Es una realidad cada vez más tocada en las cintas que las relaciones humanas nos llevan a crear conexiones en las que muchas veces es difícil separar y diferenciar el amor del apego. Esto se hace más evidente cuando al ser humano le toca enfrentar la separación física de la muerte.
Pocos podemos entender las emociones que puede sentir una madre que pierde a un hijo y mucho menos cómo se puede continuar y avanzar. Es lo que sucede con el personaje de Meche en la película Jazmines en Lídice, que mañana viernes estrena en los principales cines de Caracas, con funciones en Valencia y Barquisimeto. Dirigida por Rubén Sierra Salles, sobre una historia de Karin Valecillos.
Esta película, ganadora en el Festival del Cine Venezolano 2019 a mejor Ópera Prima, montaje y cámara, gira en torno a Meche, interpretada por Gladys Prince, quien, sumida en la tristeza, se niega a abandonar su casa a pesar del riesgo que esto implica. Perdida en su duelo, sus hijas Dayana (Patrizia Fusco) y Anabel (Rossana Hernández) quieren ayudarla, pero ellas también necesitan rehacer sus vidas. Acompañadas de Yoli (Indira Jiménez) y Aída (Elizabeth Quintanales), estas mujeres van encontrando las razones para seguir adelante y reconstruir la familia.
Destaca en esta producción el tono nostálgico y melancólico del filme, que se desarrolla durante una hora y 10 minutos, al igual que la estética que acompaña muy bien las emociones de los personajes. Quizás un defecto sea la falta de otros escenarios, pues las tomas giran en torno a la casa de la protagonista.
Sin embargo, no deja de ser interesante cómo los personajes se unen en su lucha por superar el dolor y el vacío de la pérdida y encontrar una tregua entre la culpa y la aceptación que les permita continuar. Esta estética "marchita" congruente en actores, guion y escenografía hacen del film una propuesta para ir a ver.
@LuRoj
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