¡Qué difícil es ser M. Night Shyamalan! 20 años después de Sexto Sentido, el mundo no le perdona que no haya sido tan contundente en sus trabajos posteriores como lo fue en su ópera prima. Y sigue padeciendo hasta el día de hoy.
Muestra de ello es Glass, secuela de El protegido y Fragmentado, ya en las salas de cine del país, ya que la crítica hace añicos su más reciente producción.
Una vez más, Shyamalan toma su propio camino. Prefiere adentrarse en la psicología y el origen de Mr. Glass/ Elijah Price (Samuel L. Jackson), El centinela/David Dunn (Bruce Willis) y La horda/ Kevin Wendell Crumb (James McAvoy), que en desvivirse en grandes escenas de acción y efectos especiales que caracterizan a las tradicionales películas de superhéroes. Todos ellos bajo el escrutinio de la doctora Ellie Staple (Sarah Paulson).
Y el cineasta no fracasa. Shyamalan se concentra en la identidad de sus protagonistas y de cómo influye en sus seres más queridos, así como también, en el mundo al que quieren salvar o destruir, según el caso.
Y para ello, en la trama recluye a Elijah, David y Kevin en una institución mental intentando que reconozcan que no son seres humanos con poderes sobrenaturales sino enfermos con una condición que amerita una cura urgente.
Elenco más homogéneo no pudo encontrar Shyamalan para sus propósitos. Samuel L. Jackson hace gala del cinismo que sólo puede tener una mente maestra; Bruce Willis luce el aplomo que le dan 40 años de trayectoria; y Sarah Paulson demuestra que su Emmy, Globo de Oro y SAG no son regalos de cortesía; pero el que resulta robándose el show es James McAvoy, quien interpreta a 24 personalidades.
Si usted no es de los espectadores que extraña las explosiones, ritmo frenético y humor a carcajadas, corra a ver Glass. Si es de los que sí, quédese en casa. @yolimer
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