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A control remoto

Idolatría por Lucho Gatica

El cantante chileno provocó el delirio de sus fanáticas caraqueñas, que casi le arrancan la ropa a jirones cuando debutó en el Show de Víctor Saume por Rctv

  • AQUILINO JOSÉ MATA

16/11/2018 01:00 am

Siendo muy niño, recuerdo a mi mamá escuchando los discos de Lucho Gatica mientras organizaba las labores diarias de la casa. Era el ídolo del momento, el que con su voz, que era casi un susurro, desgranaba a través del pick-up emblemas de su repertorio como El reloj, La barca, Contigo en la distancia, No me platiques más, Historia de un amor y otros boleros que en su melodioso estilo lo catapultaron a la estelaridad en Latinoamérica y España en aquella apacible década de los años 50 del siglo pasado. 

También tengo grabada, casi fotográficamente, la imagen de mi madre sentada frente al televisor, entre sonriente, divertida y asombrada, viendo al chileno sorteando, con no poca dificultad, el asedio de sus delirantes admiradoras, que casi le arrancan la ropa a jirones cuando hacía su entrada al Teatro del Este, que había sido habilitado para presentarlo en el popular Show de las 12, que de lunes a viernes al mediodía animaba Víctor Saume por Radio Caracas Televisión. Aquello era la locura total. 

Una escena similar se repetía, por la misma época y en el mismo programa, cuando Alfredo Sadel, nuestro ídolo internacional de entonces e incuestionable rival artístico de Lucho Gatica, acudía al espacio del Tío Saume, como también era conocido aquel animador de estirpe bonachona y simpática. 

Años después conocí a Lucho Gatica en casa de la periodista Edith Guzmán, con quien trabajaba en mis inicios como reportero de la fuente de espectáculos en El Nacional. Fue en una cena que ella le hizo en una de sus visitas a Caracas. Edith nos contaba que ella era una de aquellas enfervorizadas fanáticas que, escapadas del colegio, iban a ver a Gatica en el show de Saume y años después, ya en el ejercicio profesional, ambos se hicieron muy amigos. El cantante, que acaba de morir a los 90 años en México, tuvo una vida larga y fructífera. Era, a no dudarlo, uno de los grandes del espectáculo hispanoamericano de todos los tiempos.   

Auténtica prueba de fuego

Un clásico del teatro venezolano contemporáneo retorna a las tablas a 37 años de su estreno. Se trata de Prueba de fuego, del dramaturgo y director Ugo Ulive. A partir del 23 de noviembre se estará presentando en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural. Representada por primera vez en el Nuevo Grupo con la protagonización de José Ignacio Cabrujas y Omar Gonzalo, en esta ocasión el montaje estará a cargo de la directora del Ateneo de Caracas, Vilma Ramia, con las actuaciones del joven actor Federico Moleiro y Alfredo Sánchez, periodista y director de cine y TV, quien hace su debut como intérprete teatral. La obra transcurre en la Caracas de los duros años sesenta del siglo XX, durante el proceso de pacificación, cuando los partidos políticos que participaron en la lucha armada debatían su legalización para abandonar la clandestinidad. La trama desentraña los orígenes de aquellas circunstancias y prefigura de alguna manera lo que hemos vivido en nuestro país en los últimos 20 años, lo cual constituye la mejor prueba de que el arte, cuando es genuino, anticipa lo que la historia tiene que ofrecer como resultado. De allí su vigencia y validez.   

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