Espacio publicitario

La historia de Ariel Severino y Mercedes Chocrón da vida a una novela

"Yo quiero ser como Ariel", del escritor venezolano Abel Ibarra, recrea el drama de la pareja en el terremoto de Caracas

  • MARITZA JIMÉNEZ

11/05/2025 01:00 am

Numerosos edificios fueron destruidos totalmente en el terremoto de Caracas de 1967, una de las mayores tragedias en la historia del país. Entre esos destaca el Neverí, en Altamira. Novedosa estructura de granito y concreto armado diseñada por Carlos Raúl Villanueva, donde perdieran la vida, entre muchas otras personas, Ariel Severino, famoso escenógrafo y artista plástico uruguayo, y Mercedes Chocrón Serfaty, hermana del laureado dramaturgo Isaac Chocrón.

La relación de esa pareja y su dramático final es el tema de Yo quiero ser como Ariel, la tercera novela del venezolano Abel Ibarra (Caracas, 1952), en la que, valido de datos históricos y una potente imaginación, nos recrea esa relación y los diversos contextos involucrados en los antecedentes de los personajes protagonistas en la trama.

“Ariel Severino -explica el escritor- fue un actor, escenógrafo y artista plástico uruguayo que vino a Venezuela en los años 50 como escenógrafo de La balandra Isabel llegó esta tarde, adaptación cinematográfica del cuento homónimo de Guillermo Meneses, ganadora del premio de fotografía en el Festival de Cannes” en esa década.

“Con los años -continúa- se acrecentó su prestigio al realizar la escenografía de múltiples obras de teatro del Ateneo de Caracas, por haber trabajado con Franco Zeffirelli en la Ópera de Milán y, a su regreso de Italia, por las escenografías de telenovelas en RCTV, además de haber elaborado el logotipo y la gráfica de la orquesta Billo’s Caracas Boys”.

“Mercedes Chocrón, por su parte, fue víctima de uno de los mayores escándalos de su época, cuando su madre, Estrella Serfaty, abandonó a su esposo, Elías Chocrón, y a sus hijos, por Isaías Medina Angarita, a la sazón mayor del ejército y jefe del Estado Mayor del general Juan Vicente Gómez, que llegaría a convertirse en Presidente de la República bajo la protección del general Eleazar López Contreras. Mercedes fue un personaje de aquella Caracas provinciana de los sesenta y, luego de su matrimonio fracasado con un empresario neoyorquino, judío como ella, terminó en una relación con Ariel Severino”.

“Todo comienza -explica- con la figura de Ariel Severino, enaltecida en la guaracha de la orquesta de Billo Frómeta, Yo quiero ser como Ariel. Había un enigma que me venía rondando en la cabeza. En la primera estrofa de la canción se destacan las virtudes del personaje ‘que escribe, canta, diseña y hasta le baila ballet’. Pero lo enigmático surge cuando el cantante dice: ‘porque todas las chiquitas están loquitas por él’. Ese giro no es venezolano ni dominicano, y me lo aclaró el creador del Juan Sebastián Bar, Eleazar López Contreras, nieto del general homónimo y expresidente de la República: La guaracha es creación del cubano José Carbó Menéndez y su Ariel no es el Severino que nos ocupa”.



“Ficción novelada” o “no ficción narrativa”, se denomina este género caracterizado por contar historias basadas en la realidad, pero utilizando técnicas narrativas propias de la novela, como personajes, diálogos y un desarrollo argumental que busca emocionar y cautivar al lector, similar a la ficción.

Durante casi tres años trabajó en su investigación este egresado de la Escuela de Letras de la UCV y docente de la Escuela de Comunicación Social, que se desempeñó como productor y conductor de programas televisivos como Lo de Hoy juvenil, el Concurso Millonario y la emisión televisiva Hola juventud, para promover actividades de estudiantes estadounidenses en programas interculturales internacionales, que en 1985 le valió un premio de la embajada norteamericana.

Anteriormente, recibió el Premio Anual de Literatura en Ensayo, de Monte Ávila Editores, por su libro Rulfo y el dios de la memoria, publicado en 1991.

La memoria sigue como constante en su trabajo literario, continuado con Jorge Olavarría, Knockout. Crónica política, dado a conocer en 1996, cuando ejerció como secretario general de la Alcaldía de Caracas, hasta el año 2000, en que se marcha a Miami. En 2014, Rayuela Ediciones entrega en esa ciudad Balseros del aire. Novela, sobre su propia experiencia migratoria.

Además de ejercer en esa capital como docente universitario de español, continuó su formación profesional. Por cuatro años mantuvo en Univisión una serie de micros radiales para la difusión del español. y participó en Telemundo como guionista en la serie de novelas Decisiones.

-¿Cómo fue el proceso de investigación?
-Aparte de dos libros capitales, Historia de los judíos, de Paul Johnson, y Gárgoris y Habídis, una historia mágica de España, conté con otras fuentes importantes, entre otros, Eleazar López Contreras, conocedor de la época fiestera de los años sesenta y amigo de Ariel Severino, y Renetta Bustamante, hija de Esther Bustamante, la reconocida productora de teatro, prima de Mercedes Chocrón, cuya ayuda fue fundamental al aportarme múltiples datos bibliográficos, testimonios de vecinos del edificio Neverí, y la obra teatral de Javier Vidal, La íntima del presidente.

-¿Cuál fue la mayor dificultad en su escritura?
-Evitar que la imaginación le quitara verosimilitud a las historias narradas, que son varias, pero vinculadas al corazón de la novela, que es la relación de dos adultos que se enamoran como adolescentes en una pasión sin freno. En la búsqueda de esa verosimilitud, ha dicho Ramón Ordaz: Yo quiero ser como Ariel se inscribe en la tradición de novelas de la ciudad, junto a Mariño Palacios, Salvador Garmendia, Adriano González León y Fausto Masó, por mencionar algunos.

-¿Qué puede decir del estilo narrativo, su manejo del diálogo implícito y lenguaje poético?
-Este fue el mayor desafío, vencer el desprestigio que tiene el narrador omnisciente, esa voz que pasa por pedante y conocedora de todos los secretos, hasta de los personajes más misteriosos. El narrador omnisciente siempre funciona como un oráculo excluyente que deja al lector como un ser pasivo. El recurso que encontré para atenuar ese efecto fue romper el plano inicial de la narración, incorporando la “visión” del personaje en el hilo del discurso.
@weykapu




Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario