Para un director de teatro no es sencillo obtener un espacio en las salas del país. Ni en las públicas ni en las privadas. Lograrlo a veces depende de los actores con los que se cuente en el elenco o, más improbablemente, de la suerte. Otra de las complicaciones con las que se enfrentan quienes comienzan en las lides de la puesta en escena es la falta de recursos para realizar producciones, y en esto se incluyen los míseros honorarios que por su trabajo reciben actores y técnicos luego de una temporada, que puede ser tan efímera como prolongada. En conclusión, los jóvenes que hoy en día desean dedicarse a las artes escénicas no lo tienen nada fácil para hacer sus sueños realidad.
Durante cinco años el Centro Cultural Trasnocho ha organizado el Festival de Jóvenes Directores con el fin de impulsar la carrera de los nuevos puestistas del país. Aunque la impronta de esta muestra competitiva todavía es endeble -por su misma juventud-, algunos de los ganadores de pasadas ediciones hoy en día están trabajando en esa área artística, bien sea dentro o fuera del país.
En esta quinta edición fueron seleccionados ocho propuestas; de ella, solo una corresponde a un dramaturgo venezolano. También, por tercer año, la presencia de las mujeres está representada solo por dos directoras.
Entre todos los participantes hay un común denominador: el país, Venezuela y las complejas circunstancias por las que ésta atraviesa. Digamos, pues, que la realidad fue el principal motivo inspiración al momento que los concursantes eligieron los textos. Algunos, simplemente, se sintieron identificados con obras clásicas que a pesar de haber sido escritas hace muchos años, bajo otros motivaciones y en otros países, calzan perfectamente con la situación venezolana de hoy, de ahora. Otros partieron de problemas específicos para empezar a buscar aquellos textos que les permitieran denunciar lo que sucede, que en el fondo es la labor esencial del teatro.
Cada obra tendrá una temporada de dos semanas en Espacio Plural, del centro cultural, en horarios de 4:00 y 7:00 pm, según el turno escogido.
Entre los nuevos rostros que presentarán sus trabajos desde el 11 de enero, hay uno que no es tan nuevo: el de Jorge Roig -conductor del programa televisivo C de Cine que transmite Globovisión-. Él abrirá el festival con la pieza Prohibido suicidarse en primavera, obra del dramaturgo español Alejandro Casona, escrita en 1937. La propuesta cuenta con nueve actores, uno menos de los que contempla el texto original.
El 18 de ese mismo mes estrenará Cucarachas, del ecuatoriano Christian Cortés. Esta propuesta estará a cargo de Jaizer Ruiz, quien espera dar a conocer al público caraqueño un poco más de la dramaturgia latinoamericana. Entre los aportes del novel director se encuentra la incorporación de tres cantantes líricos en el elenco, que se encargarán de acompañar las transiciones entre las escenas.
Como tercera propuesta llegará una pieza cumbre del estadounidense Eugene O'Neill: Largo viaje hacia la noche, con la que José Luis Dávila se atreve a estrenarse en la dirección. Comenta Dávila que como actor, siempre le ha tenido mucho respeto al rol.
Andreína Polidor es la primera de las dos directoras presentes en el festival, y siguiendo la línea de trabajo de la mayoría de los concursantes escogió a un dramaturgo contemporáneo como el alemán Heiner Müller, de quien eligió montar el barroco texto de la pieza La misión. Para ella, la dirección no es algo nuevo, es la quinta vez que lo hace, y los temas sociales y políticos son los que más le apasionan.
Posteriormente se estrenará Riñón de cerdo para el desconsuelo, pieza del dramaturgo mexicano Alejandro Ricaño que (re)piensa el teatro y que Camila Rodríguez quiere hacer muy suya. Para la debutante, el encuentro con este texto fue producto de la casualidad y justo en el momento en que lo leyó se sintió atrapada en él, al punto que asegura que vive el oficio de la manera que lo hacen sus personajes.
La tecnología y el teatro se harán presentes en el sexto estreno del festival con Nueve días en Facebook, del también mexicano Mario Moncada y dirigida por Edward Parúh. El reto en esta propuesta es la utilización de material audiovisual, pues muchas veces este recurso termina desviando la atención del espectador hacia una o varias pantallas y no hacia la sangre el espectáculo teatral: los actores. Parúh confía en hacer un buen uso de la tecnología y adaptarla de manera eficaz a las reducidas dimensiones de Espacio Plural, además de lograr con el artificio de la imagen grabada trabajar con seis actores en escena en lugar de los 21 que aparecen en la pieza original.
Esperando al zurdo, texto del estadounidense Clifford Odets, será el siguiente estreno bajo la dirección de Martín Dávila, que asume la puesta en escena a partir de la adaptación que él mismo hizo del texto, ya en ensayos, según dice.
Un texto de Isaac Chocrón será el único asomo de la dramaturgia venezolana en el Festival de Nuevo Directores. Leonardo Mendoza asume con respeto y orgullo el trabajo hecho por el autor de Asia y el Lejano Oriente. Para participar en la muestra escogió La máxima felicidad, texto sobre tres personajes que comparten su soledad y algunos deseos prohibidos. Mendoza considera que el mensaje de la pieza es claro, por lo cual podría ser entendido y asumido en cualquier parte del mundo.
Cada uno de los directores cuenta con una ficha técnica en la que se incluyen amigos, compañeros de los grupos de teatro a los que pertenecen y hasta reconocidos iluminadores y escenógrafos. En los elencos también se incluyen destacados actores y algunas nuevas caras con las que los directores esperan impulsar sus carreras. Lo importante, sin ninguna duda, será la continuidad, más allá del festival.
Los nombres de los ganadores serán anunciados después de la última función de la obra que cierra el festival, otorgando un primer y segundo lugar con los que se les dará a los favorecidos por el jurado la oportunidad de presentar sus montajes en Espacio Plural por un par de semanas más.
@CarolynManrique
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