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Ramón Ordaz: "'Obertura de mar' fue una lucha callada de maceración interior”

Su poemario es una publicación de La Castalia y Ediciones de la Línea Imaginaria, e inaugura su Colección Alfabeto del Mundo en homenaje a Eugenio Montejo

  • MARITZA JIMÉNEZ

15/06/2025 01:00 am

Venezuela es un país de poetas. Cada región, cada rincón, tiene una historia que contar. Y el oriente venezolano ostenta su abolengo. Desde Andrés Eloy Blanco y Andrés Mata, pasando por José Antonio Ramos Sucre, Cruz Salmerón Acosta, J.M. Rondón Sotillo, sin olvidar la poesía narrativa de Alfredo Armas Alfonzo, son muchos los nombres de esa zona costera, protagonizada por este Caribe nuestro que no se parece a ningún otro del planeta.

Nacido en El Tigre (1948), hijo de margariteños, aspirante a cursar estudios de Biología ganado por la literatura, Ramón Ordaz es una de esas voces alimentadas al sonido de las olas de ese mar que desde su infancia lo acompaña como referente y forma de vida:

Yo necesito el mar,/ bosque nocturno,/ el país más secreto,/ agua fósil de enigmas/ cuando escribo la lengua de las horas,/ la paz en las arenas.

Así lo leemos en Obertura de mar (2022), una publicación con la que el merideño Centro Editorial La Castalia y Ediciones de la Línea Imaginaria, de Ecuador, inauguran su Colección Alfabeto del Mundo, homenaje al venezolano Eugenio Montejo, dedicada a obras selectas de la poesía contemporánea.

Poeta, ensayista, docente, Ramón Ordaz ha sido un acucioso seguidor de la poesía venezolana. Licenciado en Educación, mención Castellano y Literatura por la Universidad de Oriente, y Magíster en Literatura Iberoamericana en la Universidad de Los Andes, entre 1983 y 2000 ejerció la dirección del Centro de Actividades Literarias “José Antonio Ramos Sucre”, amén de su experiencia en publicaciones literarias como las revistas En Ancas (1976-81), Trizas de Papel y Poda, y la dirección del periódico Oriente Universitario.

Su producción literaria abarca los poemarios Potestades de Zinnia (Caracas, 1979); Antología del Otro (Caracas, 1990); Grafopoemas (Barcelona, 1992); Kuma (Caracas, 1997); Profanaciones (Mérida, 2002) y Albacea (Barcelona, 2003), además de sus ensayos Diario de derrota (1993); En los jardines de Colón (1998), y El pícaro en la literatura iberoamericana (2000).

“Obertura de mar es un libro que quiero mucho por todo lo que me costó llegar a él. Fue una lucha callada, de maceración interior”, afirma. “El libro está dividido en dos partes. La primera, El mar es nuestra sed, es la exaltación, la celebración del mar, su luz, sus maravillas y bondades; la segunda, Acantilados, es el declive, el deterioro, la pérdida del mar por el hombre, los litorales devastados por el mal uso de sus recursos. Esa segunda parte es una elegía al mar. Llamé esa segunda parte Acantilados porque es la mirada desde lo alto y donde los horizontes parecen gritar su desamparo”, dice a propósito de esta obra, que es, además, “un diálogo con algunos poetas que han cantado al mar”, como Baudelaire, Reverdy, Saint-John Perse y el español Pedro Salinas, con un prólogo de Gregory Zambrano.

-Estuvo al frente del Centro de Actividades Literarias “José Antonio Ramos Sucre” por veinte años. ¿Cuáles fueron las mayores dificultades y satisfacciones de esa actividad?
-Fueron muchas las dificultades, entre ellas, lograr la restauración de su casa. Alcanzado eso, y echada la nave al agua, las carencias siempre estuvieron presentes, puesto que nunca ha sido prioridad la cultura literaria para ningún gobierno. En ese estira y afloja, se alcanzaron metas y realizaciones de reconocidos méritos a nivel regional y nacional. Hoy, ante el omnipresente populismo cultural degradante, servil, el proyecto ha tenido continuidad en la gestión que realiza actualmente su directora, la profesora universitaria Adriana Cabrera.

-Van a hacer casi 50 años de aquella revista En Ancas, un caso excepcional en nuestras letras. ¿Cómo recuerda hoy esa experiencia?
-En Ancas fue mi primera experiencia editorial en Caracas que alcanzó los nueve números. Se inició con un grupo de compañeros de la Escuela de Economía y Ciencias Sociales, pero a partir del segundo número, por divergencias en cuanto a la concepción de la literatura y el arte, tuve que desmarcarme y correrla sola. Una camarilla de izquierda pretendió colonizar la revista para ponerla a su servicio, a lo que me opuse. Desde entonces me alejé de grupos y organizaciones de cualquier naturaleza. Lo adquirido se expresó luego en la revista Trizas de papel, de la Casa Ramos Sucre, y lo que fue la revista latinoamericana de poesía Poda.

-Ha anunciado que tiene dos libros inéditos, ¿qué puede adelantarnos de ellos?
-Dos, tres libros inéditos. Inevitablemente todo lo inédito padece el síndrome de la sospecha. Trato de que no llegue Ramón Ordaz a desahuciarlos. La poesía de nuestro tiempo no es copiosa, desparramada hacia lo explícito. Es, más bien, breve; una sabia destilación hasta alcanzar el aroma esencial. Funge de huella, de concisa señal en el faro del fin del mundo. Andamos perdidos; ojalá logren vernos.
@weykapu




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