Luego de la proyección oficial de La noche de dos lunas en el Festival de Cine de Málaga, su autor, el director venezolano Miguel Ferrari, explicó a medios internacionales que la visión del país que se explaya en su cinta está fuera del contexto caótico en el que, en realidad, se rodó su segundo largometraje luego de Azul y no tan rosa.
"Quería recuperar la Venezuela de antes", aseguró el cineasta a una agencia de noticias española.
"Quiero que la gente piense 'mira qué bonita es Venezuela' y que no nos acostumbremos a que todo lo que hoy nos rodea sea caótico y feo; mostrar la Venezuela que fuimos para que a la gente no se le olvide nunca y para que no nos acostumbremos a ver esto de ahora como si fuera lo normal", declaró a Efe.
La noche de dos lunas se presentó en la sección Focus Latino y fue muy aplaudida luego de su proyección.
La cinta cuestiona una realidad en la que ya ni se sabe "que tu madre es tu madre". Narra la historia de una pareja joven que al no conseguir un embarazo recurre a una clínica de fertilidad para que le implanten a la mujer un óvulo suyo fecundado por su marido, pero los problemas se presentan cuando durante la inseminación artificial el óvulo de la protagonista es fecundado con el esperma de un joven homosexual con el que debía ser inseminada una mujer soltera que acudió a la clínica el mismo día.
Pero el interés del cineasta no es propiciar una discusión sobre la legislación en la materia, sino retratar las consecuencias personales de la gestación subrogada.
Ferrari explicó que a las dificultades económicas a las que se enfrentan los cineastas venezolanos debido a los altos costos de producción, se añade la voluble situación social y política nacional.
Ante ese contexto, encontró la manera de darse ánimo: "Pensé en cómo harán los cineastas iraníes, los sirios que siguen filmando aun con guerra. Pues igual hice yo, y logramos sacar adelante el proyecto".
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