La calle subyuga, apasiona, hipnotiza. También inquieta, atemoriza, agrede. Ante esa ambigüedad se mueve la fotógrafa caraqueña Chepina Hernández I., cuyo devenir existencial ha oscilado entre la precisión del conocimiento científico y la imprecisión del arte.
La imágenes que integran esta serie, que su autora ha denominado Recrear la evocación, representan ese sinnúmero de acontecimientos inesperados que ocurren en las calles de cualquier ciudad: la niña rebelde que no quiere caminar al ritmo que le impone un adulto; la procesión religiosa en la que irrumpe un personaje disfrazado de feroz gorila, o la señora que apunta su trasero a un charro desprevenido… Todo es posible cuando no hay poses de por medio.
“En mis fotos de calle muestro la imagen como se sintió más que como se vio. La que queda en mi memoria. Una imagen fragmentada, incompleta, rota, desenfocada, movida. Quizá irreverente. Porque así son los recuerdos. Porque se trata de una actitud no de un registro. Recompongo, para recrear la evocación. En la foto la encuentro y la muestro”, dice la artista formada con los maestros Carlos Ayesta (UCV) y Nelson Garrido (La ONG) y quien asegura que la seduce la fotografía conceptual, lo simbólico, la introspección. “También lo urbano y su gente, el retrato en la calle, con el toque cinematográfico de la vida”.
Pero hacer fotografía de calle entraña sus riesgos, como lo explica la propia Chepina Hernández I. “Gente siendo gente, en la calle, en el parque, en el entorno social, sin pose. Desprevenidos. Aunque a veces se atrapa una mirada sorprendida por el disparo de la cámara… ¿Lo siguiente fue una sonrisa?, ¿o una mueca de disgusto?, quizá hasta un puño levantado. Me fascina la incertidumbre de lo que será, aunque a veces haya que correr”.
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