Acercarse a la obra fotográfica de Alexis Pérez-Luna (Caracas, 1949) es sumergirse en la interioridad de un hombre que mira a través de sus sentimientos, que encuentra en los paisajes –naturales o urbanos– que ha retratado en más de 50 años de carrera las emociones que marcan el pulso de la condición humana.
Un libro –que no es el primero dedicado al artista– pone de relieve la fascinación de Pérez-Luna por la vulnerabilidad del hombre de estas y otras tierras ante la soledad, el desasosiego, la tristeza y la añoranza. Se trata de la más reciente publicación de la firma independiente Monroy Editor, que lidera Douglas Monroy: Ausencias.
Un exhaustivo repaso por el trabajo de un insigne fotógrafo que se ha dado a la tarea de hurgar, de hallar, en la cotidianidad la belleza que es posible en medio de ese dolor que solamente se vive en silencio, en el silencio de cada quien. Y es que los sujetos, y también los objetos, que protagonizan las imágenes de Alexis Pérez-Luna se encuentran en permanente ausencia, del resto de los mortales, de sí mismos.
En las 152 páginas en blanco y negro de Ausencias subyace en encuentro del artista solitario que busca el reflejo de su individualidad en los Otros, en esas personas y cosas sin un igual cerca. Seres y objetos que aguardan: los primeros por compañía y los segundos, como por ejemplo los maniquíes, a ser utilizados para lo que fueron creados.
El libro bilingüe de Monroy Editor contiene dos textos. El primero, escrito por el propio Monroy y titulado Un lugar sin límites, propone como punto de partida del trabajo de Pérez-Luna mostrado en la publicación, el encuentro del artista con los paisajes de la península de Araya. “El Paraguaná de su juventud se quedó en él como un istmo, de un lado la indefensión y al otro extremo, el misterio que guarda la existencia”, escribe el editor para hacer luego un repaso por la vida y la carrera del fotógrafo, hasta llegar a una interpretación de su trabajo: “Sus imágenes (las de Pérez-Luna) muestran el rostro de la intimidad, esa manera subjetiva de estar consigo, en ese diálogo invisible con nuestro yo interior y con el espacio privado”.
El segundo texto, que lleva por nombre Alexis Pérez-Luna o los recorridos de un paria de la imagen, lo firma la curadora Lorena González Inneco, y en él, la experta escribe, entre otras apreciaciones: “Alexis Pérez-Luna se identifica a sí mismo como un fotógrafo de calle a lo Cornell Capa. No produce las imágenes ni arma los lugares para sus tomas. Su norte es la foto pura, esa que surge desde las aceras, en las esquinas, por entre los recovecos de la urbano, emanando y subsistiendo en la posteridad de esos restos o huellas que el tránsito del vínculo va dejando a su paso: un banco vacío, el inicio de una tormenta, una escalera que acaba de ser pisada, un ‘mobiliario deshabitado’, un carro consumido por el follaje, un parque en ruinas”.
Hoy, cuando se vuelve imperativo recuperar la memoria de lo que hemos sido y lo que somos, un libro como Ausencias nos devuelve a una esencialidad acallada por el frenético y atropellado ritmo de la realidad más epidérmica, que no superficial; es decir, la del ensordecedor gritó de la diatriba política, la diaria lucha contra el hambre, el batallar constante por la salud y todas las lacras a las que nos ha sometido un régimen dictatorial. Al contrario, el trabajo de Alexis Pérez-Luna nos sumerge en las profundidades del alma humana, en esa dimensión en la que somos uno con nosotros mismos.
A mediados de este mes, Ausencias estará disponible en librerías.
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