Fedosy Santaella se aproxima poéticamente a los tatuajes rusos
El reconocido narrador venezolano aborda el tema en su primer poemario, publicado por OT editores
Los tatuajes de los detenidos en las prisiones soviéticas han sido objeto de diversas aproximaciones, recopiladas en la editorial inglesa Fuel en tres volúmenes que se adentran en el significado e interpretacion de esas misteriosas imágenes y toda la simbología que representan en el cuerpo de esos seres confinados al encierro.


Pero Fedosy Santaella, ucraniano por el lado materno, se acerca a ese enigmático universo desde el lenguaje de la sensibilidad, para entregarnos, en un libro inusual dentro de la poesía venezolana, el alma o sentimiento de esos hombres y mujeres marcados por la fatalidad.
Se trata de "Tatuajes criminales rusos", una publicación de Oscar Todtmann Editores, que constituye el primer poemario de este prolífico autor venezolano, instalado actualmente en México, y quien aclara que no fue lo meramente vistoso lo que lo aproximó a este universo:
“Los tatuajes de los criminales rusos tienen algo de declaración de principios, de dignidad, de negación ante el proceso de alienación de las tiranías. Al final, me propuse hacer del tatuaje ruso una metáfora de la libertad individual, una forma de decir "Yo soy" y de no ponerse de rodillas o venderse frente al poder enviciado. Quizás la realidad de los tatuajes criminales no era así ni lo es, quizás puedan entenderse de otra manera, pero, en todo caso, esta fue mi lectura y en torno a esa lectura trabajé”.
“En la mayor parte del libro -añade- cada tatuaje es un poema y cada poema es la historia más profunda de algunos de esos hombres condenados a la violencia y al odio no sólo a la sociedad, sino también contra el Estado opresor”.

Autor de relatos y novelas publicados con Alfaguara, Ediciones B y Bid & Co, Fedosy Santaella tiene una destacada trayectoria en el campo de la narrativa. Traducido a varios idiomas, sus dos novelas más recientes, "Los nombres" y "El dedo de David Lynch", fueron publicadas por la editorial Pre-Textos, en España y ha sido ganador en Venezuela de la Bienal José Rafael Pocaterra y el Concurso de Cuentos del diario "El Nacional". En España recibió el premio internacional Novela Corta Ciudad de Barbastro y en 2009 fue becario del programa internacional de escritura de la Universidad de Iowa, entre otros reconocimientos.
“Pero no pude afrontar tales historias desde la narrativa”, confiesa. “Yo sentí que necesitaba ir más adentro, hacer hablar la sensibilidad de estos personajes, pero al mismo tiempo también sentí que el lenguaje de los tatuajes necesitaba ser tratado desde la mirada y la comprensión de otro lenguaje capaz de afrontarlo, debatirlo, dialogarlo, justificarlo e incluso negarlo, que es, va de lógico, el lenguaje de la poesía”.

-En algunos poemas se advierte algo del tono de Ramos Sucre.
-No lo tuve en mente cuando escribí el libro, lo que no quiere decir que no hubiese estado. Ramos Sucre forma parte de mi acerbo de influencias literarias venezolanas, y seguramente aquel terrible mandarín de Ramos Sucre y otros personajes igual de atroces estuvieron dando vueltas en el fondo de mis tatuajes. También Ramos Sucre está allí en el lenguaje, en esa búsqueda de una poesía sobria y pensada (y prensada) con el fuego de la exactitud y de la belleza de lo sobrio. Ahora, que yo haya logrado algo que le rinda digno homenaje a Ramos Sucre, pues eso es otra cosa.
-Ud. ha cultivado varios géneros literarios, ¿en cuál de ellos se siente más cómodo?
-Creo que nunca me llegaré a sentir en dominio de ningún estilo de escritura. Ni siquiera con el de los correos electrónicos que, bien visto, son todo un oficio y un arte. Si no te retas, si no te la pones difícil con cada libro, con cada nuevo proyecto, entonces creo que, por lo menos para mí, no valdría la pena.
-¿Cómo ve el actual panorama de nuestras letras?
-Si bien es incierto en publicaciones, es poderoso en poetas y narradores, incluso en ensayistas y mucho en el caso de la crónica exquisita o literaria. Nuestras artistas, nuestros escritores, si realmente son verdaderos artistas y escritores, seguirán trabajando para ayudar a mantener de pie nuestro país. El premio Reina Sofía a Rafael Cadenas es una muestra de ello.
“A pesar de todo -continúa- Venezuela sigue con la frente en alto, en su casa y fuera de ella, gracias a maestros como Rafael Cadenas, como Armando Rojas Guardia, que fue a Ecuador a presentar una recopilación de toda su obra espléndida; como Alberto Barrera, que presentará en Guadalajara su nueva novela y como José Urriola, que también estará en la feria de Guadalajara hablando de la literatura venezolana mucho mejor de lo que yo lo hago en estas líneas. Venezuela no se acaba en el odio de la tiranía”.
-¿Hace cuánto tiempo se fue del país y por qué?
-Hace un año. Sentí que mis hijos estaban cada vez más cerca del peligro y yo era cada vez más incapaz de protegerlos. Si hubiera sido una persona soltera y sin hijos, tal vez no me habría ido. Pero con hijos, uno de trece y otra apenas de cinco, el asunto es diferente.
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