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Miedo sin tregua con Guillermo del Toro

Terror en estado puro es el que ofrece el laureado realizador mexicano, esta vez como productor, en “Historias de miedo para contar en la oscuridad”

  • AQUILINO JOSÉ MATA

16/08/2019 01:00 am

La serie de libros del escritor neoyorkino Alvin Schwart, Historia de miedo: relatos escalofriantes para contar en la oscuridad, fueron las primeras lecturas de niñez y adolescencia de muchos anglosajones en las décadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado. De este modo, se adentraron en lo sobrenatural y llenaron sus mentes de pesadillas y demonios. Este mismo año de 2019 se estrenó el documental Scary Stories, que explora el proceso creativo de estos libros y su inspiración, aunque el renacer de la colección se debe a la irrupción de la película de terror Historias de miedo para contar en la oscuridad, a estrenarse este viernes en Venezuela, que versiona para la gran pantalla algunos de los relatos. El encargado de llevar a cabo esta adaptación es el laureado realizador mexicano Guillermo del Toro, esta vez como productor, quien colocó al frente del proyecto al director noruego André Øvredal, experimentado cultor del género.

Una de las razones que motivaron a producir estos relatos al más reciente ganador del Oscar como director por su filme La forma del agua, fueron las tétricas ilustraciones que el artista Stephen Gammell hizo para los libros de Schwartz, personajes de pesadilla que en la cinta atemorizan rodeados de una turbia atmósfera, que reúne en una sola trama varias de las historias de la colección. La película transcurre en Mill Valley, donde sus habitantes viven ajenos a los nuevos tiempos y a los cambios sociales que se producen en 1968, año en el cual sucede. Allí, un grupo de adolescentes aburridos explora una mansión abandonada a las afueras del pequeño pueblo, donde vivió la misteriosa y torturada Sarah Bellow, quien dejó escritas unas historias de terror, que comienzan a cobrar vida cuando los jóvenes las descubran, estelarizadas por un terrorífico espantapájaros, un cadáver en busca de uno de sus dedos y una picadura de insecto en la cara.

Lo macabro y lo sobrenatural que ya habían puesto de manifiesto realizaciones anteriores del noruego André Ovredal, como Trollhunter (2010) y La morgue (2016), brilla con especial intensidad en esta ocasión. Nos hallamos ante un cuento de atmósfera sombría y profunda, que gira en torno a estos adolescentes en una noche de Halloween, cuando descubran en el tenebroso caserón, que se cerró tras la desaparición de unos niños, El libro de Sarah Bellows, donde las historias se escriben solas y todo cobra vida.

La pequeña Sarah había vivido una infancia torturada y dejó escritos sus horribles secretos en esas páginas de historias que se vuelven reales. Así, Tommy se tropieza trágicamente con Harold, el dantesco espantapájaros asesino que cobra vida. Auggie se mete en la boca una cucharada de jugoso guiso con el dedo gangrenado de un cadáver, que la perseguirá para recuperarlo. Y Stella se volverá loca de angustia para intentar evitarlo… y así cada noche volverán para seguir aterrorizando a espectadores y protagonistas.

El estilo narrativo está cabalmente sugerido en las declaraciones que el director noruego dio a la prensa recientemente en nueva York, con motivo del lanzamiento mundial de Historias de miedo para contar en la oscuridad

-Muchas películas simplifican a los niños y los hacen bonitos, pequeños con patinetas que dicen frases sencillas y a los que nunca asesinan. En las mías los niños mueren. Son más frágiles, pero al mismo tiempo más complejos, ven esa oscuridad y eso se extiende a este filme.

Aunque hay que decir que la audacia narrativa de Øvredal y la fascinación de Del Toro por las criaturas fantásticas y grotescas han sabido contenerse para que la película quede al nivel del público joven. Pero no hay tregua. Historias de miedo… tiene el diabólico propósito de aterrorizar. A pesar de que el mexicano ha confesado que jamás ha permitido a su hijo que vea nada tan espeluznante, él y el director estaban de acuerdo en que debían respeto al espíritu de los cuentos: “La verdadera tragedia del horror es que tus padres no te hablen de ello. Cuando eres niño, tienes curiosidad por dos cosas: el sexo y la muerte. El resto lo puedes averiguar en un manual. Muchos padres te alejan de esas cosas. Pero vivimos en el mundo real y necesitamos conocer la oscuridad para detectar la luz. ¡Ojalá mi padre y mi madre hubieran visto cine de terror conmigo!”, dijo Guillermo del Toro en la aludida presentación en Nueva York.



Pesadillas, personajes macabros y un miedo profundo no son tampoco los únicos elementos de esta historia, en la que hay unas cuantas variaciones del cine de terror clásico para niños y adolescentes. Una de ellas, muy importante, es el grupo. Acostumbrados a ver en el cine pandillas de muchachos a los que acompaña una niña, aquí la niña, Stella, es la protagonista. Además, hay que celebrar que la película recupera las imágenes de las obras originales de Stephen Gammell, en lugar de las de Brett Helquist, que las sustituyeron en los libros cuando aquellos fueron prohibidos en las listas de las bibliotecas de Estados Unidos.

Definitivamente, hay que aplaudir lo intrépido de la propuesta en un universo, el del cine dominado por Hollywood, que se inventó eso de “para toda la familia” para adiestrar los tiernos cerebros de sus futuros espectadores. “Quiero que esta sea una buena película de terror familiar -ha sentenciado Del Toro-. La familia es horror en sí misma, pero a veces, con leche y galletas, puedes encontrar algo agradable que ver”.
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