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Joaquín Salim: “En un mundo que busca borrar sus fallas, yo quiero archivarlas”

El artista venezolano inauguró en Cerquone Gallery la muestra "Memoria del error", su segunda exposición individual en el país

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

23/02/2025 01:00 am

Si fuese posible husmear dentro de la cabeza de Joaquín Salim, lo que encontraríamos en ella sería un ordenado caos de imágenes fragmentadas, superpuestas, complementarias u opuestas, rotas y recompuestas, resignificadas, todas en armonía. Ya lo comentó este artista venezolano (Caracas, 1987), residenciado en Nueva York, a propósito de su primera exposición individual en el país, Déficit de atención (Centro de Arte Los Galpones, 2021/2022): “Mi obra es limpia, casi minimalista, pero en el medio hay un caos, una arrechera (…). Y esto trato de mantenerlo, me gusta mucho este mundo limpio, pero con la explosión en el centro”.

Desde el pasado jueves, Salim regresó al circuito expositivo caraqueño con la que es su segunda individual en Venezuela: Memoria del error, que se estará presentando hasta mediados de marzo en Cerquone Gallery Caracas, de La Castellana. La muestra reúne más de 20 piezas recientes del artista, entre pinturas, collages y readymades. Obras que explotan en la cara de quien las observa, como a diario explota en la humanidad este mundo saturado de imágenes de consumo inmediato, salvaje.

A diferencia de Déficit de atención, en Memoria del error mucho del material iconográfico que Salim usa remite a sus años escolares. “Crecí en un entorno donde constantemente sentía que estaba en el margen, que no encajaba del todo. Mi paso por la escuela estuvo marcado por correcciones, llamados de atención, la sensación de que algo en mí debía ser reparado. Con los años entendí que eso que el sistema consideraba una falla era precisamente mi motor. En esta exposición aflora esa memoria personal: los recuerdos de ser corregido, de ser tachado, de ser un ‘error’ en espacios que exigían orden”, dice el artista.

El recreo (CORTESÍA CERQUONE GALLERY)

Memoria del error -ahonda Salim- parte de una idea que siempre ha estado presente en mi trabajo: la falla como esencia, como huella de que algo ha pasado. Vivimos en un mundo obsesionado con la corrección, con la pulcritud, con borrar lo que se sale de la norma. Pero el error es lo que nos hace humanos. Esta exposición es un espacio donde el error no solo se acepta, sino que se convierte en el centro de la narrativa”.

-¿Qué papel juega entonces el error en su proceso creativo?
-El error no es solo parte del proceso, es el proceso en sí. No busco perfección en mi trabajo porque lo que me interesa es lo que se quiebra, lo que se desplaza, lo que deja una marca. Cada pieza es un acto de construcción a partir de fragmentos que no deberían estar juntos, de imágenes y palabras que han sido descontextualizadas. Si algo se rompe, lo dejo roto. Si algo se desvía, lo sigo.

-¿El error evidencia la libertad con la que concibe cada obra?
-Totalmente. No hay un boceto previo, no hay una idea cerrada antes de empezar. Trabajo con lo que encuentro, con lo que me llega, con lo que mi subconsciente decide rescatar. Es un proceso de acumulación y descarte, de prueba y error. No busco el control absoluto porque la obra se construye en el choque entre lo que quiero hacer y lo que termina ocurriendo.

La directora (CORTESÍA CERQUONE GALLERY)

-Tengo la impresión de que Memoria del error es una continuación de lo que planteaba en Déficit de atención; a saber, convertir lo que la medicina cataloga como un trastorno psicológico en el impulso para crear. ¿Es así?
-Sí, definitivamente hay una conexión. Déficit de atención era una declaración sobre cómo mi manera de pensar, de procesar la información, no se alineaba con los estándares. Memoria del error lleva esa idea un paso más allá: no solo hablo de mi proceso mental, sino del error como lenguaje, como identidad. El déficit de atención es un desvío constante; el error es lo que queda cuando ese desvío deja una marca.

-¿Qué tipo de imágenes se integran ahora a los collages que compone su trabajo reciente?
-Hay una evolución en los elementos que uso. Sigo explorando el lenguaje de la publicidad, las tipografías que dictan órdenes, las frases que nos dicen cómo pensar o qué sentir. Pero en esta exposición enseño una nueva serie donde los protagonistas son los números. Las calificaciones o notas que recibía constantemente en el colegio (01, 03, 05, y muy de vez en cuando un escaso 17); cifras frías que medían mi rendimiento, mis errores, mi falta de aplicación, según el sistema. Estos números, que alguna vez fueron marcas de corrección y juicio, ahora los descontextualizo y los llevo a la galería, les doy la atención que nunca tuvieron. Es irónico, tal vez, pero también es una manera de resignificarlos, de convertirlos en algo abierto a la libre interpretación. Lo que antes representaba una falla, ahora es parte del lenguaje visual de la obra.

-¿Cómo se cuela la realidad en las obras de Memoria del error? ¿Cómo percibe este momento de la humanidad?
-La realidad siempre está presente en mi trabajo porque mi obra es un reflejo de cómo consumo el mundo. Mi proceso es, en parte, el mismo proceso que vivimos a diario: recibir imágenes y mensajes en exceso, tratar de darles sentido, fragmentarlos, resignificarlos. En este momento de la humanidad, donde todo parece acelerado, donde la memoria es frágil y la información caduca en segundos, el error se convierte en una forma de resistencia. En un mundo que busca borrar sus fallas, yo quiero archivarlas.
@juanchi62




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