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A CONTROL REMOTO

Festivales para el olvido

Cuentos y recuentos de unas competencias musicales que tuvieron su época de gloria y esplendor, pero que hoy están devaluadas

  • AQUILINO JOSÉ MATA

15/02/2019 01:00 am

Acabamos de ver esta semana las incidencias del Festival de San Remo, que durante cuatro días emitió el canal internacional de la RAI. Está venidísimo a menos, con un nivel que deja bastante que desear. Nada que ver con su época de oro, cuando lanzó a la fama en 1958 a Doménico Modugno con Nel blu dipinto di blu, conocida popularmente como Volare, una de las canciones más famosas de todos los tiempos, de la cual su intérprete y autor llegó a vender más 20 millones de copias, una cifra abrumadora para entonces. Precisamente de San Remo, en su época dorada, emergió un nutrido grupo de temas de éxito internacional, algunos provenientes también de la inspiración de Modugno, quien legó títulos como Dio come ti amo y Piove (Chao chao bambina). Otra canción de esa cantera, Al di la, se volvió tan célebre que hasta se le utilizó como tema musical de la taquillera película norteamericana de 1962, Los amantes deben aprender.

Eurovisión, el otro festival europeo, actuó igualmente, en tiempos mejores, como trampolín de canciones famosas. La británica Sandie Shaw irrumpió allí con Marionetas en la cuerda y la española Massiel con La La La, que inicialmente iba a defender Joan Manuel Serrat, pero no dejaron que la interpretara en catalán. Congratulations (Cliff Richards), El amor es azul (interpretada por Vicky Leandros, pero popularizada en la versión instrumental de Paul Mauriat), Gwendoline (Julio Iglesias), Waterloo (Abba), Eres tú (Mocedades) y Yo soy aquel y Hablemos de amor (ambas de Raphael) pertenecen también a esa cantera. Hoy Eurovisión sigue celebrándose, pero con una esencia diferente, donde predomina más la espectacularidad de la puesta en escena de los temas participantes que la calidad de los mismos.

Otro festival que se mantiene es la réplica latinoamericana de ambos, el de Viña del Mar, en Chile, pero concediéndole mucha más relevancia a los artistas invitados que a los de la competencia, que ha quedado reducida a poco menos que un apéndice que apenas hace recordar sus orígenes.

Aquí en Venezuela también sucumbimos a la fiebre festivalera de los años 60 y 70, pero no ha quedado ninguno que los recuerde. Y si realmente alguno viene a la memoria es por lo insólito de algunas de las cosas que allí sucedieron, como cuando Aldemaro Romero participó, con su grupo Onda Nueva, en una de las últimas ediciones del Festival Venezolano de la Canción con una de sus canciones más notables, El catire, que quedó ¡en el último lugar! Lo mismo le sucedió en Argentina a otro gran músico, Astor Piazzolla, cuando en el Festival Buenos Aires de la Canción de 1971 presentó su inmortal Balada para un loco y no pasó absolutamente nada. Son historias absurdas, de las muchas que ocurren en el mundo del espectáculo.

La eterna irreverente
Vuelve al Centro Cultural BOD La eterna irreverente, el monólogo de la periodista Marianella Salazar, dirigido por Julie Restifo y producido por Javier Vidal. Si aún no lo han visto, no se lo pierdan. Es un delicioso viaje, lleno de chispa y desparpajo, por sus experiencias profesionales y personales durante 50 años de trayectoria. Rememora momentos nostálgicos de una Venezuela que quedó para el recuerdo, salpicados de risas, hedonismo, desilusiones, miedos y excesos. Será en la Sala de Conciertos los días miércoles y jueves 20, 21, 27 y 28 de febrero.

@aquilinojmata
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