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A CONTROL REMOTO

De aquel Carnaval, hace 100 años

La Caracas de hace un siglo fue el origen de los bailes alusivos a esta celebración, preludio del esplendor que posteriormente tuvieron, en los años 50 y 60, hasta hoy casi desaparecer

  • AQUILINO JOSÉ MATA

02/03/2025 01:00 am

Para contar la historia del surgimiento de los grupos musicales bailables en Venezuela, hay que remontarse a hace más de 100 años. Como ejemplo vale mencionar la reseña de una fiesta de Carnaval de una familia capitalina, celebrada en 1914, descrita por el cronista de la época, Don José García de la Concha, en su libro Reminiscencias, editado en 1962 y considerado como uno de los textos que mejor reflejan la vida y costumbres de la vieja Caracas. El sarao tuvo lugar en la residencia de Lulú Francia, situado en el número 20, entre las esquinas de Salvador de León a Coliseo. García de la Concha no escatima en detalles para retratarlo con acabada precisión:

“Las luces de las arañas de cristal se multiplican en los espejos; las losas del piso de mármol de patios y corredores brillan por la esperma rayada para que deslizara suavemente en el baile el pie, perla y flor de las damas. En el segundo patio, en amplio corredor, está instalado el ‘buffet’ con grandes torres de emparedados colocadas en platones, recipientes de cristal con ‘boule’ y sangría, el imprescindible sifón de cerveza y la botella de brandy. A las nueve de la noche, hora anunciada, revienta en el portón la orquesta de Lagonel con el vals Espigas de oro, y van entrando junto con la comparsa otros amigos invitados (…). Es de rigor que el presidente baile la Introducción con la dueña de la casa. Vienen las cuadrillas, lanceros y poleas. Los valses también se suceden y a las doce de la noche en punto se abre el suntuoso comedor. Ya para las tres de la mañana, después de haber tocado Adiós a Ocumare, y taconeado lo suficiente el joropo final, todos dicen: ‘Adiós Lulú; qué gozar, y muchas gracias’. Y se van las mascaritas”.

Indagando en torno a la orquesta de Lagonell, se trataba de un conjunto musical integrado por primos de una misma familia y dirigido por uno de ellos, José Antonio Lagonell Durán, militar y director de las retretas de la Plaza Bolívar de Caracas. Logramos conversar con Josefina, una de sus hijas, quien nos aclara que su apellido se escribe Lagonell y no Lagonel, como aparece en la pintoresca crónica de Don José García de la Concha. Josefina nos dice también que Panchito Lagonell, tío de su papá, es el compositor de la canción Besos y cerezas, que Raquel Castaños, en su época de vocalista infantil, pegó en la radio. “Los Lagonell tenían varios grupos de música caraqueña”, cuenta Josefina, “especialmente valses, joropos y merengues criollos. Todos vivían en La Pastora y mi papá daba clases en la escuela militar, donde tuvo como alumno a Marcos Pérez Jiménez. También era muy amigo de Billo Frómeta, quien le consultaba sobre los ritmos venezolanos para tener un conocimiento cabal de ellos”.

“Así gozaban los jóvenes el carnaval caraqueño hace un siglo”, comenta el colega y amigo, Alberto Veloz, desde su perspectiva actual, al comentar nuestra historia. Este primer fin de semana de marzo de 2025, señalado por el calendario como “de carnaval”, lo que queda es un nostálgico recuerdo de aquel preludio de las grandes celebraciones carnestolendas que vinieron después, las de las décadas de los años 50 y 60, que se fueron extinguiendo hasta desaparecer.
@aquilinojmata




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