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UNA ENTRADA A LA SEMANA | Crítica

¿Quién necesita a Kurosawa hoy?

Gran parte de la obra del cineasta nipón, descrito por Stephen Spielberg como “el Shakespeare contemporáneo”, está disponible para su reproducción en la plataforma española Filmin

  • CATHERINE MEDINA MARYS

11/05/2025 01:00 am

Cuando era estudiante de cine, parte de mis amigos se convirtió en esa clase de cinéfilos esnobistas que usan boina de medio lado y tote bags temáticos de la Trilogía de Tres Colores de Krzysztof Kieślowski. El nombre de Akira Kurosawa tampoco abandonaba ninguna conversación, al igual que títulos de su filmografía como Ran o Los siete samuráis.

Yo, que no sabía quién era Akira Kurosawa, fingía que sí para no desencajar. Me daba vergüenza ser, aparentemente, la única del grupo que no conocía al japonés, pero tampoco hacía nada para cambiar la situación porque mis intereses eran otros para el momento.

Mi trabajo final de grado me permitió, al fin, conocerlo. Un profesor, conocedor de mi interés por el teatro y las artes escénicas, me recomendó ver Trono de sangre, que no es más que la adaptación del Macbeth de Shakespeare al Japón feudal con brujas, espantos y aparecidos típicos de su folclore. Se abría ante mí el portal a una nueva manera de entender el arte, la vida y la muerte.

Recientemente, descubrí que la plataforma española de streaming Filmin ofrece el visionado -previa suscripción- de 25 de las 30 películas que rodó el nipón a lo largo de su vida. Entre ellas está Los sueños, una de sus últimas películas, dividida en ocho historias cortas que están basadas, en su mayoría, en sueños reales de Kurosawa, quien escribió el guion.

Adentrarse en Los sueños es una desintoxicación del ritmo acelerado al que estamos acostumbrados en cines y redes sociales. Con una mezcla de colores vivos, escenas de ceremonias tradicionales, danzas típicas y situaciones oníricas, Los sueños es una prueba de resistencia para el espectador impaciente, y un remanso visual para el que deja de resistirse a su ritmo pausado.

Mantener la atención durante una película sin revisar el móvil pareciera un reto actualmente. Estudios indican que la capacidad de atención promedio ha disminuido drásticamente en los últimos años. En redes sociales, por ejemplo, el límite de tiempo para enganchar con un video corto es de 3 a 5 segundos. Y el número sigue bajando.

Han pasado más de 12 años desde que descubrí, gracias a la insistencia de mis amigos hipsters y aquel amable profesor, la existencia de Akira Kurosawa. Y noto, con cierta preocupación, cómo se ha dejado de hablar de él. Lo noto incluso en colegas que se autoperciben como cinéfilos y conocedores del catálogo mundial de películas.

Más grave aún, lo noto en estudiantes de carreras audiovisuales. Se ha hecho más evidente el uso de IA en la entrega de tareas universitarias, que no es más que la comprobación de que no nos importa el conocimiento de aquello que nos sigue enseñando. Dicho de otro modo, delegamos en ChatGPT la necesidad de pensar y la obligación de un buen puntaje.

Lo cierto es que encontrarse con la obra de cineastas como Kurosawa no solamente significa reencontrarse con un documento histórico, con una manera de hacer cine que dejó de existir, o que se sigue practicando pero a menor escala. Es recordar que, más allá del efectismo, de la acción y el ritmo trepidante, se puede encontrar la calma y la maravilla en historias bien contadas.

Volver al cine de Akira Kurosawa (o a cualquier cineasta clásico) es ver el mundo a través de lentes distintos. Es encontrar inspiración en quienes crearon todo por primera vez en un mundo sin secuelas, sin precuelas, escenas postcréditos o remakes. La innovación no está mal, es olvidar su origen lo que nos deteriora como público.
@enlazonac





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