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A CONTROL REMOTO

Joaquín Riviera, un productor sin competencia

Al llegar a Venezuela de su Cuba natal se convirtió aquí en el mejor de su especialidad con títulos que marcaron época, como el musical “De Fiesta con Venevisión”, la cuña navideña del canal y, muy especialmente, la ceremonia de elección de Miss Venezuela

  • AQUILINO JOSÉ MATA

20/07/2025 01:00 am

Antes de sus 44 años de eminente trayectoria en Venezuela -desde su llegada en 1969 hasta su muerte por un paro respiratorio el 21 de abril de 2013-, Joaquín Riviera tuvo otros 12 de vida profesional en Cuba. Nacido en La Habana el 26 de diciembre de 1932, recién terminado el bachillerato estudió danza y coreografía y poco después formó el Trío Los Riviera en 1957, con el cual se presentó en varios países, hasta que regresó a Cuba en los años 60, con la recién estrenada revolución castrista, ya tutelada por la Unión Soviética, circunstancia que aprovechó para tomar clases con el coreógrafo ruso Igor Moiséyev. Se hizo productor y en esta faceta hizo una breve incursión en televisión, para centrarse luego como coreógrafo y bailarín de los shows de los cabarets de los hoteles Capri y Habana Riviera, así como del mítico Tropicana. Pero las ansias de ampliar sus horizontes en otros lares pudieron más.

Al llegar a nuestro país como exiliado, ingresa al Canal de La Colina, en donde creó el muy exitoso musical semanal De fiesta con Venevisión y en 1975 asume también la producción de la cuña navideña, otra de sus señas de identidad por excelencia. Pero sería en 1979 cuando le llegaría su gran oportunidad. Ocurrió cuando le encargaron tomar las riendas de la transmisión en directo de la llegada de Maritza Sayalero, nuestra primera Miss Universo, que transmitiría Sábado Sensacional. Fue su pasaporte para que a partir del año siguiente se encargara de la producción del Miss Venezuela, cuya franquicia acababa de adquirir la Organización Cisneros. Su labor resultó tan descollante, que con los años llegó a ser vicepresidente de programas de variedades de VV, cargo que ocupaba al momento de su muerte. “A Venezuela le debo una nueva faceta personal y artística en mi vida”, no se cansaba de repetir cada vez que podía.

En esos años de la Venezuela saudita tenía el talento y, ¿por qué no decirlo?, el abrumador presupuesto requerido para realizar las suntuosas y espectaculares ceremonias de elección, que lo catapultaron como el mejor en su especialidad, una categoría en donde prácticamente brilló solo, sin competidores que se acercaran a su conocimiento del oficio y su nivel de excelencia. “Nací en la era de los espectáculos masivos. Los años 50 fueron mi época y entonces se estilaban aquellas grandiosas producciones que me inspiraron, soy un producto de ellas”.

Y para realizarlas de cara al Miss Venezuela, se nutría de las comedias musicales de Broadway y los shows de Las Vegas, que le sirvieron de inocultables resortes para sus apreciables excesos creativos, que trascendieron fronteras, pues se transmitían también en otros países, consolidados como el gran trampolín mediático de la fábrica de reinas venezolanas ganadoras en los más importantes certámenes internacionales. Cuando se escriba con rigor la historia de nuestra TV, el nombre de Joaquín Riviera llenará, sin ninguna duda, capítulos muy importantes.
@aquilinojmata




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