“Una de las cosas fundamentales de este acontecimiento es la búsqueda de paz, de libertad, de democracia y progreso para nuestra patria. Pienso que la fe, la esperanza y la luz que nos pongan en el camino, debe ser para eso”.
Con esas palabras optimistas, se refirió el venezolano Ismael Mundaray al ingreso de su imagen de la Virgen de Coromoto a la catedral de Notre Dame, el pasado mes de octubre.
Por eso, como un milagroso augurio se podría tomar hoy la salvación de su imagen de las llamas del voraz incendio que prácticamente consumió a la vetusta edificación, junto a invalorables tesoros artísticos de su histórico patrimonio.
“El mundo entero vio en vivo y directo esta lamentable tragedia. Y yo, como católico, me sentí muy consternado por lo ocurrido. No hay palabras para manifestar mi tristeza después de haber visto cómo las llamas consumieron todo el techo de la catedral”, declaró.
Nacido en Caripito, estado Monagas, en 1952, y radicado en París desde hace más de 15 años, Mundaray emergió como uno de los artistas más destacados a fines de los años 80.
Fue en la recordada galería Mayz-Lyon, donde su pintura que despertó la atención por su manejo de lo numinoso en sus objetos mágicos y paisajes informalistas, marcados por el ambiente y las culturas indígenas del delta del Orinoco que han caracterizado sus búsquedas artísticas.
Aunque un tanto distante en apariencia de ese camino, asumió la producción de su Virgen de Coromoto guiado por “la posibilidad de regocijarnos con cosas que hemos dejado atrás”, señaló.
“Fueron meses de trabajo consagrado a este ícono, y solo la virgen sabe cómo lo logré, porque yo nunca había pintado imágenes religiosas”, afirmó sobre esta pintura, un acrílico sobre tela, de 92x73 cm, que, con el marco español tallado, alcanza los 112x102 cm, y en la que se observa la virgen con el niño, con predominio de los tonos rojo, amarillo, dorado y blanco.
-¿En qué estado se encuentra ahora su pintura?
-No lo sabemos exactamente, pero sí que fue sacada entre el calor y la humareda de ese terrible incendio, y que está a salvo. Fue trasladada a la alcaldía de París y de allí será llevada al Museo del Louvre, junto con todas las otras obras de arte de gran valor que fueron salvadas, como la corona de espinas, el manto de San Luis y el Tesoro de la Catedral, entre otras.
Añadió que el presidente Macron dio luz verde para el rescate del monumento, y ya hay más de mil millones de euros en donaciones para la reconstrucción, que tomaría unos cinco años de trabajos continuos.
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