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Almodóvar salda cuentas con la vida en "Dolor y gloria"

El filme del realizador manchego se estrena hoy en Venezuela

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

07/06/2019 01:00 am

Aunque la vida no es, en sentido estricto, una película, para Pedro Almodóvar el cine sí es una extensión de su propia existencia. ¡Y vaya si se tardó el realizador manchego en darse cuenta de lo certera que es la famosa frase de Ettore Scola: "El cine es un espejo pintado"! Con Dolor y gloria, finalmente, el artista se ha atrevido a trazar las pinceladas de su interioridad. 

La nueva obra del autor que mejor supo capitalizar en imágenes la "movida madrileña", deja atrás las "loqueteras" -los desvaríos emocionales, digamos- de Lucy, Pepi, Bom y otras chicas del montón, Laberinto de pasiones, La ley del deseo y Mujeres al borde de un ataque de nervios para adentrarse en temas que le tocan más directamente como artista, hijo, hombre y amante. 

Dolor y gloria engloba aspectos ya abordados por Almodóvar en sus anteriores películas, pero con la diferencia de que el desparpajo, la irreverencia y ese descreimiento posmodernista que lo hicieron famoso, mutan ahora en una indagación emocional y psicológica de sí mismo. 

La madre, la infancia, el erotismo iniciático, la religión, el cine, los actores, el amor, la enfermedad, el arte, las crisis creativas y la muerte son tratados en Dolor y gloria a manera de autorrevisión, de recuerdos que surgen como la lava del volcán del alma, de idas y venidas conscientes -o con la ayuda de la heroína- a un pasado que necesita ser sopesado, puesto en su justa dimensión. 

Almodóvar se desnuda -siempre encubriéndose en la ficción- a través de Salvador Mallo (excepcional Antonio Banderas), un cineasta en el declive de su vida, con una salud deteriorada y con su pasión por hacer películas bloqueada. Como el excepcional guionista que es, el manchego arma a partir del atribulado Mallo un entramado de momentos y memorias que van configurando a un ser humano lleno de dudas, de inseguridades, de afectos, de visiones.

El ser humano que es Pedro Almodóvar está allí, en las aspiraciones y sacrificios de Salvador Mallo, en los cantos de las lavanderas, en los inevitables achaques de la vejez, en el cuerpo desnudo de un joven albañil, en el beso fugaz del amante pretérito, en los amorosos reclamos de una madre cansada y enferma... en fin, en el dolor y la gloria de una vida, cualquier vida, la de Almodóvar.

El deseo expresado en el cine de manera extraordinaria. Eso es Dolor y gloria. Y también el reencuentro con admirados actores almodovarianos: desde Banderas hasta la hermosa Julieta Serrano, pasando por Penélope Cruz y Cecilia Roth. 

Almodóvar pintó finalmente el espejo que mejor lo refleja. 

@juanchi62


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