"Anclados" es la novela de los últimos 20 años de Venezuela
Inés Muñoz Aguirre presentó su novela la semana pasada en la librería La Sombra de Madrid
Una novela, Anclados, de Inés Muñoz Aguirre, se adentra en el proceso que hemos vivido en estos últimos 20 años, con una parada en la dictadura de Pérez Jiménez, pero no desde el simple dato histórico, sino desde el interior de sus personajes, arquetipos del venezolano que vive y sufre las consecuencias de la presente crisis del país.
Presentada la pasada semana en la librería La Sombra de Madrid, España, con palabras del escritor y editor Miguel Ángel Contreras Betancor, la novela es una publicación de la editorial Kalathos, fundada en 2008 por David Alejandro Malavé B y Artemis Nader, con la idea de darle divulgación internacional a nuestras letras desde la capital española.
Se trata de una novela polifónica, con un limpio manejo de la psicología y el diálogo de sus personajes y desplazamientos temporales, que le dan vida a hechos y situaciones, despertando nuestra memoria.
Muñoz, poseedora de una exitosa carrera en el campo de la comunicación social, el teatro y la literatura, ha dado a conocer más de 30 obras teatrales, novelas como Feliz cumpleaños, Días de novenario o A los vecinos ni con el pétalo de una rosa, además de ensayos sobre teatro y libros periodísticos.
Pero estos últimos veinte años, responde, dejan en ella varios textos en los que da cuenta de la realidad que estamos viviendo: dos obras de teatro, Estado de sitio y El sucesor, un poemario escrito y compartido vía redes durante las manifestaciones de 2017, y dos novelas: La historia no contada y ahora Anclados. “De esta forma pongo de manifiesto mi compromiso con mi país. Escribir es lo que hago”, afirma.
-Al final, su novela pareciera una visión pesimista de todos los actores y el proceso de lo que ocurre en Venezuela. ¿Considera que no hay salidas a la crisis que estamos viviendo?
- Anclados es una novela, en la que están presentes todas las señales de lo que nos ha tocado vivir. Elena es la protagonista de los capítulos identificados como “Proa”. Es una periodista, que le toca vivir la aparición de un líder mesiánico, al que ella define como un encantador de serpientes y cuando el dueño del primer canal de televisión que lo apoya le pide ayudar en la construcción de la imagen de quien será candidato de una buena parte del país, incluyendo a grupos de poder económico, ella renuncia. No hay duda de que Elena se obsesionará, como se obsesionaron muchos en nuestra sociedad y en el fanatismo estará su perdición. Otra periodista presente en esta historia es Alba, la protagonista de los capítulos identificados como “Movimientos del mar”. Ella es la chavista, la que se graduó con Elena en la Católica, pero que da la vida por el comandante y quizá, la que más sufre en esta novela, porque convencida de unos ideales que son utopías en el mundo contemporáneo, es testigo directo de los diferentes intereses que se tejen en torno al poder. Por otra parte te encuentras a Enrique, la memoria de la Venezuela que fuimos, o de la que pudimos ser. Es el protagonista de “ Popa”, el que a través de su vida nos cuenta cómo se construye un país, cómo se sale de dictaduras como la de Pérez Jiménez. Nos cuenta cómo se construye la democracia. ¿En dónde está el pesimismo? Yo no lo veo. Yo veo a unos personajes tan reales como la realidad que les toca vivir. Unos personajes que piensan en que la solución es irse, como lo han hecho muchos, pero también están los que se quedan. ¿La salida a la crisis? Es inevitable, porque todo pasa. La esperanza está clara en el hijo mayor de Elena, el que regresa a Venezuela, el que tiene ideas, proyectos, ilusiones. El que es capaz de reconocer los errores de la generación de sus padres, pero siente la ilusión por construir una nueva propuesta de país, a través del trabajo y el compromiso. Yo no veo pesimismo en estos personajes, veo realidades. ¿Qué a veces nos cuesta verlas y enfrentarlas? Sí, pero están ahí.
- Hay en esta novela mucha información, detalles de las cosas que pasaron, que no parecen escapársele a pesar del tiempo. ¿En qué momento tuvo la idea de su escritura, y cómo fue el proceso de su realización?
-Esta es una novela que surge en la medida en que comienzo a ver cómo se toman decisiones en manos de unos pocos, que se repiten una y otra vez. Veo como se cometen siempre los mismos errores y con los mismos resultados. Uno de nuestros problemas como sociedad es que tenemos una memoria muy frágil. Tuve que leer mucho, investigar. A nuestra generación no se le puede escapar nada, porque está claro en la novela como a los personajes que rondan los sesenta años les cambió la vida con El Caracazo. ¿Cómo puede uno desligarse de la sorpresa que significó una revuelta social?¿Cómo evitar la sorpresa de unos golpes de Estado? ¿De la renuncia de un Presidente? ¿De todos los intereses que se manejaron en su momento? ¿Del corte de las alas a las nuevas generaciones de políticos y de cómo un país de gente joven decide ser gobernado por hombres muy mayores? ¿Cómo obviar que de hombres que estudiaban y se preparaban para el poder, surge de nuevo el militarismo, se impone el resentimiento social y se habla de socialismo en un país petrolero, que estaba insertado en el mundo como uno de los principales productores? Yo no podía permanecer indiferente a todo ello, las ideas comienzan a dar vueltas en mi cabeza, sobre todo en medio de las marchas y de amigos que se despedían para irse a vivir a otro país. No fue un proceso fácil, a la aparición de la novela le anteceden seis años de trabajo. Muchas de las cosas por las que pasan los personajes de esta novela, ya fueron olvidadas. Llegué a tener escritas casi 500 páginas, y entonces comenzó el proceso de limpieza del material, lo cual fue muy lento porque aunque alguna situación me gustara más que otras, solo debía quedar lo esencial a la historia central. Quizá lo primero que llegó a mi mente fue su título Anclados. La investigadora María Dolores Ara, definió esta sensación muy bien en una tertulia que realizó en Madrid en torno a la novela. Ella dijo: “En Anclados, el título de la novela es su faro. De allí arranca todo el esquema del trabajo. Es una metáfora de una navegación, pero una metáfora que se niega a sí misma. Un barco anclado que viola su naturaleza, los barcos anclan para volver a salir, pero esta idea atraviesa nuestra andadura nacional en un país que ha tenido el espejismo y la fantasía de avanzar, pero realmente no lo hace y ese espejismo o fantasía, como todos los espejismos y las fantasías, tiene un precio carísimo que pagar”.
-¿Qué propósito la animó al escribir esta novela?
- El único propósito es el que tiene todo escritor, el de contar, decir, hablar de temas de los que no se suele hablar en voz alta, pero que te rondan día y noche. Creo que cuando escribes lo que sucede a tu alrededor se te mete en el cuerpo y se vuelve un proceso que en ocasiones te agobia. Me ha tocado vivir, como a muchísima gente, una Venezuela que jamás imaginamos que nos tocaría vivir, un país que en mi criterio nos invita a hacer memoria, a reconocernos, a buscar el origen de muchos de nuestros errores. Yo lo que hago es invitar a mis lectores a pasearse por una historia reciente, a mirarnos al espejo de cada uno de los personajes presentes en Anclados. Unos personajes que además, nos muestran todas las caras posibles. No podía mostrar sólo personajes ligados a una sola forma de ver las cosas, porque en la realidad existen los blancos, los negros y los matices. Era muy importante que toda esa gama estuviera presente. Además, como todos los personajes son seres humanos reales, sufren, mienten, aciertan, se equivocan, protestan, marchan o cantan canciones de Alí Primera. Detestan el neo lenguaje, pero hablan de “la cuarta”, y “los escuálidos”. Se van del país, pero se llevan con ellos los problemas y descubrimos también cómo, en medio de la crisis, hay quienes apuestan al futuro, a seguir trabajando a pesar de los obstáculos. Lo cierto es que tenemos un país y a pesar de todo, no desaparecerá del mapa.
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