La poesía venezolana del siglo XX deja ver su riqueza
"Rasgos comunes", editada por Pre-Textos, se presentó en Ciudad Banesco
Por su libro Rasgos comunes, Juan Sánchez Peláez recibió el Premio Nacional de Literatura en 1976. Más de 40 años después, Antonio López Ortega, Miguel Gomes y Gina Saraceni escogen el nombre de ese libro para titular una ambiciosa antología de la poesía venezolana del siglo XX, que fue presentada el martes en los espacios de Ciudad Banesco.
La tecnología digital permitió que los tres antologistas, ubicados en puntos del planeta distantes, se mantuvieran en contacto durante cuatro años, con el resultado de este trabajo que, al decir del presidente del Instituto Cervantes de España, Luis García Montero, "abre una compuerta para el conocimiento de la literatura venezolana".
El libro, que reúne 37 autores en mil 200 páginas, se remonta a los orígenes del siglo pasado, y evidencia una línea de continuidad que le permite a López Ortega expresar sin ambages que nuestra poesía es, sin duda, "de las más importantes del universo suramericano".
"Una cosa fundamental fue el cierre de siglo, valorado con una distancia de dos décadas", responde consultado sobre la justificación de una nueva antología poética. "Obviamente se han hecho importantes antologías anteriormente. Están la de Arráiz Lucca, la que hizo Julio Miranda en Puerto Rico, la de Yolanda Pantin y Ana Teresa Torres y la de Joaquín Marta Sosa, entre otras, y ojalá que haya muchas más", sostiene.
La selección de Rasgos comunes comienza con José Antonio Ramos Sucre, en el inicio de nuestra contemporaneidad, y continúa con los poetas de la generación del 18, Paz Castillo, Rodolfo Moleiro, Luis Barrios Cruz, Alberto Arvelo Torrealba, entre muchos otros, que nos conectaron con la modernidad y una nueva aproximación al paisaje. Pasa por la entrada de lo urbano, con la generación del 58, donde encontramos a Eugenio Montejo, Rafael Cadenas, Juan Calzadilla, y al mismo Sánchez Peláez que, opina, "marca un antes y un después en nuestra poesía".
La revisión prosigue con las generaciones del 70 y el 80, y culmina con la presente realidad de nuestras letras, dejando ver como continuidad "el tratamiento del lenguaje, la elegancia, la calidad, la musicalidad, la sonoridad, que se mantienen como hilo conductor y lo vemos ya cerrando el siglo", dice López Ortega.
Obviamente, incluye también el redescubrimiento de numerosas mujeres precursoras, como María Calcaño, Enriqueta Arvelo o Luz Machado, y se detiene en los nuevos nombres que, dentro y fuera del país, responden hoy a la encrucijada actual que vive Venezuela.
Un libro, en fin, de "grandes árboles que no impiden, sin embargo, ver la riqueza y diversidad del bosque".
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