En Cuba, los efectos de la catástrofe alimenticia han sido más disimulados, pero nunca falta un artista que haga trascender la realidad de la isla más allá de los órganos oficiales que censuran la información. Leonardo Padura afirmó en una entrevista concedida al diario argentino Clarín: “Desde los años noventa la isla es un país en el que nadie se ha muerto de hambre, pero en el que tampoco nadie ha comido lo suficiente”.

El hambre inducida es para los regímenes totalitarios una herramienta de control social y político sumamente eficaz. Primero que nada, obliga a quienes la padecen (disidentes, por ejemplo) a establecer como su prioridad, no la lucha por vivir en un sistema libre, justo y próspero, sino la imperiosa necesidad de procurarse alimentos cuya distribución controla un Estado que solo espera obediencia por parte de aquellos a quienes beneficia. Administrar el hambre es también una forma de ejercer y mantener el control.

A finales del año pasado, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que tiempo antes había ensalzado las políticas alimenticias del régimen chavista, publicó un informe, que también suscribe el Programa Mundial de Alimentos y la Organización Panamericana de la Salud, según el cual los casos de personas con hambre en Venezuela se multiplicaron al pasar de 3,6% en el trienio 2010-2012, a 11,7% en el período 2015-2017.

Conscientes pero también afectados, como cualquier ciudadano, por esta situación, el diseñador gráfico, ilustrador, fotógrafo y poeta tachirense Adrián García y el artista plástico y poeta visual Joséantonio Sánchez Hechoarte, de El Callao, estado Bolívar, se aliaron en la dupla creativa QUIT, con la que conciben propuestas de poema objeto como Hambre, en la que utilizan recursos del diseño gráfico, la poesía visual y la fotografía para denunciar, desde el humor corrosivo, la compleja realidad alimentaria del país.

La serie Hambre quiere dejar por sentado que el hambre en los tiempos que corren es un producto del régimen. “Nuestro primer descubrimiento en cuanto a un producto que ha crecido virulento y diverso -el hambre- es lo que nos llevó al creativo emprendimiento de envasarlo para el beneficio de una población ávida de productos en esos anaqueles atacados desde el imperio maligno del norte. Hambre –de Quit- ya está en las calles, anaqueles, colas, funerarias, farmacias, abastos y supermercados de todo el país. Hambre, suculento condimento universal, en raciones multiplicadoras de 666 gramos es de uso indispensable de la cocina socialista contemporánea. Un producto que realza el sabor de las supuestas comidas, que calienta la sopa milagrosamente, que ablanda el pan y sustituye a la sal, la pimienta, el azúcar y los picantes”, escriben los integrantes de QUIT.

Hambre está integrada por 42 fotografías sobre la situación alimentaria de escasez e hiperinflación. Lo que hay para paliar el hambre no puede comprarse con lo que el venezolano gana hoy. Es el hambre que ha reproducido, instrumentalizado y generalizado la invasión comunista en Venezuela y que QUIT ha denuncia con frascos vacíos, “como los estómagos de muchos”, que etiquetaron entre 2017 y 2018.

QUIT es una asociación creativa cuyos dos integrantes, con ideas y disidencias, se plantan críticamente frente a una realidad dura y sin aparente final. Adrián García vive actualmente en Colombia, mientras que Joséantonio Sánchez Hechoarte se desempeña desde 1992 como gerente cultural independiente en Táchira.

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