UNA ENTRADA A LA SEMANA | Crítica
“Memorias de un caracol” y el arte de soltar
La producción australiana fue una de las consentidas del público, y se esperaba que diera la batalla contra “Flow” por el Óscar. No lo logró, a pesar de ser una tragedia exquisita
“Unos nacen con estrellas, y otros nacen estrellados” es un refrán que ha sido heredado generación tras generación y que, al menos en Venezuela -desconozco si en otros países latinoamericanos-, se usa para intentar explicar por qué hay quienes logran alcanzar sus metas en tiempo récord y sin dificultad, y por qué hay quienes no lo hacen nunca o, de lograrlo, solo lo hacen después de haber superado un sinnúmero de obstáculos.
¿Acaso la vida es injusta? ¿O es simplemente aleatoria, a falta de palabras mejores? Creo que la vida es lo que es, lo que nosotros decidimos que sea. La semana pasada se estrenó en cartelera Memorias de un caracol, y el mensaje de Adam Elliot no podría ser tan acertado.
Esta película es una colección de desgracias personales que relata su protagonista Grace con cierta candidez. Una pérdida y la liberación de su mascota caracol favorito con el punto de partida para que Grace comience a narrar su vida, desde compartir el vientre materno con su amado hermano Gilbert, la vida con su padre enfermo y un evento trágico que termina por separarlos a todos.
A medida que Grace crece, comienza a sentirse cada vez más identificada con los caracoles. Su madre los estudiaba y amaba por igual, y ella pareciera haber desarrollado su misma pasión. Para ella, los caracoles son la única cosa que la vincula con su madre fallecida, y encuentra en ellos una compañía reconfortante que no la juzga, ni la molesta.
Al crecer, Grace emulará los aspectos no tan positivos del caracol, como su timidez y evasión al sentir algún tipo de riesgo. Y su vida no hará sino dar tumbos que la llevarán a que se encierre más y más en un caparazón que primero será su hogar, pero que después se convertirá en un impulso acumulador.
El caracol es, con frecuencia, la última opción de la lista de animales favoritos comúnmente aceptados y amados. Considerado como una plaga por la velocidad de reproducción que tienen algunas de sus especies, es comúnmente maltratado y malinterpretado. A pesar de todo, el caracol posee cualidades excepcionales, y la humanidad ha encontrado en él simbolismos poderosos que lo unen al Universo.
Por ejemplo, el caracol no es capaz de marchar hacia atrás. Su baba tiene cualidades regenerativas. Su lentitud se ha transformado en un ejemplo de perseverancia y el espiral, presente en su caparazón, no solo es una forma presente en otros elementos de la Creación, sino que es un símbolo de la vida como una sucesión de hechos.
El caracol, en esta película, representa el potencial que su protagonista es incapaz de ver, quizás por desconocimiento, quizás por una baja autoestima, pero que se mantiene ahí a pesar de todo.
Memorias de un caracol no solamente es una película sobre la vida, sobre el amor entre hermanos y la necesidad de dejar ir lo que ya no funciona, sino también un trabajo de stop motion tremendo. Una técnica de animación que siempre ha llamado la atención del público y gozado de buena reputación, pero que no resulta rentable por su complejidad.
Memorias de un caracol dio una pelea en la carrera por el Óscar 2025 a la Mejor Película de Animación, perdiendo de manera justa ante Flow. No deja de ser una película necesaria no solamente por su técnica artesanal en la era de la digitalización total, sino por su mensaje sobre la belleza de la vida, que se mantiene intacta aún en la adversidad.
@enlazonac
¿Acaso la vida es injusta? ¿O es simplemente aleatoria, a falta de palabras mejores? Creo que la vida es lo que es, lo que nosotros decidimos que sea. La semana pasada se estrenó en cartelera Memorias de un caracol, y el mensaje de Adam Elliot no podría ser tan acertado.
Esta película es una colección de desgracias personales que relata su protagonista Grace con cierta candidez. Una pérdida y la liberación de su mascota caracol favorito con el punto de partida para que Grace comience a narrar su vida, desde compartir el vientre materno con su amado hermano Gilbert, la vida con su padre enfermo y un evento trágico que termina por separarlos a todos.
A medida que Grace crece, comienza a sentirse cada vez más identificada con los caracoles. Su madre los estudiaba y amaba por igual, y ella pareciera haber desarrollado su misma pasión. Para ella, los caracoles son la única cosa que la vincula con su madre fallecida, y encuentra en ellos una compañía reconfortante que no la juzga, ni la molesta.
Al crecer, Grace emulará los aspectos no tan positivos del caracol, como su timidez y evasión al sentir algún tipo de riesgo. Y su vida no hará sino dar tumbos que la llevarán a que se encierre más y más en un caparazón que primero será su hogar, pero que después se convertirá en un impulso acumulador.
El caracol es, con frecuencia, la última opción de la lista de animales favoritos comúnmente aceptados y amados. Considerado como una plaga por la velocidad de reproducción que tienen algunas de sus especies, es comúnmente maltratado y malinterpretado. A pesar de todo, el caracol posee cualidades excepcionales, y la humanidad ha encontrado en él simbolismos poderosos que lo unen al Universo.
Por ejemplo, el caracol no es capaz de marchar hacia atrás. Su baba tiene cualidades regenerativas. Su lentitud se ha transformado en un ejemplo de perseverancia y el espiral, presente en su caparazón, no solo es una forma presente en otros elementos de la Creación, sino que es un símbolo de la vida como una sucesión de hechos.
El caracol, en esta película, representa el potencial que su protagonista es incapaz de ver, quizás por desconocimiento, quizás por una baja autoestima, pero que se mantiene ahí a pesar de todo.
Memorias de un caracol no solamente es una película sobre la vida, sobre el amor entre hermanos y la necesidad de dejar ir lo que ya no funciona, sino también un trabajo de stop motion tremendo. Una técnica de animación que siempre ha llamado la atención del público y gozado de buena reputación, pero que no resulta rentable por su complejidad.
Memorias de un caracol dio una pelea en la carrera por el Óscar 2025 a la Mejor Película de Animación, perdiendo de manera justa ante Flow. No deja de ser una película necesaria no solamente por su técnica artesanal en la era de la digitalización total, sino por su mensaje sobre la belleza de la vida, que se mantiene intacta aún en la adversidad.
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