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Aglaia Berlutti revive las ofelias olvidadas por la historia

La autora presentó en Halloween su segundo libro, "Ophelia ignota"

  • JORDAN FLORES

20/11/2019 01:00 am

Cuando se habla de la Opelia de Shakespeare, quizás una de las imágenes más famosas es la pintada por el John Everett Millais en 1852. Poco se sabe que la modelo de esa Ofelia, de nombre Elizabeth Siddal, tuvo prolífica carrera como poeta y pintora, aunque nunca se pudo deslastrar de su imagen como la musa de la Hermandad de los Prerrafaelistas.

La historia de Elizabeth y otras ofelias que han pasado desapercibidas en un mundo literario aún dominado por el hombre, son el tema que aborda la escritora y fotógrafa Aglaia Berlutti en su segundo libro, Ophelia Ignota, el cual fue presentado el pasado 31 de octubre -Noche de Brujas-, en La Poeteca.

El libro, publicado en la colección Escolios de la editorial Taller Blanco, consiste en seis ensayos que van desde los relatos de todas esas mujeres escritoras que fueron y las que nunca serán, la incapacidad de entender su necesidad creativa por parte de la sociedad; hasta reflexiones sobre la banalidad del mal estudiada por Hannah Arendt, y una declaración sobre el espíritu que mueve a todos los que aspiran ser escritores, indistintamente de su sexo.

Señala que aún en la modernidad, aunque en menor medida que antes, persiste una tendencia a etiquetar a las mujeres escritoras en determinados géneros como el romance o la poesía. Ella, como autora de historias de terror, confiesa que en más de una ocasión ha tenido que apelar a las siglas en su nombre para ser seleccionadas en concurso y antologías.

Por ello parte de la razón por la que decidió adentrarse en un género generalmente atribuido a lo masculino: El ensayo.

Berlutti afirma que más que una persecución contra la mujer, en la antigüedad había una invisibilización, un paradigma que veía normal el que sirvieran para determinadas tareas, mientras la labor creativa o científica sonaba imposible para ellas.

"Agradezco vivir en este tiempo. Me preocupa saber que si hubiese nacido varios años antes, me habría sido imposible hacer lo que hago", comenta.

Para ella la verdadera igualdad se alcanzará cuando se juzge un autor o personaje por su contenido, y no por su género.

Cuenta que el interés por la figura de Ofelia proviene de lo que ella define como una "móbida fascinación con la muerte". Esa imagen de la belleza de su cadáver flotando en el río, es un recurso que también ha replicado varias veces en sus fotografías. 

A diferencia de su primer libro, Bruja urbana, donde recoge las anécdotas de su herencia pagana y en ritos celtas, los cuales afirma, escribió con la emoción y alegría de ser el "libro de su adolescencia", con Ophelia ignota desea plasmar el libro de su madurez, de sus reflexiones como adulta, aunque no descarta en el futuro retomar la narrativa.

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