El histrión vino por pocos días a Caracas desde Bogotá, donde reside, para las ya mencionadas funciones de Camas, que así se llama el aludido monólogo, escrito a cuatro manos con su padre, el fallecido actor Luis Abreu. También aprovechó su visita para estar presente en la conferencia de prensa de La noche de las dos lunas, el más reciente filme de Miguel Ferrari, que estelariza con Mariaca Semprún y Prakriti Maduro, cuya fecha de estreno está prevista para el viernes 25 de octubre y, por supuesto, para visitar a su familia y otros afectos, dado el largo tiempo que tenía sin venir.

-Es un unipersonal de humor sencillo -adelanta en torno a su más reciente proyecto artístico-. Relato en clave de comedia toda la cantidad de cosas que suceden durante nuestras vidas en ese mueble subvalorado, el universo donde nos procrean y dormimos, debajo del cual te escondías cuando tus padres te buscaban para reprenderte, donde sueñas y pasas buena parte de tus ratos de ocio. Me paseo por todos los momentos del ser humano, desde la creación (en una cama) hasta la muerte (en una cama). Solamente durmiendo, pasamos en ella casi un tercio de nuestra vida. He hecho funciones en Caracas, Puerto Ordaz, Puerto La Cruz y Maracaibo. Luego de aquí lo llevaré a Panamá, Ecuador, Chile, Paraguay, Argentina y Estados Unidos.

Del seriado sobre Bolívar, emitido por Netflix en 180 países con una notable respuesta de sus suscriptores a través del sistema de video bajo demanda, el actor experimenta ahora una doble satisfacción, dado los resultados de su estreno en señal abierta hace tres semanas en Colombia, a través de Caracol TV, pues ya supera en rating por amplio margen a sus competidores de otros medios. Es líder en su franja horario, logrando una diferencia de más de 70% con su competidor más cercano (11,7 vs 6,7 en rating). Además, es el producto dramatizado más visto de Colombia en el primetime (de 9:00 pm a 11:00 pm), con un promedio diario de más de cinco millones de televidentes.

-La de Bolívar me parece una experiencia invalorable -dice-. A raíz del éxito que tuvo en Netflix me han llegado, y me siguen llegando, mensajes maravillosos de varios países. Me escribió Lolita Flores (la cantante y actriz, hija de Lola Flores), sin conocerme, para decirme que le encantó y a partir de entonces nos hemos hecho amigos. Lo mismo me han dicho una buena cantidad de venezolanos que están fuera. Manifiestan que la serie les ha permitido reencontrarse con la historia del Libertador. Ahora en Colombia dobla en rating al programa que iba antes en su horario y junto al reality de canto Yo me llamo son los dos programas más vistos en este momento. En 2020 se transmitirá en otros canales de señal abierta del resto del mundo.

-Por encima de las discrepancias, creo que las cosas más importantes de la vida del Libertador están reflejadas allí. Quiero puntualizar que no se trata de un documental. Como toda serie dramatizada, tiene que tener ficción y eso es muy válido. No existe ninguna producción histórica de este tipo basada exclusivamente en hechos reales, pues es un género que tiene que tener su cuota de ficción. Es la primera vez que se cuenta a Bolívar como un hombre hecho y derecho, no el de la estatua. Está hecha, escrita y producida con mucha admiración y respeto por el personaje, sin perder esa esencia de héroe que queríamos reflejar. Es una obra muy interesante sobre la historia, tanto nuestra como del Continente. Hacer un Bolívar que le guste a todo el mundo es imposible.

-Me quedé en Bogotá descansando, hasta ahora, que he retomado mi actividad actoral con el monólogo, que he estado ensayando desde hace meses. No me siento un emigrado, el chamo es el que más nos hizo pensar en quedarnos en Colombia a mí y a mi esposa (la actriz y modelo venezolana Claudia La Gata), por el colegio y su tranquilidad. Además, profesionalmente no tengo mucho que hacer en Venezuela.

-En el poco tiempo que he tenido aquí, he visto a una ciudad empobrecida, con menos luz y una grave carencia de servicios básicos; es muy complicado comprar pan y las cosas del día a día en general, no pasan las tarjetas de crédito… lo veo todo muy complicado. Veo también que la gente se va adaptando a todo esto, pero es su manera de subsistir.

-Retrocedimos a 1800, haciendo trueques. Estamos cada vez peor. No encuentro avances en nada, me duele decirlo pero es así. No me quiero deprimir, me encanta estar aquí, compartir con la familia, ver el Ávila, salir a comer con los amigos y ver a tanta gente querida. Esos sentimientos subsanan las cosas que no funcionan, pero son como trapitos calientes.

-Eso no lo diré. Han expropiado todo, pero me acuesto todos los días con la esperanza de que ojalá me sorprendan y tenga un feliz despertar. Nunca negaré la posibilidad de un cambio, es lo que más deseo en el mundo. Así como me gustaba ver Playa el Agua llena de gente de punta a punta, deseo ver un día el aeropuerto de Maiquetía con miles de venezolanos regresando. No quiero perder la esperanza de que esto cambie. Es mi ilusión…