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Daniel Reynolds sigue exponiendo en la Sala Mendoza

“La cerámica es el hilo de continuidad que nos une a nuestros antepasados”

En "Boultonalia", una de las muestras que agrupa "Por los 4 vientos", el artista rinde homenaje a Alfredo Boulton y artesanos precolombinos

  • MARITZA JIMÉNEZ

29/06/2025 01:00 am

Para el artista y curador Alberto Asprino “reinterpretar contemporáneamente la cerámica precolombina es una aventura por demás compleja y comprometedora”.

Eso es precisamente lo que hace el venezolano Daniel Reynolds, cuya obra reciente puede ser apreciada en Boultonalia, con la que participa en la muestra Por los 4 vientos que se mantiene hasta el 19 de julio en la Sala Mendoza con la colaboración de Henrique Faria Fine Art de Nueva York, como “una invitación a reflexionar sobre la vigencia de las culturas originarias y su capacidad de resonar en las prácticas artísticas actuales, creando puentes entre tiempos, territorios y modos de ver el mundo”.

Pero si en ella Ricardo Corredor, Claudia Lavegas y Luis Villamizar, los otros tres participantes, deslumbran con la forma y colorido de sus interpretaciones inspiradas en la magia de los tejidos tradicionales de nuestros primeros pobladores, Reynolds ha escogido el mundo de la cerámica y, desde la intimidad del primer piso de la sala ubicada en la Universidad Metropolitana somete a nuestra consideración la belleza de su doble homenaje casi monocromo, entre el blanco, negro y ocre.

“Se trata de mi homenaje a la creación indígena antigua y a las fotografías de Alfredo Boulton de hallazgos arqueológicos en Venezuela”, afirma el artista sobre esta propuesta inspirada en El arte en la cerámica aborigen de Venezuela, uno de los libros emblemáticos del crítico y fotógrafo considerado un intelectual clave en la Venezuela el siglo XX y promotor del arte moderno en América Latina, a cuyo ojo acucioso, sin embargo, no escaparon esas realizaciones utilitarias, la mayoría, de nuestras culturas primigenias.

 
Móviles realizados por el artista (CORTESÍA)  

El interés de Daniel Reynolds por la cerámica surgió quizás de sus años de infancia en Inglaterra, donde se instaló con su familia a los nueve años, en 1970, pero sin perder el vínculo con su país natal, al que venían dos veces al año a visitar a su familia materna, “y recorrer lugares en el interior de Venezuela que reforzaran ese cariño y orgullo por nuestros orígenes geográficos”.

“Las visitas a Venezuela en Semana Santa y Navidad fueron marcadas en mi memoria por los largos viajes en carro, de Caracas a Güiria, pasando por los bellísimos paisajes de Oriente, con paradas en restaurantes de costa con fogón, donde disfrutábamos exquisitas cachapas de maíz tierno, cochino frito, jugos tropicales y jaleas de guayaba. Se me aguan los ojos de recordar con alegría las tardes enteras que pasábamos los niños, remojados en riachuelos mientras se hacia la sopa, también en fogón abierto, que nos servían en enormes totumas que flotábamos sobre el agua para enfriarla, ¡y así consumirla más rápido!”, rememora.

Reynolds desarrolló su formación artística principalmente en Londres, donde se especializó en escultura abstracta, con un enfoque en la cerámica y con influencias del diseño de muebles. Pero la estética de Caracas, especialmente su inclinación por lo geométrico, también influyó en su obra.

“En Inglaterra ha habido un movimiento cerámico importante a través del tiempo”, relata, “y es algo que me despertó curiosidad y aprecio desde temprana edad. De niños, mi hermano David y yo solíamos acompañar a mi papá en sus excursiones a las subastas de Londres, como coleccionista de porcelana inglesa, europea y oriental de los siglos XVIII y XIX, entre otros objetos de arte. Esto me dio cierto conocimiento rudimental y me puso en contacto directo con piezas que quizás de otra manera hubiera visto solo en libros o en museos”.

“Por supuesto -continúa- cuando comenzó a florecer mi interés en el arte contemporáneo, quise intentar hacer piezas en cerámica de mi propio diseño, pero teniendo en cuenta lo que habría absorbido de piezas antiguas, casi sin saberlo”.

 
Reynolds realizó una residencia artística en El Cercado, Isla de Margarita (CORTESÍA)  

Aun siendo gran admirador de la obra de Alexander Calder, Joan Miró, Marcel Duchamp, Jesús Soto, entre otros creadores contemporáneos, dice: “Quise buscar mi propio lenguaje visual en vez de imitarlos”.

Los resultados de esa búsqueda se aprecian en la originalidad de sus piezas escultóricas, móviles, jarrones, vasos, basados en hallazgos arqueológicos venezolanos. 

La cerámica, a su juicio, está viviendo un resurgimiento a nivel global “y teniendo en cuenta que el Caribe es una zona de tradición ceramista milenaria. me parece que Venezuela está caminando paralelamente a todo este movimiento en torno a la cerámica”.

Pero, más allá de la estética de las piezas, su curiosidad lo lleva a interesarse en el proceso de su hechura y la relación directa con la materia:
“Algo que me gusta de la cerámica hecha a mano; es decir, sin el uso del torno, es que mientras ha habido mejoras y desarrollos importantes en la calidad y variedad de arcillas y de los esmaltes a través de los siglos, el método de construcción de piezas y la interacción del hombre con el material, en su esencia, no ha cambiado desde los más tempranos ejemplos de creación ceramista. Esto hace que al hacer una pieza se evidencie un verdadero hilo que nos une a nuestros antepasados”.

Por esa vía de investigación, destaca su residencia artística en El Cercado, en 2023, propuesta por la curadora Tahía Rivero, cuando compartió una experiencia de mutuo aprendizaje con artesanos de esa población ubicada al norte de la isla de Margarita, reconocida como el lugar “donde el barro se convierte en arte”.
@weykapu




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