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DIANA RANGEL

MIRADA EXPUESTA | “Voces de un lugar imposible”

La artista visual y psicóloga caraqueña participó en la colectiva “Al encuentro” con una serie de carácter testimonial que da voz a algunos de esos jóvenes invisibles que habitan en barrios de Petare

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

17/11/2019 01:00 am

La fuerza silenciosa, pero no por ello menos conmovedora, del trabajo con el que la artista visual y psicóloga Diana Rangel (Caracas, 1987) participó en la exposición Al encuentro, presentada en la Sala TAC, de Trasnocho Cultural, con la curaduría de Elizabeth Schummer, Johanna Pérez Daza y Carlos Ancheta y la producción de Espacio Anna Frank, radica en la fidelidad con la que la autora recoge los testimonios de un grupo de jóvenes de las zonas más empobrecidas de la ciudad. La serie se titula Voces de un lugar imposible y abarca crónicas escritas, videos y testimonios fotográficos.
Brayan, Julián, Keinel, Rubén y Wilmes son los jóvenes que a los que muchos tildarán de “malandros”, pero que en el acercamiento que propone Diana Rangel, son muchachos que, como cualquiera, tienen sueños, aspiraciones, deseos, frustraciones, creencias y marcos de referencia del entorno que mejor conocen por su hábitat.



Rangel cuenta cómo dio con estos muchachos, voces de un lugar imposible. Fue en 2011. “Nuestros intercambios llegaron a la fotografía, a la narrativa, a buscar contar alguna historia, explicar algunos significados. Meses después pasaron muchas cosas. Tantos ellos como yo empezamos a cuestionarnos las prioridades de nuestras vidas. Algo sucedió en este intercambio. Muchos de ellos descubrieron algo diferente en sí mismos y decidieron seguirlo; otros no”.



El vínculo que estableció la artista visual con estos jóvenes, nutrió a ambas partes. Ellos, Brayan, Julián, Keinel, Rubén y Wilmes, descubrieron una nueva forma de expresarse, la fotografía, y Rangel se adentró en el mundo de unos muchachos a los que sus circunstancias de vida han orillado hacia la ilegalidad, la delincuencia.

Brayan escribe canciones. Julián sueña, desde la puerta de su casa, con tener un empleo, poder comprarse un carro y tener un hijo. Keinel separa las fotos buenas de las malas; las primeras corresponden a su lugar de trabajo, por ejemplo; las otras, la que ha puesto en el lado malo, son las que retratan peleas y robos. Rubén se sorprende porque en todas las fotografías que tomó aparece un edificio o un “Simoncito” a través de rejas. Y Wilmes dice que es buen amigo, amante y estudiante, que es otra persona cuando se arregla.

Sin necesidad de construir elaborados discursos, Voces de un lugar imposible es, como bien lo afirma Diana Rangel, “un aporte desde la psicología clínica, social y el arte contemporáneo a lo que entendemos por violencia en Venezuela”.



mirada.expuesta@gmail.com
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