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Nubia Macías: “Ya no queremos ser ignoradas”

La periodista, socióloga y gestora cultural mexicana Nubia Macías, habla sobre su experiencia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara FIL y en la industria del editorial

  • DULCE MARÍA RAMOS

11/08/2019 01:00 am

Nubia Macías creció en un pueblo de Jalisco, México. En su casa no había biblioteca, pero por fortuna en el colegio conoció a dos maestros que de alguna manera le inocularon el amor por los libros. El primero fue en sexto grado y les mandó a leer La Ilíada de una manera muy particular, los organizó por grupos y cada uno tenía que representar un capítulo. La segunda fue una profesora en bachillerato que, en vez de entregarle informes de lectura, los sacaba del aula y hacían un pequeño picnic en el parque, allí conversaban sobre los libros y sus autores. A la par iba mucho al cine donde vio los grandes clásicos europeos. En la universidad realizó estudios en sociología; sin embargo, a los diecisietes años empezó a trabajar en los pequeños cimientos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara FIL, su experiencia en la feria más su vida en España como periodista la llevaron irremediablemente a descubrir su pasión por la lectura y los libros: “A pesar que no estudié literatura, la vida me ha puesto cerca de personas o bibliotecas y eso me ha dado otra perspectiva. Recuerdo haber leído a Saramago antes de que fuera conocido y ganara el Nobel. ¿Cómo llego a Saramago? Pues, de la mano de alguien que amaba la literatura portuguesa”.

-Usted fue parte del equipo fundador de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y también por diez años su directora. ¿Cuáles han sido los cambios y la evolución de este evento literario?
-Recuerdo que la primera feria la hicimos por intuición, eso nos obligó a trabajar mucho, más en una época que no existía la tecnología que tenemos ahora, te estoy hablando del año ochenta y siete, al equipo de relaciones públicas y a las coordinadoras les tocaba usar teletipo, hacer llamadas, viajar, tratando de convencer a un continente que veía a Guadalajara como una ciudad rara, ajena al mundo de la edición y del libro por esta cosa centralista de América Latina que solo las capitales son las que rigen las políticas de cualquier índole. De la primera edición aprendimos y entendimos muchas cosas sobre lo que es una feria, pero lo más importante es que teníamos un concepto y una misión: hacer que Guadalajara se convirtiera en un espacio de encuentro entre el norte y el sur, que la universidad tuviera una plataforma para presentar sus avances en investigación y crear un proyecto cultura para la región. La FIL nació bendita, con buena estrella, con equipos multidisciplinarios y creativos. Cuando regreso, después de ocho años de vivir en España, la feria estaba muy consolidada y en un nivel importante, pero todavía no era la feria que hoy conocemos. Durante un año fui subdirectora y luego me nombran directora. Un día, reunida con el equipo pensé: ¿Por qué ser la segunda feria más importante después de Frankfurt y no ser la primera? Recordé lo que significaba para mí en España el ser latinoamericano, que nuestro poder estaba en ser un colectivo. Y así la feria se concibió como un proyecto latinoamericano para convertirla en la número uno, para que toda América Latina sintiera que Guadalajara era su feria, que estuvieran ahí y se la apropiaran, cuando logramos eso, los mercados de derechos de Europa y Norteamérica voltearon a vernos. La dejé hace seis años y hoy es un referente del libro en nuestro idioma y una buena influencia para que otras ferias del continente también crezcan.

-Tocando otros temas del mundo literario, ¿cuál es su posición sobre #MeToo?
-Creo que los hombres tienen que escucharnos y están siendo muy reactivos. A las mujeres nos han escondido sistemáticamente, para nosotras llegar a una posición ha sido un trabajo muy duro, tienes que esforzarte el doble o el triple. En ese sentido, creo que a muchos programadores, gestores, curadores y escritores les hace falta escuchar las otras voces. Siempre ha existido un guion: los hombres escriben mejor que las mujeres y eso les da a ellos cierto poder, y si revisamos en todos los países hay escritoras monumentales, siempre tapadas por un sector de varones que no las dejan salir. En todos los ámbitos, las mujeres estamos reflexionando más sobre los espacios que nos han negado, ya no queremos ser ignoradas y desaparecidas, tenemos derecho a protestar. Cuando logremos que los hombres nos escuchen, nosotras estaremos obligadas a generar un diálogo entre iguales.

-¿Cómo ve hoy lo que fue el boom latinoamericano?
-Fue un movimiento generado por una agencia literaria, en ese momento Carmen Balcells fichó a los grandes escritores y los llevó a otra dimensión. Sin embargo, todo el mundo habló de García Márquez como el creador del realismo mágico y se olvidaron de Elena Garro, quien escribió una de las novelas más emblemáticas de la literatura del siglo XX y tiene una fuerza narrativa y un realismo mágico excepcional; también se ignoró a una escritora como Rosario Castellanos. Si empiezas a desglosar por países muchas escritoras fueron ignoradas del boom, por fortuna ahora se están reeditando. El boom puso a Latinoamérica en un punto y eso me parece bien, pero qué pasó después del boom. Fue algo tan poderoso que terminó opacando la gran calidad literaria de otros escritores, por eso se siente un agujero negro en la literatura latinoamericana. El boom permitió que Latinoamérica estuviera en la boca de todos, pero lamentablemente no supimos aprovecharlo ni capitalizarlo.

-En relación a las editoriales mexicanas independientes, ¿qué opina?
-Hay muchas editoriales buenas y que están ofreciendo voces nuevas. ¿Cuál es el principal problema de las editoriales independientes de México? El mismo que el resto de los latinoamericanos, todos están concentrados en producir cierta literatura para el mismo público y no saben cómo hacerla circular. Consideran la producción del libro hasta un punto y siguen siendo muy tradicionales en la forma de acercar los libros a los lectores. Toca reflexionar, inventarse otras formas de circulación, pensar si el editor está formando lectores o solo produce por producir. De no cambiar las editoriales independientes seguirán padeciendo los mismos errores, estarán obligadas a cerrar o vivir en condiciones muy precarias.

-¿Qué ha significado en su vida la literatura?
-Libertad, recreación, aventuras, viajes, formación.

-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Nubia Macías?
-Siempre ha sido una ventana llena de curiosidad y escepticismo. También es una ventana que me permite ser más combativa, ya que no me gusta la marginalidad que han sufrido las mujeres en la literatura y la cultura. Gracias a los libros encontré la libertad e intento vivir en esa libertad, a ser una ciudadana del mundo y generar pequeños cambios en la sociedad.

@DulceMRamosR
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