuela ya no había oportunidades. Así que cuando gano la beca, ni lo pensé. Hice maletas y me vine. Estando aquí, el mismo día perdí a mi abuela de 104 años y a mi tía. Eso me duele todos los días y me da culpa, pero la necesidad nos lleva a buscar otras oportunidades para ayudar a nuestros familiares", admite.
Estudió Comunicación Social en la Universidad Santa Rosa, además de un diplomado de actuación y cursos de escritura en el Icrea. "El teatro es vida. A mí me salva constantemente", puntualiza.
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