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“Amor de vinilo”: otra forma de hacer una película romántica

El filme de Jesse Peretz, con Ethan Hawke, se encuentra en cartelera

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

20/11/2018 01:00 am

Nick Hornby es uno de los escritores británicos que más material ha aportado al cine romántico. Muchos de sus libros han sido adaptados a la gran pantalla por su manera de retratar las relaciones de pareja, valga decir, con las justas dosis de melodrama y una mirada certera a la realidad.

Suyas son las novelas Fever Pitch (1992), Alta fidelidad (1995), About a boy (1998), A long way down (2006) y Brooklyn (2015), todas convertidas en éxitos comerciales gracias a sus traducciones al cine de la mano de realizadores como Stephen Frears, Chris y Paul Weitz, Bobby y Peter Farrelly o John Crowley.

Ahora, el director Jesse Peretz presenta su versión y visión de la obra de Hornby, Juliet, Naked, estrenada en Venezuela con el título de Amor de vinilo, una historia romántica, pero con una complejidad psicológica en el abordaje de los personajes que la distancia del mero producto consumible con iguales dosis de cotufas y suspiros.

En Amor de vinilo, Duncan, un profesor universitarios obsesionado con una fugaz estrella de rock de los años noventa; su novia Annie, que acepta su papel de figurante en la relación que mantiene con Ducan al no poder hacerle sombra al fantasma del misterioso músico, y Tucker Crowe, el roquero que optó por desaparecer de la mira pública luego de publicar su primer y único disco, Juliet, entran en una dinámica insospechada cuando Annie, hastiada de los permanentes y pedantes comentarios de su novio sobre Crowe, decide escribir una crítica demoledora del álbum del rockero, quien al leerla le envía un correo a la mujer felicitándola por su reseña.

Tal respuesta, inesperada para Annie, despierta su interés en el rockero, con quien establece una relación virtual que se materializa cuando el músico decide viajar a Inglaterra.

A partir de ese instante, el tono de Amor de vinilo cambia de su sarcasmo inicial a una historia marcada por cierto desasosiego de los protagonistas con respecto a sus propias vidas.

Y de nuevo se repite el punto de inflexión que caracteriza la obra de Hornby, en la que los elementos de un melodrama clásico son sustituidos por no pocos momentos de verdadera introspección.

Amor de vinilo resulta un filme modesto, pero eficaz en cuanto a la más evidente de sus pretensiones: ser una historia de amor protagonizada por seres humanos, con luces y sombras, con certezas y dudas, con fortalezas y debilidades.

Y a sostener ese perfecto equilibrio entre el estereotipo y los personajes auténticos contribuyen enormemente las actuaciones de Chris O’Dowd, como la pareja de Annie y quien demuestra un extraordinario dominio de la actuación cuando logra hacer progresar a su personaje del presumido conocedor de la música de Crowe, al hombre que debe aprender a ser compasivo con quienes le rodean; de Rose Byrne, quien hacer viajar a su Annie de la iracunda novia a una mujer que valora sus sentimientos más reales, y finalmente, de Ethan Hawke, intérprete que aún a cargo de papeles susceptibles de ser esquematizados, sabe proferirles una profundidad emocional que resulta sobrecogedora.

Amor en vinilo se exhibe actualmente en las mejores salas del país.

@juanchi62 
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