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Jorge Palacios: “El del Rey Lear es el papel de mi vida”

“Soy más venezolano que español y por eso no me voy”, expresa el actor a los 54 años de su llegada y 80 de edad, y quien acaba de recibir elogios por su desempeño en el clásico shakespeariano

  • AQUILINO JOSÉ MATA

19/01/2020 01:00 am

A sus 80 años y con más de medio siglo de vida artística en Venezuela, a Jorge Palacios le propusieron hacer El rey Lear, una de las tragedias más reconocidas de William Shakespeare, que para más señas nunca había sido representada en nuestro país. La propuesta le vino de la Asociación Cultural Humboldt, concretamente del director del montaje, Gerardo Blanco López, quien adaptó con el productor Federico Pacanins esta versión del clásico del dramaturgo inglés, realizada por el gran poeta chileno Nicanor Parra.

“Lo acepté de inmediato -exclama sin titubear-. Para un actor es como un sueño cumplido hacer ese personaje, que es posiblemente el más grande, no solamente de la obra de Shakespeare, sino del teatro universal”. Y mejor decisión no pudo haber tomado, teniendo en cuenta los nutridos y largos aplausos y vítores que le tributaba de pie la enfervorizada audiencia, luego de cada una de las funciones presentadas en diciembre pasado en la venerable sala de San Bernardino.

-Para proponerte hacer ese rol tienes que estar muy bien considerado por quienes te lo ofrecen. Es un personaje que pasa por todas las emociones a lo largo de su existencia, algunas bastante extremas. Es un reto enorme que exige una memoria privilegiada, sobre todo si lo haces en teatro. Las versiones de El rey Lear que he visto en cine y TV son menos complicadas en este sentido, porque hay cortes y ediciones que simplifican este aspecto, pero para las tablas, en vivo, es otra cosa.

-¿Cómo describe al personaje dramatúrgicamente?
-Es un personaje comprometido, dificilísimo, pasa del poder absoluto a no tener nada, sufre la traición de dos de sus hijas y el amor inmenso de su otra hija, que es el ser que más lo quiere. Es una oportunidad única que como actor tienes en la vida. Me entregaron el texto con las correcciones que le hicieron el productor general, Federico Pacanins, y el director Gerardo Blanco. Luego trabajé en sinergia con el director y le hicimos una serie de ajustes, realmente pequeños, en cuanto a parlamentos un poco enredados para su comprensión o en escenas largas que fácilmente se podían resumir sin que perdieran su sentido, su naturaleza o su fuerza. Esta versión de Nicanor Parra podía llegar a las tres horas y media, tal vez cuatro, pero con la nuestra quedó en 3 horas y 15 minutos, con el intermedio.

-¿Le costó memorizar un texto tan exhaustivo?
-Fueron cuatro meses de intenso trabajo. Me apliqué a memorizar, estudiar y desentrañar el texto y a “facilitarlo” en cuanto a la manera de decirlo, de expresarlo. Estoy ya en una edad en la que uno está perdiendo la memoria en cosas tontas, pero para mi asombro me enfrenté en una forma tan positiva que a los dos meses me sabía el texto de arriba a abajo, a pesar de su enorme dificultad, pues es poético en cuanto a su ritmo y sus melodías y adaptado además por un poeta como Nicanor Parra, que lo consideró el mejor trabajo de su existencia. Para mi propio asombro, y del director Gerardo Blanco López, fui el primero del elenco que se supo el personaje.

-¿Es el rol de su vida?
-Sin duda. Es el más retador que he hecho en mi trayectoria. No hay actor en el mundo occidental que no aprecie este personaje.

"Soy el único afortunado que con 80 años he logrado interpretar al rey Lear", dice Palacios (Foto LIL QUINTERO)

-¿Vio previamente las versiones de El rey Lear que se han hecho en cine y TV?
-Las vi todas, o casi todas, entre ellas Ram, la versión de Akira Kurosawa, así como las inglesas de Laurence Olivier, Paul Scofield, Anthony Hopkins y Ian Mc Kellen, también varias versiones latinoamericanas y una española. Pero yo quise construirlo de acuerdo a mi propio concepto de lo que Shakespeare quiso decir con este personaje. Por ejemplo, en muchas de las versiones se les olvidaba que el rey, dentro de su locura, tiene momentos cómicos, pues la demencia lo lleva a realizar hechos que, dentro de su dramatismo, pueden ser muy divertidos, afectados por su senilidad. Hay versiones que han convertido esta pieza en algo muy oscuro, trágico, sin ningún resquicio de los contrastes que establece Shakespeare. Esa parte yo nunca quise que desapareciera, porque con ello, entre otras cosas, respeto la voluntad y el deseo de su creador. El propio Peter Brooks, con todo lo vanguardista que era como director, hizo una película en 1971 donde se olvida totalmente de la parte de comedia que tiene esta obra dentro de la tragedia. Además, soy el único afortunado que con 80 años he logrado interpretar al rey Lear, la edad que tenía el personaje.

-¿Cómo quedaba luego de estar tres horas sobre el escenario en un papel tan demandante?
-Totalmente agotado. Llegaba a mi casa, después de los ensayos y las representaciones, a acostarme un par de horas para recuperarme y descansar.

-¿Tienen previsto repetir El rey Lear este año?
-Ojalá vuelvan a ponerla. No debería desaprovecharse esa oportunidad maravillosa. En sus 400 años, es la primera vez que se ha logrado representarla en Venezuela. Creo que hasta el propio José Ignacio Cabrujas intentó montarla, pero tuvo que renunciar. La labor de Federico Pacanins y de Gerardo Blanco de llevarla al escenario en nuestra Venezuela, con todas las dificultades actuales, es heroica, majestuosa, debe quedar en los anales de nuestro teatro como una cima.

Arribar a esa cima a estas alturas de su vida, lo ha logrado el actor con un drama shakespeariano, un buen contrapeso para las comedias de buena factura que ha presentado a lo largo y ancho de Venezuela, con indiscutible éxito, durante décadas.

-Ese quehacer dentro del mundo de las comedias importantes de los grandes dramaturgos, me ha dado enormes satisfacciones. Aparte de La jaula de las locas, que tuvo un año en el Teatro Las Palmas y después en gira por todo el país, hice Acelgas con champán durante seis meses, tres en Las Palmas y tres en el Teatro Nacional y el Círculo Militar, y luego recorriendo Venezuela durante año y medio. Fueron obras señeras en cuanto a su permanencia en la cartelera, a las cuales se unirían otras posteriormente. Ese éxito me permitió comprar mi propio local, el Teatro Plaza (en el centro comercial del mismo nombre), que me dio la posibilidad de ser productor, actor y director de éxito. Los bancos me financiaron para pagar una hipoteca durante 5 años, que tardé 18 años en cancelar hasta el último centavo, por la confianza de los bancos en mi entusiasmo hacia el proyecto. Fue una maravillosa experiencia.

-¿No le llama la atención irse de Venezuela como otros artistas?
-Ni siquiera he pensado en eso. Tengo familia que piensa que lo mejor es que me vaya, tengo hijos en España y en Estados Unidos, mi esposa (la actriz Patty Oliveros) cree que viviendo en el exterior estaríamos mejor, pero no quiero salir de esta Venezuela que tanto amo y que ha sido lo mejor que me ha pasado a lo largo de mi existencia, no sólo por lo que he hecho en el mundo de las artes, sino también por el amor que he entregado aquí a mis parejas venezolanas y a mi esposa actual, que adoro. Soy venezolanísimo, estoy entregado a este país aunque haya nacido en España. He asumido ser venezolano con toda mi alma. Y lo más maravilloso es que Venezuela también se me entregó y me dio lo mejor de ella en todos los aspectos. Soy mucho más venezolano que español. Y por eso no me voy.

-¿Qué recuerda de su época televisiva?
-De mis años en RCTV recuerdo todas las telenovelas famosas que triunfaron en el mundo entero, muy especialmente Cristal, en donde hice aquel bandido llamado Gonzalo Pallares, quien popularizó la frase de “Loquita mía” para referirse a Marita Capote, su amada en la ficción, en una subtrama de amor trágica de dos amantes que terminan matándose en un edificio en construcción, aludiendo a la película Duelo al sol (1946), con Gregory Peck y Jennifer Jones. Fue el director, Juan Lamata, el que quiso hacer una versión de ese amor. Nosotros fuimos los maestros de las telenovelas y todo el mundo las copio y aprendió a hacerlas.

-¿Cómo ve la televisión de hoy en Venezuela?
-Estamos en plena decadencia de la televisión, una decadencia forzada por las circunstancias. Cuando el dinero y los patrocinantes se van, comienzan a sentirse las dificultades para hacer cosas de verdadera altura. Yo tenía contratos de años en la televisión y hoy en día te contratan por capítulo, ni siquiera por un sueldo mensual. Lo de hoy indica que hay una crisis económica salvaje, que afecta todo lo que se hace en la producción televisiva, sobre todo los canales que están en la parrilla, Venevisión y Televen. Estas televisoras se mantienen de un modo casi milagroso, porque los anunciantes viven crisis espantosas y no pueden anunciar. Es heroica la resistencia a morir por parte de nuestros productores televisivos. Y ni hablar de RCTV, a la que le quitaron la señal de forma estúpida y absurda.

-Y lo mismo digo del mundo artístico -prosigue-, con muchachos y muchachas que quieren ser actores y están muy mal pagados. Vendiendo frutas en la calle ganan más. A veces en teatro te pagan en un mes lo que cuesta un cartón de huevos. Antes los actores vivían bien, espléndidamente, yo cobrara en miles de dólares. Estamos en una gran crisis. Me he defendido con mi actividad teatral y por mis creaciones económicas, ya que administré bien mi dinero y eso me permite vivir una vida relativamente tranquila.

-¿Cree que en Venezuela habrá un cambio?
-Esto tiene que cambiar. Esta gente llegó con el discurso de que nos darían una vida mejor a la que nos dieron adecos y copeyanos, y que teníamos derecho a tener un país evolucionado con ingresos importantísimos. La gente se lo creyó y resulta que los únicos que viven mejor son ellos, los de esa pandilla que miente, engaña y se mantiene en el poder por la fuerza de las armas. Son unos ignorantes incapaces de hacer nada bien. Somos un país riquísimo, con todo para ser de los primeros del mundo y con gente capacitada, pero desplazada por esta partida de ignorantes que lo que han hecho es llevarnos a un infierno que, lógicamente, debe tener un final. Que por cierto yo no veo tan lejano. Imposible llegar más abajo.

“¿Cómo es posible que esta gente, cada que toma el micrófono es capaz de hablar de bienestar y desarrollo, cuando somos el país que peor paga a sus trabajadores, públicos y privados, el miserable sueldo de tres dólares al mes? Los ricos son ellos, que se roban la riqueza en los campos mineros para llevarse el oro y el coltán, Cuando roban se llevan miles de millones de dólares, una moneda tan denostada por ellos. Vivimos la peor parte de la historia de Venezuela”, concluye.

De esta manera expresa su opinión, como un venezolano más, José Antonio Pérez Palacios, conocido artísticamente como Jorge Palacios, quien llegó de España hace 54 años y convirtió a nuestro país en el suyo para no irse más.

@aquilinojmata
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