SPOILER ALERT. No siga leyendo si usted no vio Vengadores: Endgame, ya que si no lo ha hecho todavía (altamente reprochable porque ya pasaron dos meses) esta nota arruinará su emoción. Marvel cierra la tercera fase de su universo con Spider-Man: Lejos de casa.
El largometraje dirigido por Jon Watts llena las expectativas de los adeptos de las historias del gigante de los cómics, pero eso sí, hay que tener paciencia. Los sentimientos siguen a flor de piel tras la desaparición física de Iron Man (Robert Downey Jr.), a pesar de que los guionistas Chris McKenna y Erik Sommers le imprimen humor a la historia protagonizada por la araña adolescente favorita de todos los tiempos, esta vez encarnada por Tom Holland, quien cada vez se ve más cómodo en la piel del icónico personaje.
Aún así, el equipo de este filme estructuró una historia que lleva a Peter Parker por un viaje de vacaciones por Europa en el que aunque está deseoso de disfrutar con sus amigos y declarle su amor a Michelle Jones (MJ), interpretada por Zendaya, no podrá librarse de sus obligaciones como superhéroe.
Spider-Man: Lejos de casa son 129 minutos de acción pura, en lo que contribuye en gran medida Jake Gyllenhaal, quien da vida a Mysterio; y los efectos visuales y de sonido. Eso sí, cuando termine la acción no se vaya. Lo aguardan dos escenas postcréditos. ¿Lo que aprenderá? Que no todo lo que brilla es oro. @yolimer
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