A CONTROL REMOTO
Raphael: hitos de una carrera
Esta semana comenzó, triunfalmente y a lo grande, la extensa gira que marca su regreso a los escenarios, luego del involuntario retiro que tuvo que hacer cuando le diagnosticaron en octubre pasado un linfoma cerebral
Después de ocho meses de lejanía involuntaria de los escenarios, debido al linfoma cerebral que le diagnosticaron en octubre pasado, Raphael ha regresado a lo grande. Esta semana se presentó en el Teatro Romano de Mérida, España, en lo que constituye el inicio de una gira que lo llevará por su país natal y Latinoamérica, entre otros escenarios. El cantante, a sus 82 años, hizo delirar a la audiencia que llenó el histórico recinto. Fue una gran noche, lo que nos motiva a hacer un repaso por varios de los hitos más importantes de su trayectoria:
Su carrera despegó en 1962, al ganar el Festival de Benidorm.
En la madrileña plaza de toros de Las Ventas protagonizó en aquella época conciertos históricos, en los que terminaba, en medio de vítores, dando la vuelta al ruedo en descapotable.
Es sabido el fervor que despierta en Latinoamérica, pero menos conocido es su éxito en Rusia. Allí se hizo famoso en 1970 con la película Digan lo que digan.
Al año siguiente, y tras mover sus hilos para que el régimen franquista le dejase ir a aquel país, que entonces era comunista y formaba parte de la URSS, se salió con la suya y emprendió una gira. Durante su presentación en Moscú, el secretario general del Partido Comunista, Leonid Brezhnev, fue a saludarlo al camerino.
Su primer manager, Paco Gordillo, cuenta que a los 20 años confiaba tanto en sus posibilidades, que cuando la discográfica le ofreció 3.000 pesetas o el 5% de royalties, escogió el porcentaje. Y acertó. Su caché se disparó en tiempo récord. Por su primera película le pagaron 300.000 pesetas, por la segunda, tres millones.
En 1967, con 24 años, debutó en el Madison Square Garden de Nueva York de la mano de Brian Epstein, el manager de los Beatles.
Representó a España en el Festival de Eurovisión en dos ocasiones consecutivas, en 1966 y 1967. La primera con Yo soy aquel y la segunda con Hablemos del amor, ambas de Manuel Alejandro, su compositor fetiche.
En la década de los 80 se instaló en Miami y desde allí, como su centro de operaciones, se dedicó a dar conciertos por el mundo. Fue la época en la que arrasó con el tema Escándalo.
Ya en los 90, lo reivindicaron en su país intérpretes de la estatura de Alaska, Alejandro Sanz, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, entre otros, que hicieron duetos con él en un disco editado por su medio siglo artístico.
Es el cuarto cantante en recibir un disco de uranio (50 millones de copias vendidas con una sola discográfica), junto a Michael Jackson, AC/DC y Queen.
En el año 2000, y durante siete meses, protagonizó la versión española del musical Jekyll & Hyde. Cada noche el teatro colgaba el cartel de “No hay entradas”. Fue un rotundo éxito.
Ahora, ya de regreso, el octogenario divo sigue más que dispuesto a dejar sentado que, como dice una de sus canciones más celebradas, “sigue siendo aquel”.
@aquilinojmata
Su carrera despegó en 1962, al ganar el Festival de Benidorm.
En la madrileña plaza de toros de Las Ventas protagonizó en aquella época conciertos históricos, en los que terminaba, en medio de vítores, dando la vuelta al ruedo en descapotable.
Es sabido el fervor que despierta en Latinoamérica, pero menos conocido es su éxito en Rusia. Allí se hizo famoso en 1970 con la película Digan lo que digan.
Al año siguiente, y tras mover sus hilos para que el régimen franquista le dejase ir a aquel país, que entonces era comunista y formaba parte de la URSS, se salió con la suya y emprendió una gira. Durante su presentación en Moscú, el secretario general del Partido Comunista, Leonid Brezhnev, fue a saludarlo al camerino.
Su primer manager, Paco Gordillo, cuenta que a los 20 años confiaba tanto en sus posibilidades, que cuando la discográfica le ofreció 3.000 pesetas o el 5% de royalties, escogió el porcentaje. Y acertó. Su caché se disparó en tiempo récord. Por su primera película le pagaron 300.000 pesetas, por la segunda, tres millones.
En 1967, con 24 años, debutó en el Madison Square Garden de Nueva York de la mano de Brian Epstein, el manager de los Beatles.
Representó a España en el Festival de Eurovisión en dos ocasiones consecutivas, en 1966 y 1967. La primera con Yo soy aquel y la segunda con Hablemos del amor, ambas de Manuel Alejandro, su compositor fetiche.
En la década de los 80 se instaló en Miami y desde allí, como su centro de operaciones, se dedicó a dar conciertos por el mundo. Fue la época en la que arrasó con el tema Escándalo.
Ya en los 90, lo reivindicaron en su país intérpretes de la estatura de Alaska, Alejandro Sanz, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, entre otros, que hicieron duetos con él en un disco editado por su medio siglo artístico.
Es el cuarto cantante en recibir un disco de uranio (50 millones de copias vendidas con una sola discográfica), junto a Michael Jackson, AC/DC y Queen.
En el año 2000, y durante siete meses, protagonizó la versión española del musical Jekyll & Hyde. Cada noche el teatro colgaba el cartel de “No hay entradas”. Fue un rotundo éxito.
Ahora, ya de regreso, el octogenario divo sigue más que dispuesto a dejar sentado que, como dice una de sus canciones más celebradas, “sigue siendo aquel”.
@aquilinojmata
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