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Santiago Acosta: "El poeta no busca la belleza"

El escritor venezolano recibe su premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco el 1° de diciembre en México

  • MARITZA JIMÉNEZ

18/11/2018 01:00 am

El próximo 1° de diciembre, el poeta venezolano recibirá en México el Premio de Literatura Ciudad y Naturaleza José Emilio Pacheco, que le fue concedido de manera unánime por un libro inusual, "El próximo desierto", en el que la poesía hace un llamado de atención sobre un incierto futuro.

Acosta nació en San Francisco, EE.UU., en 1983, y es autor de "Cuaderno de otra parte" (Libros del Fuego, 2018) y "Detrás de los erizos" (ganador del V Concurso para Obras de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores, 2007). En Caracas fue fundador de la revista de poesía "El Salmón" (Premio Nacional del Libro, 2010) y en San Francisco codirigió la revista "Canto".Vive en Nueva York, donde cursa el doctorado en Culturas Latinoamericanas e Ibéricas de Columbia University.

"El próximo desierto"

"Este libro es en gran parte resultado de unos cuatro años de investigación en el campo académico acerca de las razones históricas, políticas y culturales del calentamiento global.

"En ese sentido, los once poemas (más o menos extensos) que lo componen nacieron como un intento de introducir en la poesía un espacio de reflexión acerca de lo que es tal vez el reto más grande que ha enfrentado la humanidad: la posibilidad muy real de que se extinga la vida en el planeta. "Pero más que proponer soluciones o renovar nuestra esperanza en el futuro, quise crear un artefacto que produjera mucha ansiedad, que enfrentara al lector a la complejidad de ese fenómeno y la manera en que puede afectar particularmente a una sociedad como la venezolana.

"También quise ilustrar cómo el desbalance ecológico no es solamente un problema "ambiental", porque no es la "naturaleza" lo que está en crisis sino también la sociedad entera. Por eso hay algunos poemas que juegan con imágenes y temas distópicos que cruzan sociedad y naturaleza, presentando escenarios que perfectamente pudieran suceder mañana o dentro de sesenta años, en Venezuela y en otras partes del mundo. Algunos textos se proyectan a futuros posibles e introducen elementos de la ciencia ficción, otros hablan de un presente que parece más reconocible y cercano.

"La crisis ecológica nos enfrenta a varios retos, no solamente prácticos o técnicos, sino también epistemológicos. De hecho, es difícil que pueda alcanzarse una solución oportuna y efectiva si antes no modificamos nuestra manera de comprender las razones que nos han llevado a este punto.

"En particular, creo que la idea misma del calentamiento global tiene algo desmedido, casi inabarcable, que hace muy difícil su comprensión. Se relaciona con toda clase de razones y consecuencias que ya resulta agotador ponerse a enumerar. En fin, no se puede imaginar, su escala es prácticamente inconcebible. Por esa razón creo que se hace tan difícil actuar y responder ante esta crisis, porque ni siquiera sabemos por dónde comenzar.

"Se nos dice que hay que reciclar, comer menos carne, usar menos gasolina, pero al final nada es suficiente porque el mismo sistema te pide pensar únicamente en soluciones individuales y prácticas, cuando deberían ser sobre todo colectivas y políticas. Al mismo tiempo, se desarman categorías como "sociedad" y "naturaleza" cuando ya no estamos tan seguros dónde comienza una y termina la otra, porque la misma crisis demuestra que son interdependientes.

Aquí es cuando entra el arte y la poesía a ofrecernos la posibilidad de repensar esas categorías desde una perspectiva que no esté amarrada a conceptos que ya no nos sirven tanto o que resultan demasiado abstractos. Así podemos comenzar a darle una escala más manejable al problema del calentamiento global, por ejemplo, haciéndolo más cercano y concreto.

De la definición de la poesía

Nunca se está seguro de qué pueda ser la poesía, pero preguntárselo cada cierto tiempo es un ejercicio fundamental, aunque la pregunta suene vulgar o vacía. Creo que la poesía puede ser una técnica del lenguaje (escrito, hablado o visual) que nos permite arrojar luz sobre contradicciones fundamentales del mundo, no necesariamente para resolverlas ni para comprenderlas, sino para demostrar cómo definen nuestra experiencia de la realidad.

De ese modo creo que el poeta (al igual que el pensador crítico) no busca la belleza ni la totalidad, sino que más bien revela el lado más inestable y conflictivo de las cosas que comúnmente damos por sentadas.

Pero no hubiera podido escribir poesía sin haber sido primero un lector desordenado pero entusiasta. Comencé a leerla como a los 15 años, gracias a una pequeña colección de libros de editoriales venezolanas publicados en los noventa que había en mi casa. Recuerdo particularmente los de Arturo Gutiérrez Plaza, Laura Cracco y Alberto Barrera Tyszka en la colección "Las formas del fuego" de Monte Ávila Editores. También leí con mucha atención la antología 40 poetas de balancean que hizo Javier Lasarte para Fundarte. Luego pude entrarle a otros poetas como José Antonio Ramos Sucre, Hanni Ossott o Rafael Cadenas, pero eso vino después. De modo que mi aproximación a la poesía fue sobre todo a través de autores venezolanos y fue en esos mismos años cuando comencé a escribir mis primeros intentos de poemas, casi siempre plagiando y remezclando a los poetas que me gustaban. También recuerdo haberme inspirado un tiempo después en letras de canciones de rock clásico. Creo que es la mejor manera de aproximarse a los funcionamiento internos y las técnicas de la poesía: por medio de la apropiación y el contagio. Después es que comienza a salir, de esa misma mezcla, un estilo y un lenguaje propios.

-¿Cuáles son sus próximos libros?
-Hay un fotolibro que está por salir,en colaboración con el fotógrafo venezolano Efraín Vivas y el gran diseñador John Lange, de quien con tanto dolor tuvimos que despedirnos hace muy pocos días. Efraín tiene un archivo sorprendente de imágenes en blanco y negro tomadas en Vargas a pocos días del gran deslave de 1999. Me invitó a colaborar con mis textos e hicimos un fotolibro que combina más de setenta fotografías con unos 30 textos breves en los que me propuse dar voz a la desolación de las fotos, pero también a esos rastros de belleza terrible que Efraín logró capturar de manera tan brillante. 
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