Horacio Blanco: “Fuimos una banda inquieta, arriesgada"
La agrupación venezolana de ska Desorden Público cumple el 27 de julio cuarenta años de trayectoria. Habla su "frontman" Horacio Blanco
Cuarenta años se dice y se escribe fácil, pero para una banda de rock es un ejercicio de resistencia, fe y rebeldía. Desorden Público forma parte de la historia del rock venezolano y la escena alternativa caraqueña de las décadas de los ochenta y noventa.
Y aunque quizás para algunos el ska es un género pasado de moda, Desorden Público logra emocionar a sus seguidores en el tour Los 40 de Desorden, un viaje sonoro que transita por su primer álbum, homónimo, el primero también de ska en el país, pasando por sus grandes éxitos y el momento más emotivo de la noche cuando interpretan Los que se quedan los que se van, mientras en las visuales se muestra un pasaporte. “Siempre hemos creído que nuestras canciones deben decir cosas”, asegura Horacio Blanco, acompañado por parte de los miembros fundadores de la agrupación: José Luis “Caplis” Chacín (bajo), Daniel Sarmiento (batería y coros) y Oscar “Oscarello” Alcaíno (percusión).
Desde Bogotá, El Universal conversó con Horacio Blanco, el frontman de Desorden Público, después de la prueba de sonido del concierto que presentaron recientemente en el Teatro Astor Plaza de esa ciudad, a casa llena. “Hablar de cuarenta años de Desorden Público es hablar de toda mi vida, con sus aciertos, tropiezos, sus momentos iluminados y también momentos oscuros. Es una historia de felicidad. Soy muy afortunado de hacer lo que hago, creo que mis compañeros piensan lo mismo”, agrega Blanco.
-Pronto celebraran el aniversario de la banda con el público venezolano en un concierto gratuito en la Plaza Altamira.
-Un concierto marcará un hito en la historia de la banda, nacimos en Caracas y cuarenta años más tarde tocaremos en nuestra ciudad frente a miles de personas en la calle, gratis.
-En octubre revivirán un concierto histórico junto a Zapato 3 y Sentimiento Muerto en el Rockalandia Fest.
-Ese concierto fue el 30 de septiembre de 1989, ¿sabes por qué lo recuerdo? Porque es el día de mi cumpleaños. Lo haremos en la Concha Acústica de Bello Monte. Hay muchas expectativas tanto de la generación que asistió en aquella oportunidad a ese concierto como de las nuevas generaciones.
-En esos años, ¿imaginaron todo lo que lograrían?
-No, ni lo proyectábamos. Menos estar tantos años juntos, activos de forma escénica y creativa; que muchas de nuestras canciones formen parte del cancionero de música venezolana popular trascendiendo las fronteras del rock. Fuimos una banda inquieta, arriesgada, y eso es parte de nuestro éxito.
"Nunca hemos hecho algo distinto a lo que es nuestro compromiso con el arte y la narrativa de nuestras canciones", afirma Blanco (CENITAL STUDIO)
-Ahora que menciona las canciones, en el momento creativo, ¿intuían esa transcendencia?
-Claro, cuando uno crea una canción sientes que la idea es buena, después en el ensayo surge un feeling con los músicos de la banda hasta que finalmente la grabas en el estudio. Por ejemplo, cuando escribí Los que se quedan los que se van me conmoví. Recuerdo que mi madre fue la primera en escucharla, me dijo que le daban ganas de llorar. Esta canción, de tiempos recientes, es una de las más importantes de la banda y ahora que podemos tocarla en varias partes del mundo y hacer conexión con comunidades venezolanas, produce una conexión afectiva muy poderosa. Pero también te doy otro ejemplo, cuando hicimos Allá cayó, una de nuestras canciones más exitosas, recuerdo que decía que a pesar de ser muy pegajosa su letra era muy dura, no creía que tendría éxito, que sería solo para el nicho, y de repente empezó a sonar en todas partes.
-Sin embargo, la letra utópica no se cumplió, Michael Jordan no nos salvó.
-No. No nos salvó.
-Ahora que habló del sencillo Los que se quedan los que se van, ¿cómo se sienten ante tanto público venezolano de la diáspora?
-Nosotros tenemos una cuota de responsabilidad frente a las audiencias venezolanas, conozco a muchos, sé que muchos necesitan unas palabras de aliento porque migrar es duro. Por eso en los conciertos siempre hay un mensaje especial para el público venezolano que nos va a ver, intento también dejar una reflexión ética sobre el comportamiento que debemos tener en el mundo: ser personas agradecidas, personas honestas. No somos indiferentes. En el concierto suelo decir: cuando quieran pasar por la casa son bienvenidos y nos tomamos un guayoyo viendo el atardecer en el Ávila.
-Cambiando de tema, no se puede ignorar que en los últimos años la participación de la banda en ciertos eventos y festivales dentro y fuera de Venezuela ha sido polémica.
-El tema político, en especial en los últimos veinticinco años, siempre ha sido espinoso y complicado de transitar. ¿Cómo me siento frente a un sector que considera que nosotros no deberíamos actuar en ciertas tarimas? Me siento en absoluta paz y tranquilidad. Nunca hemos hecho algo distinto a lo que es nuestro compromiso con el arte y la narrativa de nuestras canciones. No estamos traicionando a nadie. ¿Cómo enfrento estas diferencias políticas? Haciendo lo que siempre he hecho: subiendo a un escenario y cantando las canciones que siempre he cantado. También hay otra lectura: qué valiente somos al subir a una tarima y decir lo que siempre hemos dicho.
-En el momento de mayor esplendor y popularidad de la banda, ¿sucumbieron ante la fama?
-Afortunadamente no caímos tanto, creo que los momentos más difíciles de una banda son, al contrario de lo que muchos piensan, cuando hay mucho éxito; son momentos ultra difíciles, se extreman los egos. Eso nos pasó en los noventa con tanta popularidad, pero sobrevivimos porque el secreto de la banda es que somos amigos y ya nos conocemos muy bien.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Desorden Público?
-Desorden Público es una casa con varias ventanas y puertas, y todas están abiertas. Es una casa que ha permitido la entrada de muchos músicos, pero también de aquellos que hayan tenido la libertad de irse… a pesar de eso la casa no se ha venido abajo.
@DulceMRamosR
Y aunque quizás para algunos el ska es un género pasado de moda, Desorden Público logra emocionar a sus seguidores en el tour Los 40 de Desorden, un viaje sonoro que transita por su primer álbum, homónimo, el primero también de ska en el país, pasando por sus grandes éxitos y el momento más emotivo de la noche cuando interpretan Los que se quedan los que se van, mientras en las visuales se muestra un pasaporte. “Siempre hemos creído que nuestras canciones deben decir cosas”, asegura Horacio Blanco, acompañado por parte de los miembros fundadores de la agrupación: José Luis “Caplis” Chacín (bajo), Daniel Sarmiento (batería y coros) y Oscar “Oscarello” Alcaíno (percusión).
Desde Bogotá, El Universal conversó con Horacio Blanco, el frontman de Desorden Público, después de la prueba de sonido del concierto que presentaron recientemente en el Teatro Astor Plaza de esa ciudad, a casa llena. “Hablar de cuarenta años de Desorden Público es hablar de toda mi vida, con sus aciertos, tropiezos, sus momentos iluminados y también momentos oscuros. Es una historia de felicidad. Soy muy afortunado de hacer lo que hago, creo que mis compañeros piensan lo mismo”, agrega Blanco.
-Pronto celebraran el aniversario de la banda con el público venezolano en un concierto gratuito en la Plaza Altamira.
-Un concierto marcará un hito en la historia de la banda, nacimos en Caracas y cuarenta años más tarde tocaremos en nuestra ciudad frente a miles de personas en la calle, gratis.
-En octubre revivirán un concierto histórico junto a Zapato 3 y Sentimiento Muerto en el Rockalandia Fest.
-Ese concierto fue el 30 de septiembre de 1989, ¿sabes por qué lo recuerdo? Porque es el día de mi cumpleaños. Lo haremos en la Concha Acústica de Bello Monte. Hay muchas expectativas tanto de la generación que asistió en aquella oportunidad a ese concierto como de las nuevas generaciones.
-En esos años, ¿imaginaron todo lo que lograrían?
-No, ni lo proyectábamos. Menos estar tantos años juntos, activos de forma escénica y creativa; que muchas de nuestras canciones formen parte del cancionero de música venezolana popular trascendiendo las fronteras del rock. Fuimos una banda inquieta, arriesgada, y eso es parte de nuestro éxito.

"Nunca hemos hecho algo distinto a lo que es nuestro compromiso con el arte y la narrativa de nuestras canciones", afirma Blanco (CENITAL STUDIO)
-Ahora que menciona las canciones, en el momento creativo, ¿intuían esa transcendencia?
-Claro, cuando uno crea una canción sientes que la idea es buena, después en el ensayo surge un feeling con los músicos de la banda hasta que finalmente la grabas en el estudio. Por ejemplo, cuando escribí Los que se quedan los que se van me conmoví. Recuerdo que mi madre fue la primera en escucharla, me dijo que le daban ganas de llorar. Esta canción, de tiempos recientes, es una de las más importantes de la banda y ahora que podemos tocarla en varias partes del mundo y hacer conexión con comunidades venezolanas, produce una conexión afectiva muy poderosa. Pero también te doy otro ejemplo, cuando hicimos Allá cayó, una de nuestras canciones más exitosas, recuerdo que decía que a pesar de ser muy pegajosa su letra era muy dura, no creía que tendría éxito, que sería solo para el nicho, y de repente empezó a sonar en todas partes.
-Sin embargo, la letra utópica no se cumplió, Michael Jordan no nos salvó.
-No. No nos salvó.
-Ahora que habló del sencillo Los que se quedan los que se van, ¿cómo se sienten ante tanto público venezolano de la diáspora?
-Nosotros tenemos una cuota de responsabilidad frente a las audiencias venezolanas, conozco a muchos, sé que muchos necesitan unas palabras de aliento porque migrar es duro. Por eso en los conciertos siempre hay un mensaje especial para el público venezolano que nos va a ver, intento también dejar una reflexión ética sobre el comportamiento que debemos tener en el mundo: ser personas agradecidas, personas honestas. No somos indiferentes. En el concierto suelo decir: cuando quieran pasar por la casa son bienvenidos y nos tomamos un guayoyo viendo el atardecer en el Ávila.
-Cambiando de tema, no se puede ignorar que en los últimos años la participación de la banda en ciertos eventos y festivales dentro y fuera de Venezuela ha sido polémica.
-El tema político, en especial en los últimos veinticinco años, siempre ha sido espinoso y complicado de transitar. ¿Cómo me siento frente a un sector que considera que nosotros no deberíamos actuar en ciertas tarimas? Me siento en absoluta paz y tranquilidad. Nunca hemos hecho algo distinto a lo que es nuestro compromiso con el arte y la narrativa de nuestras canciones. No estamos traicionando a nadie. ¿Cómo enfrento estas diferencias políticas? Haciendo lo que siempre he hecho: subiendo a un escenario y cantando las canciones que siempre he cantado. También hay otra lectura: qué valiente somos al subir a una tarima y decir lo que siempre hemos dicho.
-En el momento de mayor esplendor y popularidad de la banda, ¿sucumbieron ante la fama?
-Afortunadamente no caímos tanto, creo que los momentos más difíciles de una banda son, al contrario de lo que muchos piensan, cuando hay mucho éxito; son momentos ultra difíciles, se extreman los egos. Eso nos pasó en los noventa con tanta popularidad, pero sobrevivimos porque el secreto de la banda es que somos amigos y ya nos conocemos muy bien.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Desorden Público?
-Desorden Público es una casa con varias ventanas y puertas, y todas están abiertas. Es una casa que ha permitido la entrada de muchos músicos, pero también de aquellos que hayan tenido la libertad de irse… a pesar de eso la casa no se ha venido abajo.
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